Capítulo 51: <Siempre aquí>

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La noche de la escapada, los dos iban cargados de armas y provisiones escasas, se hallaban en el corazón de Atlanta, prácticamente cerca del centro donde, kilómetros más hacia adelante, se podía ver un hospital con las ventanas tapiadas con tabiques de madera y un candado en la puerta. Jamás recordaron haber visto algo similar en lo que llevaban de Apocalipsis, puede que hubiera gente viviendo allí o puede que estuviera abandonado. Se pararon frente al edificio, observándolo de arriba a abajo, pensando en la posibilidad de quedarse allí.

—Echemos un ligero vistazo, si no encontramos algo mejor nos quedaremos aquí —dijo Chris—.

Sin decir nada más, Chris y Brie pasaron de largo del hospital, mirando a ambos extremos en busca de algún refugio mejor que ese hospital tan extraño. Explorando, Chris estalló en una carcajada repentina, Brie lo miró extrañada pero no pudo evitar sonreír.

—Y ahora, ¿qué te pasa? —-preguntó ella—.

—Me estoy acordando de ti, de tus enfados cuando te conocí.

Brie le dio un codazo.

—Esas cosas no se recuerdan, me doy vergüenza — dijo ella—.

—Me gusta la forma en la que has evolucionado. Formamos un buen equipo, ¿no crees?.

—Somos invencibles.

Se chocaron las palmas de las manos a modo de triunfo por haber aguantado tantas cosas juntos. Pero por desgracia, lo bueno siempre duraba poco, ya que unos paso más hacia adelante, todo se complicó cuando salieron de unas callejuelas esa gente tan extraña con uniformes negros, los mismos que perseguían a Brie. El tiempo se detuvo justo allí, ambos sabían que algo gordo iba a pasar cuando vieron que no tenían escapatoria y que habían ido a parar en una zona controlada por aquel pequeño ejército. De entre la multitud, hizo acto de presencia el que parecía ser el jefe o el líder de aquellos monstruos con forma humana que todavía no se habían alzado en armas. El hombre de pelo castaño y ojos marrones, se fue acercando a ambos con una sonrisa de oreja a oreja, el mismo que empujó a Chris hacia el socavón con todos los cadáveres, sorprendiéndole que aún estuviera con vida.

—Entréganos a la chica y nadie tendrá porqué morir. Hagamos las cosas bien, ¿de acuerdo? —dijo el castaño, con cierta chulería—.

Brie, decidida a entregarse, dio un par de pasos hacia adelante que Chris interrumpió agarrándola del brazo.

—No —dijo Chris—.

—No tengo opción. Si no lo hago te van a matar.

—¿De verdad crees que aunque te entregues me van a dejar vivir?. Tu vida es la que les interesa, la mía no vale nada.

Brie tragó saliva, queriendo llegar a un acuerdo con ellos para que dejaran vivir a Chris con la condición de ella entregarse.

—Claro, le dejaremos vivir —dijo el jefe—.

—Sabes que no es cierto, fuiste tú quien intentó matarme la última vez —añadió Chris—.

—Pero podría ser diferente. Brie, ven.

Joder, todo el mundo sabía su nombre y ella seguía desconociendo su verdadero origen y el porqué era tan importante. De nuevo, Brie intentó entregarse, siendo detenida por Chris otra vez.

—No me dejáis opción —añadió el castaño, ordenando alzar las armas—.

Brie tuvo un arrebato, cogió una pistola del cinturón de Chris para intentar matar a aquel tío que quería llevársela, pero la bala se quedó incrustada en su brazo izquierdo, no tenía experiencia con las pistolas. Aquel sólo sería el comienzo de un jodido desenlace, pues Chris, se interpuso entre Brie y las balas que se dispararon, cayendo ambos al suelo debido al empujón de Chris para protegerla de la muerte. Un quejido alertó a Brie. Sabía que lo habían herido. Rápida, alcanzó una granada del cinturón de su compañero, quitando la anilla de seguridad antes de lanzarla, por la que empezó a salir humo y humo sin parar hasta que no se vio completamente nada, aprovechando la confusión y la poca visión para escapar de allí juntos hacia las puertas del hospital, intentando forzar la cerradura del candado antes de que las nubes desaparecieran. Brie lo logró aunque algo tardío, pues el pequeño ejército los vio desde la lejanía entrar dentro del hospital, donde se dirigieron todos a una para raptar a la chica. Ella logró atascar la puerta con un tabique de madera, varias sillas y una mesa, buscando la salida de emergencia. Sin embargo, Chris cayó al suelo derrotado y comenzando a teñir el color de su ropa con sangre de su pecho. Ya se escuchaban los porrazos al otro lado, debían escapar ya antes de que abrieran la puerta, no obstante, Chris ya no podía continuar.

—Vete, Brie. Yo no puedo —dijo él—.

—¿Qué? Vamos a salir juntos de esta como siempre.

—No, tú lo harás. Una de las balas me ha perforado un pulmón...

Allí todo dejó de tener sentido para Brie, ¿significaba aquello que ya todo estaba perdido, que después de tanto tiempo había llegado el momento de separarse para siempre?. No, Brie no estaba dispuesta a marchar sin él, quería morir también a su lado pero Chris se lo impidió.

—Eres la única que puede darle una lección a esos hijos de puta —dijo Chris sin apenas voz—.

Su boca ya empezaba a echar sangre, sus fuerzas a desvanecerse y sus ojos a medias de cerrarse. Brie tomó el cuerpo de Chris en su regazo, apoyando la cabeza contra su pecho sin asimilar que ya se marchaba, que el equipo infranqueable había sido destruido. Brie lloraba abrazándolo, seguía negándose a abandonarlo.

—Te echaré de menos —dijo Brie, entre llantos que ya con nada se podían calmar—.

Chris alzó su mano derecha hasta colocarla en el pecho de Brie cerca de su corazón.

—Siempre estaré aquí —logró decir entre susurros—.

Eso sólo hizo que Brie lo abrazara con más fuerza y llorara cada vez con más intensidad. Depositó un último beso de despedida sobre su frente ardiendo, su vida se apagaba por momentos y, junto a la suya, Brie.

—Vamos, vete. Yo me ocupo de ellos....

La chica, haciendo un esfuerzo gigante paraabandonarlo allí, se levantó del suelo, yéndose ante una puerta para salir poruna de las ventanas tapiadas que debía destruir. Se detuvo, mirando atrás porúltima vez, mirando a Chris, memorizando cada arruga, cada gesto para nuncapoder olvidarlo. Él también la miraba, una lágrima cayó por sus mejillas,dedicándole su último aliento. Y sin decir nada más, Brie atravesó aquellapuerta; una sala cerrada de una consulta revuelta y con una ventana complicadade vencer. Mientras ella intentaba con fuerzas arrancar los tabiques de madera,se escuchaban los gritos provocadores de Chris contra esa gente para hacerlessaber que él se hallaba allí dentro todavía. La bolsa de armas, el arco y lasmochilas le estaban castigando la espalda a la chica, pero no había peorcastigo que perder a un amigo, a un buen amigo. Cuando ya arrancó todos lostabiques, se dispuso a salir por la ventana justo en el momento en el que laonda expansiva de una granada, hizo que el cuerpo de Brie traspasara por loscristales de la ventana cayendo violentamente contra el suelo boca abajo,clavándose cristales en las palmas de las manos. Su garganta gritóprofundamente, y más cuando fue consciente de que Chris hizo volar un edificiocon él dentro y con aquellos hombres que murieron calcinados, absolutamentetodos. 

Inmunidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora