Capítulo 48: <Peligros>

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—No tienes aspecto de estar herida. ¿Acaso son heridas del corazón? —preguntó Joey mirando a Chris, sonriendo—.

—Físicas y mentales —respondió Brie—.

—O sea, que estás como una puta cabra.

—Algo así. Soy una adolescente suicida, no querrás que me corte las venas... Déjame quedarme esas medicinas.

Joey miró a Brie de arriba a abajo, le parecía una niña atractiva y que además, tenía un buen polvo que poder echarle. Brie no era tonta, así que se dio cuenta de la forma en la que la miraba, sabiendo que las cosas no terminarían allí.

—Puedes quedártelas —añadió Joey—.

Brie asintió, intentando salir de allí junto a Chris, pero el antebrazo de Joey les cortó el paso, principalmente a ella que era la primera.

—Pero no sin antes darme algo a cambio —dijo él—.

Chris apartó a Brie de Joey plantándole cara, prefería morir antes de que la tocaran.

—No vas a tener nada de ella, ¿me has entendido? — dijo Chris—.

Brie apartó a Chris ahora, colocándose nuevamente frente a Joey.

—Podemos mostrarte dónde vivimos —dijo Brie—.

Joey alzó los ojos, asombrado y satisfecho por como estaba atemorizando a la menor.

—Eso es fantástico. Os seguiremos, entonces.

Joey se apartó de la puerta dejándoles salir mientras Chris se colocó al lado de Brie, caminando junto a ella muy cabreado por lo que acababa de hacer.

—Recuérdame que la próxima vez no te haga caso. Nos has traicionado, ¿dónde iremos ahora? —dijo Chris—.

—Querido amigo, recuérdame esta conversación dentro de unos minutos...

Siguieron caminando hasta que Brie se detuvo, fingiendo que se ahogaba por culpa de su saliva, llegándose a arrodillar al suelo, pero era una estrategia que la chica usó para sacar una granada de humo que cogió en el último momento antes de salir, quitándole la anilla de seguridad unos segundos antes de lanzarla. Cuando esta empezó a echar humo por todos lados, comenzaron a escucharse disparos que juntos intentaron esquivar, perdiéndose por la nube de humo hasta llegar a la joyería sin que fueran vistos por aquel mini grupillo peligroso. Por suerte, llegaron sanos y salvos a su refugio, Chris estaba anonadado por lo que Brie hizo, nunca llegó a imaginarse que Brie pudiera haberlos sacado de esa situación tan complicada y con las medicinas equipadas.

—Por favor, puedes continuar con la charla de antes. ¿Qué decías? —dijo Brie—.

—Joder, Brie. Ha sido la hostia...

—Pues no tanto para mí, estaba asustada, creía que me iba a violar o algo así.... Ese tío tuvo que ser un violador.

—Has estado rápida.

—Todavía hay algo que debes enseñarme de una buena vez.

Chris la miró con atención.

—A dar esos pellizcos en el cuello para desmayar a alguien —confesó Brie—.

Chris sonrió, ¿qué tendría de malo enseñarla a pellizcar cuellos? Tal vez eso le serviría alguna vez en la vida, igual que le sirvió hacer puentes y forzar cerraduras. Sin más, Chris le enseñó cómo debía hacerlo, a buscar el punto exacto donde debía colocar los dedos en la piel y, de un ligero movimiento, apretar esa zona no fuertemente pero tampoco con suavidad. Fueron más de diez minutos de lección, pues era una parte un tanto complicada, y no con todo el mundo funcionaba la técnica. Decidida, lo hizo sobre el cuello de Chris, pero no lo consiguió ni en el primer asalto ni en el segundo, necesitó más práctica hasta lograrlo a la duodécima vez, donde Chris cayó completamente desmayado a los brazos de Brie. Lo tenía. Ya le había pillado el tranquillo.

Inmunidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora