¡Es que no puedes estarte quietecito!

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Nazaret POV.

Los días continuaban pasando y todo parecía ir a peor. Harry, desde que se enteró de lo de Sirius, no había vuelto a ser el mismo. Ninguno de nosotros podíamos sentirnos como él, pero nos poníamos en su piel y llegábamos a entender como debía enterarse tras enterarse de que su padrino y el mejor amigo de sus padres les había traicionado, llevándolos a la muerte. El fin de semana había llegado y todos nos propusimos animar un poco a Harry, por lo que decidimos ir a hacerle una visita a Hagrid. Abrigados hasta la garganta, nos encaminamos hacía la cabaña de Hagrid. Durante todo el camino y, como habíamos hecho durante todos estos días, intentábamos animar a Harry haciendo tonterías, pero nada funcionaba. Incluso las innumerables bromas de Fred y George no habían conseguido sacarle una sonrisa a Harry. 

Al llegar a la cabaña, Ron pego en la puerta mientras todos nos situábamos tras él esperando que esta se abriera. En cuanto se abrió, el mundo se nos volvió a venir abajo a todos. Un Hagrid con los ojos rojos y llorosos nos observaba desde la puerta mientras se secaba unas cuantas lagrimas. 

¿Qué pasa, Hagrid? —le pregunto Ron preocupado—

Hagrid volvió a entrar, se dirigió hacía la mesa y tomó una carta que parecía oficial. Luego, volvió hacía la puerta y nos entrego la carta. La tome entre mis manos y comencé a leer en voz alta para que el resto escucharan. 

Estimado Señor Hagrid:

En relación con nuestra indagación sobre el ataque de un hipogrifo a un alumno que tuvo lugar en una de sus clases, hemos aceptado la garantía del profesor Dumbledore de que usted no tiene responsabilidad en tan lamentable incidente. 

Esto es estupendo, Hagrid —dijimos todos con una sonrisa—

Hagrid continuó sollozando mientras tocaba la carta, indicándome a que continuara leyendo. Dirigí mi vista de nuevo a la carta y seguí leyendo en voz alta.

Sin embargo, debemos hacer constar nuestra preocupación en lo que concierne al mencionado hipogrifo. Hemos decidido dar curso a la queja oficial presentada por el señor Lucius Malfoy, y este asunto será, por lo tanto, llevado ante la Comisión para las Criaturas Peligrosas. La vista tendrá lugar el día 20 de abril. Le rogamos que se presente con el hipogrifo en las oficinas londinenses de la Comisión, en el día indicado. Mientras tanto, el hipogrifo deberá permanecer atado y aislado.

Atentamente..

Todos nos miramos sin poder creer lo que acababa de leer. Hagrid continuaba sollozando mientras me quitaba la carta y volvía a ponerla en la mesa. Yo solo podía pensar en que iba a matar a Draco. Justo cuando las cosas empezaban a ir bien entre nosotros, va y pasa esto. Es como si el universo estuviese en contra de que me llevase bien con él. O quizás era una especie de castigo por haberme enamorado de él.

Seguro que todo sale bien y le declaran inocente, Hagrid —dijo Mar con una tierna sonrisa— Se darán cuenta de que Buckbeak no es peligroso para nada.

No estoy tan seguro —dijo Hagrid limpiando sus lagrimas— En la comisión para las criaturas peligrosas trabajan personas horripilantes que la tienen tomada con los animales.

Haremos una buena defensa entre todos —comentó Hermione— Incluso declararemos nosotros mismos si hace falta. 

Os lo agradezco mucho a todos. Pasad, tomaremos algo de te mientras hablamos de todo esto —dijo Hagrid entrando de nuevo a la cabaña—

En ese momento yo no quería te, no quería hablar de nada. Solo quería ir en busca de Draco y cantarle las cuarenta por lo que ha conseguido haciendo su numerito de niño enfermo. Buckbeak no tuvo la culpa de nada, Draco fue el estúpido que provoco a esa pobre criatura. Mientras todos entraban a la cabaña, yo me di la vuelta y comencé a caminar de nuevo al castillo. No iba a esperar más tiempo para aclarar las cosas con el idiota de Malfoy. Mientras volvía al castillo, podía escuchar los gritos de mi hermana y de los chicos, pero no les hice caso alguno. En aquel momento solo tenía un objetivo y era pillar a Draco Malfoy. Camine rápidamente a través de los pasillos, hecha una completa furia. En cuanto estuve frente a las mazmorras, me dirigí rápidamente hacía la de Slytherin y dije la contraseña. Que Draco se preparase por lo que peor estaba por venir.

Draco POV.

Me encontraba en la sala común,  sentado junto a Zabini en el sofá. Le estaba explicando algunas cosas de pociones, mientras notaba como Pansy no apartaba su mirada de mi. Le había dicho montones de veces que nunca pasaría nada entre ella y yo, pero ella aún así continuaba insistiendo. No quería decirle que mi corazón ya estaba ocupado por Nazaret. Las cosas entre ambas estaban demasiado tensas, y no quería ser yo el que aun metiera más mierda. Continuaba explicándole a Zabini una poción, cuando escuche a alguien gritar mi nombre desde las escaleras. En un instante reconocí su voz y me levante rápidamente del sofá. Nazaret bajaba las últimas escaleras y se dirigía hacía mi con paso rápido. Yo la miraba con una sonrisa mientras esperaba que llegase hasta mi. En cuanto llego, hizo lo que menos me esperaría que hiciese. Cuando estuvo frente a mi, me pego una fuerte ostia en la mejilla. Toda la sala común entro en un silencio absoluto en aquel momento. 

¿A que viene esto ahora? —le pregunte tocándome la mejilla— Ha dolido y seguramente dejara marca.

¡Si, va a dejarte marca. Y me alegro que te doliera! —me grito Nazaret mientras me pegaba golpes en el pecho— ¡Por tu estupidez en la clase de Hagrid van a investigar a Buckbeak! 

Yo no tengo culpa de eso —le dije agarrando sus brazos para que dejara de golpearme—

¡La tienes! ¡La tienes tu y el estúpido de tu padre! —grito Nazaret soltándose de mi agarre— ¡Eres digno hijo de tu padre! ¡No quiero que me hables más, se acabo nuestra amistad! 

Y sin dejarme explicarme, subió rápidamente hacía la habitación de las chicas mientras lloraba. Toda la sala común continuaba en silencio mirando aquella escena. Pansy, que intentaba ocultar su sonrisa de satisfacción, comenzó a cuchichear con sus amigas. Zabini dejo su libro a un lado y se levanto para ponerse junto a mi.

La has cagado demasiado ¿Lo sabes, verdad? —me pregunto Zabini—

Lose. Y lo que más me ha dolido no ha sido la hostia, sino ver como me gritaba y que haya dejado de ser mi amiga —respondí soltando un suspiro—

Debes arreglar las cosas, sería mejor si le dijeras tus sentimientos —comento Zabini—

Zabini, ya lo hemos hablado. Si no esta con George, tengo por seguro y más con lo que ha pasado ahora, que no saldría con alguien como yo —le dije con tristeza—

Zabini se encogió de hombros mientras volvía a sentarse en el sofá. Me toque la mejilla mientras miraba a las escaleras por las cuales ella se había marchado segundos atrás. No me dolía que me pegará ni me gritara, lo que más me dolía era saber que al despertar al día siguiente no podría pasar el día junto a la chica que era mi amiga y a la cual amo hasta perder la locura. Me dolía como mil demonios saber que mis días volverían a ser oscuros como antes, pues la luz que iluminaba mi vida me había dejado claro que no quería saber nada de mi. Estar sin ella será como vivir constantemente en un día que no para de llover y que esta lleno de oscuridad.











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