Gellert Grindelwald.

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Nazaret POV.

Los días pasaban a una velocidad extrema; las lecciones con Dumbledore continuaban y por ende mejorábamos nuestros poderes, las reuniones del ED continuaban y cada vez avanzábamos más y más, los TIMOS se acercaban cada vez más, por lo que estudiábamos como locos en el poco tiempo libre que teníamos y pronto se daría la excursión a Hogsmeade por el día de San Valentín. 

Tal y como Dumbledore nos dijo, mi hermana y yo no le habíamos contado nada a los chicos de lo que hacíamos, simplemente les decíamos que teníamos que ayudar a Dumbledore con unos simples asuntos acerca de nuestros padres, lo que al parecer había colado de momento. 

Ahora mismo, me encontraba con mi hermana en una sala a la que Dumbledore nos había trasladado. Estábamos practicando un hechizo de fuego y la verdad que nos iba bastante bien, estábamos progresando a un ritmo bastante rápido.


Creo que lo dejaremos aquí por hoy, vuestro progreso es excelente. —dijo Dumbledore con una sonrisa— 

Gracias, profesor Dumbledore. —dijo Mar con una sonrisa— 

Ponemos todo nuestro empelo y esfuerzo en esto. —comente con una enorme sonrisa— 

Dejando de lado esto, quería preguntar algo. ¿Alguna vez vuestros padres os han hablado de vuestro bisabuelo? —pregunto Dumbledore situándose frente a nosotras— 

No, nunca. —respondimos ambas al unísono— 

Entonces es hora de que sepáis de quien es. —dijo Dumbledore— Vuestro bisabuelo es nada más y nada menos que Gellert Grindelwald.

No puede ser, debe de ser una broma. —comento Mar entre risas— 

Me gustaría que lo fuese, señorita Blackesley, pero es la pura verdad. —comento Dumbledore caminando por la sala—  Vuestra madre nunca os hablo de él por quien era y por todas las atrocidades que cometió. 

Es una broma, de ninguna forma somos familia de ese ser. —comente negando con la cabeza—  No tenemos nada en común.

Tú —dijo Dumbledore señalándome—  Tienes su astucia, puedes convencer a todo el que quieras y hacerlo comer de la palma de tu mano, así como haces con el jovencito Malfoy. Y tu —señalo a mi hermana—  Tienes su valentía y su determinación, actúas sin pensar tal y como él lo hacía.

Será una pura coincidencia, ese hombre no lleva la misma sangre que nosotros. —negó Mar— 

Solo quiero que estén avisadas; Voldemort sabe esto, sabe que ambas tenéis rasgos de vuestro bisabuelo y esto, junto a que podéis hacer magia sin vuestras varitas, os convierte en objetos valiosos para Voldemort. —nos explicó Dumbledore— 

¿Por eso pone tanto empeñó en nosotras, porque somos familia de Grinderwald? —pregunte arqueando las cejas— 


Dumbledore no contestó, lo que me dejo bastante clara la respuesta. Si todo esto era cierto, mi hermana y yo íbamos a mover tierra y cielo por ver todas las pruebas posibles que hubiesen. Aunque Dumbledore decía que era cierto y que teníamos rasgos de él, no íbamos a creer nada que no tuviese pruebas físicas. 

Dumbledore vio nuestra cara de confusión y malestar, así que volvió a trasladarnos a Hogwarts para que pudiéramos descansar y recapacitar de lo ocurrido. Cuando aterrizamos en el castillo me sentía mareada y mi cabeza no podía soportar toda la información, era demasiado. Salí del despacho rápidamente, sintiendo como si mi cabeza fuese a estallar. 


¿Crees algo de lo que Dumbledore nos ha dicho? —pregunto Mar mientras caminábamos por los pasillos— 

Podría ser verdad, hay muchas cosas que no tienen sentido en nuestra familia. —respondí encogiéndome de hombros— 

Eso significa que la magia oscura corre por nuestras venas. —dijo Mar soltando un suspiro— 

Sea como sea, debemos escribirles una carta a papa y mama para que nos aclaren todo esto. —comente mientras subíamos las escaleras— 


Rápidamente escribimos una carta y se la atamos a mi lechuza, la cual emprendió el vuelo rápidamente dirección hacía nuestra casa. Ojala nuestros padres nos diesen la respuesta rápidamente, porque vivir con esta duda era lo peor de lo peor. 

Tras escribir la carta, ambas nos dirigimos hacía la biblioteca para investigar todo lo que hubiese de Grindelwald. Nos sentamos en un lado apartado de la biblioteca y nos sumergimos en una inmensa montaña de libros. 

Al cabo de una hora rebuscando información, encontré una foto de Grindelwald en la que lucía un broche bastante similar. Agarre el libro rápidamente por la pagina de al imagen y salí a toda prisa de la biblioteca. Mi hermana venía detrás mía preguntándome que pasaba, pero únicamente estaba concentrada en llegar a mi habitación y comprobarlo.

En cuanto llegue deje el libro en la cama y fui al cofre donde guardaba el broche que pensé durante años que era un simple broche de mi familia. El broche era idéntico al de la imagen de Grindelwald, incluso el logo era idéntico; esto confirmaba que era cierto, éramos biznietas de Grindelwald. 


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¿Qué pasa? —pregunto Mar observando la imagen— 

Este broche es el mismo que Grindelwald lleva en la foto. —respondí mostrándole el broche— 

No puede ser. —negó Mar tomando el broche—  Mi arco y mis flechas también tienen este símbolo.

Esto lo confirma todo. —dije incrédula— 

Entonces es cierto, somos bisnietas de Grindelwald. —confirmo Mar con los ojos abiertos como platos— 

Si, querida hermana, la sangre de ese asesino corre por nuestras venas. —confirme soltando un suspiro—


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