Callejón Diagon.

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Era 31 de agosto, lo que significaba que al día siguiente ya estaríamos en Hogwarts. Mis padres, mi hermana y yo nos encontrábamos, junto a la familia Weasley, en el callejón diagon. Era un día bastante soleado, y el calor podía detectarse por todas partes. Nazaret iba con los gemelos hablando alegremente, seguramente de alguna de sus nuevas bromas, mientras que yo me encontraba hablando con Ron de las nuevas escobas que habíamos visto en la tienda anterior. Ya todos habíamos comprado nuestras varitas y nuestros libros, solamente nos faltaban las túnicas y nuestras mascotas.

Chicos -nos llamo el señor Weasley- Tengo una idea. Id vosotros a comprar las túnicas mientras que nosotros nos encargamos de vuestras mascotas.

Buena idea Arthur -prosiguió mi padre- ya habéis oído así que andando.

Les dejamos todas las bolsas a nuestros padres y esperamos a que nos diesen dinero para las túnicas. Puesto que Fred y George ya tenían sus túnicas de años anteriores, solamente nos dirigimos hacía la tienda mi hermana, Ron y yo. Mi hermana y yo nos tiramos todo el camino mirando todas las tiendas, mientras que Ron se quejaba de que nos paráramos tanto. Él ya había venido al callejón diagon en anteriores veces, por lo que lo conocía todo, mientras que para mi y mi hermana era la primera vez que estábamos aquí.

Tras habernos parado más veces de las que debíamos llegamos a la tienda de túnicas de Madame Malkin, la cual según Ron era la mejor haciendo túnicas para los estudiantes. Al entrar en la tienda nos encontramos con un chico rubio, alto y delgado. Era bastante atractivo para ser un chico tan joven. El chico no se dio cuenta de nuestra presencia hasta que Ron alzó un poco la voz para llamarme y enseñarme una túnica. Miro a Ron de una forma despreciable y se quito la túnica que Madame Malkin le estaba terminando de arreglar.

Mama vámonos -le dijo el chico a la mujer que se encontraba a su lado- No quiero comprar una túnica en un sitio donde viene gente así.

Ten cuidado -le aconsejo Nazaret- No vaya a ser que al salir por la puerta te des con tu enorme ego.

Tanto mi hermana como yo defendíamos a la familia Weasley como si fuera la nuestra. Ron y yo no pudimos evitar reírnos, lo que solo enfureció más al chico, el cual salió de la tienda rojo de furia y lanzándonos una horrible mirada a todos. Ron le agradeció a Nazaret por lo que acababa de hacer, pero ella le resto importancia. Mi hermana era una persona con un gran corazón, eso no podía dudarlo. Ron fue el primero en tener su túnica, luego fue mi hermana y por último fui yo. Cuando salimos de la tienda aún continuábamos riéndonos por lo que mi hermana le había dicho a aquel chico. Había sido una pena que George y Fred no hubieran estado, pues aún hubieran mejorado aquella situación con ciertas bromas hacía aquel chico.

Como nuestros padres nos habían dicho que nos esperarían en la tienda de animales nos dirigimos de vuelta hacía allí. Ninguno iba a mencionar nada sobre aquel asunto que había pasado en Madame Malkin, pues aunque nuestros padres estaban de acuerdo en que debíamos defender a las personas que nos importan, no querían que nos metiéramos en ningún lio. Cuando llegamos a la tienda nuestros padres nos entregaron a mi hermana y a mi una lechuza a cada una, mientras que a Ron le regalaron sus padres un ratón que llevaba en la familia más tiempo del que puedo recordar. Cuando ya nos entregaron a nuestras mascotas decidimos volver a casa. En este caso nuestros padres volverían solos a casa, puesto que Nazaret y yo volvíamos a la madriguera, donde nos habíamos instalado desde hacía un mes para pasar el último mes de verano como hacíamos todos los años desde que tenemos memoria. Nazaret y yo nos despedimos de nuestros padres con un abrazo, puesto que sería la última vez que los veríamos hasta las vacaciones de navidad. Su trabajo en el ministerio les impedía ir mañana a despedirnos, pero eso no nos entristeció, entendíamos que tenían que atender su trabajo. En cuanto terminamos de despedirnos la señora Weasley nos indicó el camino que íbamos a tomar para volver a la madriguera. Volveríamos de la misma manera en la que vinimos, con polvos Flu.

En un abrir y cerrar de ojos ya nos encontrábamos todos en la madriguera. La señora Weasley nos obligo a todos a ir a guardar todas las cosas que habíamos comprado en el baúl, para que no se nos olvidara nada mañana en el último momento. Mientras todos guardábamos nuestras cosas pude oír como la señora Weasley ya empezaba a preparar la cena junto con la ayuda de Ginny. Mi hermana guardaba sus cosas en silencio, puesto que aún continuaba nerviosa por el tema del sombrero seleccionador. Temía que le tocara otra casa distinta a la de todos y que se quedara sola. Los gemelos la habían animado diciéndole que jamás se quedaría sola, puesto que nos tenía a todos nosotros. Pero el comentario de los gemelos le dio igual, el único al que le hizo más caso fue al de Ron, el cual comento que la veía mas en Slytherin. Yo ya había alistado mi baúl, pero a mi hermana aún le quedaban algunas cosillas, así que la ayude para que fuéramos más rápidas. En cuanto terminamos de meter todo en su baúl y cerrarlo, escuchamos la voz de la Molly llamándonos a todos para la cena.

Yo no tengo hambre, baja tu -dijo Nazaret soltando un suspiro-

Basta ya, enserio. Te toque en la que te toque siempre vamos a estar contigo, te toque en la misma casa como que no -le dije dándole un abrazo- Y ahora mismo vas a mover tu culo y vas a bajar a cenar, porque ya sabes como se pone la señora Weasley cuando no nos comemos su comida.

Aquel comentario la hizo sonreír un poco, lo que me alegro bastante. Aquellas palabras que le había dicho eran verdad, fuera de la casa que fuera, estuviera o no con nosotros, nosotros siempre íbamos a estar a su lado pasara lo que pasara. Ella sabía que a mi jamás me perdería, puesto que soy su hermana. Ella estaba mas aterrada de perder la amistad con los Weasleys, en especialmente con George y Fred. Pero ellos ya se habían encargado en innumerables ocasiones de dejarle claro que preferirían soportar una maldición antes que dejar de ser sus amigos.

La cena había pasado más rápida que cualquier otro día, seguramente porque todos estábamos tan nerviosos por el siguiente día que no habíamos probado apenas la comida. Incluso Ron, que es el que más come de todos, comió muy poco esa noche. Cuando la cena termino todos ayudamos a la señora Weasley a limpiar todo lo de la cena, y una vez terminado todo aquellos, nos dimos todos las buenas noches y nos dirigimos hacía los cuartos. Mi hermana y yo estábamos compartiendo cuarto con Ginny, lo que era genial porque pasábamos unas noches geniales. Pero esta noche fue diferente, en cuanto mi hermana y Ginny tocaron el colchón ambas cayeron en los brazos de Morfeo, mientras que yo no podía pegar ojo de los nervios que tenía. Tenía miedo de no ser tan buena como mis padres querían que fuera. Tanto a mi como a mi hermana nos metían demasiado presión para que fuéramos las mejores de la clase. Incluso aunque fuera nuestro primer año ya nos estaban dando consejos de como llegar a ser prefecto en el quinto año. Finalmente pude apartar aquellos pensamientos que tanto me agobiaban y en cuanto decidí tumbarme finalmente en la cama, yo también caí en los brazos de Morfeo.

Complicated LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora