Capítulo 145.

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Al cabo de unas semanas, el grupo terminó adaptándose completamente a la estancia y a las reglas que se pusieron para llevar un orden considerable que pudiera evitar peleas y discusiones y, sobre todo, malos entendidos. Uno de esos días, Paul hizo un viaje junto a Dean hacia Sheller para recuperar el único aparato que le comunicaba con la organización de Chris, pues uno de sus miembros, también le echó una mano salvándolo en el Ferst Center Of The Arts cuando creyó que no tendría salida alguna. Dean y Paul estuvieron cuarenta y ocho horas ausentes de las colinas. Era un viaje bastante largo que tuvieron que realizar caminando al no tener ningún vehículo a mano con el que poder acelerar la marcha.

Cuando, un año atrás, Sheller se vio en peligro de ser devastada, Paul escondió bajo el armario de su habitación lo único que tenía de valor para él a pesar de que en ese momento tenía la certeza de que jamás lo usaría tras la muerte de Brie, mas ahora que había vuelto para quedarse por tiempo indefinido, sabía que tarde o temprano le daría uso a ese teléfono. Una llamada y salvaría a Brie cuando ésta se largara Egipto a por Osiris, y si su intuición no le fallaba, sería dentro de muy poco. Ocultó el verdadero propósito a Brie para que ésta no se lo impidiera, sabía lo cabezota que se volvía a la hora de proteger a los suyos y de no meterlos en sus problemas, pero Paul no estaba dispuesto a dejarla sola bajo ningún concepto, era ella contra un ejército entero que debía vencer con la ayuda de los suyos y de la organización que, por ahora, la consideraba muerta tras el percance del hospital cuando Chris lo hizo estallar por los aires. A la vista estaba, que el secreto, lo compartiría con su compañero de viaje, el cual prometió no revelar nunca por qué fueron a Sheller, pues Dean, también seguía queriendo lo mejor para Brie. Tuvieron la suerte de no tener problemas por el camino. Sólo unos caminantes que debían eliminar y nada más. Esos dos eran un buen dúo que sabía compenetrarse en caso de grupos minoritarios y mayoritarios de infectados.

Al regresar a las colinas, Brie ni siquiera preguntó. Intuía que algo tramaban que ella no debía saber, así que en su interior estaba averiguarlo en solitario, no obstante, confiaba en esos hombres como para espiarlos a escondidas. Decidió finalmente no hacer nada y no tocar la confianza que les tenía.

Una mañana temprano, Brie se levantó y salió de la cueva con el arco a la espalda junto a su aljaba y sus flechas hacia un lugar en el que nadie pudiera molestarla y medita a solas. Necesitaba un momento para ella misma y pensar en todo lo que le había pasado durante siete años en lo que podría pasarle próximamente. Anduvo durante varios minutos sin perder la orientación, llegando a una elevación de rocas donde se subió al pico más alto donde se sentó en la orilla observando desde las alturas llegándose a ver una ciudad a lo lejos que desconocía el nombre por ahora. Alcanzó sus prismáticos y analizó al detalle intentando identificar la ciudad que podía verse desde su posición: Gray. Por ello, le llevó a meterse en la hipótesis de que se encontraba en las colinas de Monticello. A unas horas más al sur, encontrarían otra ciudad llamada Macon de la que alguna que otra vez, escuchó maravillas en boca de la gente que la visitó. Antaño, puede que le hubiera encantado ir y ver el mundo dentro de su propio estado georgiano, pero ahora ya no le interesaba ver ninguna maravilla dado que no quedaba nada de maravilloso en el mundo salvo muerte, sangre destrucción y asesinos sin compasión. Brie se abrazó a sus rodillas viendo el horizonte una vez que dejó a un lado los prismáticos. La brisa le acariciaba la cara como si intentara compadecerse de lo que estaba sintiendo. En el fondo, Brie tenía la certeza de que había nacido para salvar a toda la humanidad cuyo fin merecido para ella, era la muerte; morir para salvar al resto. Tragó saliva y se centró todavía más en sus pensamientos, en los que aparecieron sus padres de golpe; puede que ahora estuvieran completamente trastornados y encerrados todavía en esa habitación sin ventanales, pero gran parte de la mujer que era ahora, también se lo debía a ellos a pesar de que la embaucaron en sus mentiras desde que era pequeña, mentiras que descubrió demasiado tarde y que, al ser así, no pudo hallar segundas alternativas y liberarlos del destino que por culpa de una desobediencia a ese tal Theodore Lauper, estaban sufriendo juntos a distancia. Llevaba años sin verlos y sí, los extrañaba demasiado, pero también se había acostumbrado a ir perdiendo gente y eso la hizo más fuerte a la hora de superar la muerte o la desaparición de alguien que estimaba. Era curioso que, después de haber buscado la soledad y evitado los grupos, ahora fuese incapaz de abandonar aquello por lo que había luchado, y como bien ella sabía, si quería hacer algo para que todo saliera bien, debía pagar el precio de abandonar a los suyos, solución que, en realidad, no era la correcta, pues sus amigos la seguirían hasta el final del universo y lucharían contra quien hiciera falta si con eso conseguían volver a estabilizar el mundo. Tras varios minutos pensando y pensando, unos pasos acercándose a ella interrumpieron su período de tiempo de relajación. Brie estiró las piernas en el suelo y suspiró profundamente sin decir nada todavía, tenía claro quién era la persona que le quería hacer compañía. Dexter la conocía, sabía que estaba añorando cosas y pensando en lo que poder hacer en un futuro no sólo como líder, sino como Brie Sheller. Sin decir nada, se detuvo a su lado y le tendió la mano ayudándola a levantarse. Necesitaba hacer algo que la animase porque, aunque se negara, lo necesitaba y lo sabía mejor que nadie. Brie miró la mano y luego a él respirando con suavidad sin saber si dársela o quedarse sentada, pero como bien se dijo una vez al resurgir de sus cenizas, no desaprovecharía ningún momento junto a ese hombre. Y ese fue un motivo más que suficiente para darle la mano y levantarse así del suelo, quedando uno frente al otro mientras el horizonte los observaba completamente sumiso de su amor. Dexter tomó la mano izquierda de Brie, colocando la otra restante en su hombro como si quisiera bailar una pieza de insonora con ella. La tomó por la cintura y la acercó a él. Ella lo miró con un poco de asombro y de dudas. ¿Desde cuándo él era un hombre que bailase?

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