Capítulo 19: <Osiris>

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Recorrió cada rincón de la casa encontrándolos vacíos, tan muertos como el mundo de ahí afuera. No podía ser, ellos no se habrían ido sin su pequeña, no después de la desaparición de Erron. Entró a su habitación, sentándose sobre la cama, llamando por teléfono a sus padres con tan sólo una raya de cobertura. La llamada dio señal, Brie esperaba ansiosa que alguien respondiera, pero su móvil se apagó por falta de batería. Buscó su cargador, encontrándose con la luz fundida no sólo de su habitación, sino de toda la casa completa. Su trasero volvió a plasmarse sobre la cama, tapando su rostro con ambas manos. Notó como si se hubiera sentado encima de algo al haber escuchado como si un papel se hubiera arrugado. Se levantó, viendo una nota doblada con la letra inconfundible de Lexie: "Mira debajo de nuestro colchón y rompe la nota".

Extrañada, rompió la nota tal y como ponía, como si estuviera leyendo una guía de instrucciones. Encaminó sus pasos hacia la habitación de sus padres y levantó el colchón con fuerza, encontrándose una pequeña caja de madera pintada en color negro. La cogió con suspicacia, como si algo catastrófico fuera a salir de aquel objeto, rodeado además de letras blancas en alguna especie de idioma extraño. Destapó la caja, en la cual, se hallaba una especie de placa circular con una frase escrita en ella: "Rezad las palabras a decir para Osiris". Brie no entendió ni media palabra, así que se fue a la segunda cosa: una pequeña bolsita negra que ocultaba algo en su interior: un colgante con un triángulo dorado y grueso. Siguió sin comprender nada, necesitaba a alguien que pudiera descifrar ese misterio tan impresionante. Se colgó el collar alrededor del cuello, guardando la pequeña placa en un cajón de su habitación, pensando cuál podría ser la razón por la que sus padres guardarían eso ahí para Brie en un momento así. Tras eso, fue al baño, se veía repugnante y sucia ante su reflejo en el espejo, monstruosa. Abrió el grifo de la bañera, esperando a que saliera caliente para poder quitarse la sangre del rostro y volver a sentirse limpia. Empezó a notar el vapor por toda la cara, poco a poco la bañera se iba llenando de agua caliente, estaba ansiosa por poder meterse ya y no salir nunca de allí. Se deshizo de toda su ropa, quitándose la coleta despeinada dejando al aire libre su melena rubia con algo de sangre. Primero, metió un pie, luego el herido y, una vez dentro, se dejó llevar por el agua, metiendo la cabeza dentro de la misma con los ojos cerrados sin mover ni una sola articulación de su cuerpo, igual que si aquello fuera un suicidio planeado. Pareció haber tenido un microsueño dentro del agua que hizo que al despertar, saliera del interior tosiendo continuamente por la falta de aire y por la cantidad de agua que había esnifado sin querer. El baño ya estaba a oscuras, la noche ya se hubo apoderado de toda la ciudad y de la América del Norte entera, Brie salió de la bañera, envolviéndose una toalla alrededor del cuerpo, bajando descalza al piso de abajo para encender unas velas. Se secó el pelo con otra toalla restante a la luz de las velas, el momento habría sido romántico si Paul estuviera tras ella besando sus hombros desnudos mientras la abrazaba por detrás, pero no estaba, seguía sin aparecer. Alcanzó una de las velas, llevándosela a la habitación para poder vestirse allí, la verdad es que hacía calor a pesar de estar en octubre. Los relojes que aún funcionaban gracias a las pilas, marcaban las diez de la noche, el estómago de Brie rugía debido al hambre, así que una vez vestida, bajó a la cocina para prepararse un sándwich de pavo y queso en lonchas finas. Si funcionase la corriente, se hubiera fundido el queso y tostado el pan para notar algo caliente en el paladar, y sin embargo, tenía que conformarse con eso. Bebió dos vasos de coca-cola, tenía una sed tremenda, más que hambre. Tenía una cuchara en la mano con la que deshacía el gas de la bebida, resbalándose de sus manos al haber tenido otro microsueño. Supo enseguida que había hecho ruido, respiró despacio para escuchar si algo o alguien se acercaba a la puerta de casa. Comenzó a oír gruñidos otra vez, Brie cerró los ojos resoplando y se levantó de la silla para subir a su habitación y coger el arco, colgándose la aljaba a la espalda con las flechas en su interior. Cargó una, decidida a disparar si alguien entraba a su casa para comérsela viva. Se plantó firmemente frente a la puerta de casa, todavía tenía el tobillo jodido, pero la ducha caliente le había bajado la inflamación un poco, por ello, sus pasos iban con más soltura y menos dolor. Apuntó, sabía que pronto entrarían dentro, pero nuevamente, una figura misteriosa los mató con un arma blanca de forma silenciosa. Era la misma silueta masculina que la salvó en los túneles y que ahora, pretendía entrar junto a Brie, quién sabe a qué. Bajó el arma, yendo hacia la puerta para empujarla con todas sus fuerzas evitando que ese hombre entrara. A pesar de que le había salvado la vida en un par de ocasiones, Brie no quería su ayuda, es más, le parecía anormal la forma en la que actuaba porque no se dejaba ver, igual que un superhéroe de los cómics de DC o incluso de Marvel.

—¡Lárgate de aquí! —le dijo Brie—.

Ese hombre dejó de intentar abrir la puerta, él hablaba entre susurros, pero Brie logró escucharlo:

—Tú eres la que debería irse de aquí.

—¡VETE!.

—¡Shh! Conseguirás que invadan tu morada.

—¿Quién eres?.

Pero no respondió a la pregunta, sólo se limitó adesaparecer como siempre hacía. Brie quiso abrir la puerta para verse cara acara con él, aunque no lo hizo por su propio bien. Ese hombre no parecía deconfianza.

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