Mar y Nazaret Blackesley son dos hermanas con una familia bastante conocida. Toda su familia había contado siempre con una buena fortuna, por lo que ambas eran por así decirlo ricas, pero eso no les hacían creerse más que nadie. Mar era una chica de...
El brillante y caluroso sol entró por la ventana, dándome de lleno en la cara y haciéndome despertar. Draco se encontraba de espaldas agarrando mi cintura, por lo que el sol no le dio en ningún momento. Lo mire con una tierna sonrisa y aparte sus manos con cuidado de mi cintura. Me levante haciendo el menor ruido posible y salí de la habitación en dirección hacía la cocina; quería prepararle un rico desayuno a Draco para que lo tomásemos en nuestra cama antes de salir a dar un agradable paseo y disfrutar de nuestro último día de libertad.
Primero hice un batido de fresas, después hice el café y por último comencé a realizar las tortitas. Comencé a batir todos los ingredientes y una vez listo lo eche a la sartén con cuidado. Cuando iba a darle la vuelta a las tortitas, note como unas manos rodearon mi cintura.
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Buenos días, preciosa. —dijo Draco con voz ronca mientras me giraba hacía él—
Buenos días, precioso. —dije con una sonrisa— Estaba haciendo el desayuno para llevártelo a la cama.
Eso debería hacerlo yo. —comento Draco moviendo las tortitas—
No tiene porque ser así. —dije poniendo el resto de las cosas en la mesa—
¿Sabes? Estos días que hemos pasado son como una muestra de lo que tendremos en el futuro.—explico Draco apartando las tortitas—
¿Piensas que estaremos juntos en el futuro? —pregunte, notando como mi corazón se aceleraba al escuchar sus palabras—
Claramente. —respondió Draco con una sonrisa— Nada ni nadie me separara de un futuro contigo.
Sonreí y lo atraje hacía mi para atrapar sus labios en un suave beso. Draco podría ser un idiota muchas veces, pero no podía negar que conmigo era tan dulce como un oso de peluche. Nos sentamos alrededor de la mesa y comenzamos a desayunar entre risas y charla. Después de un encantador desayuno, lo recogimos todo y subimos a cambiarnos para ir a dar un paseo.
Draco y yo nos pusimos lo más cómodo que encontramos en nuestra ropa y salimos de la casa agarrados de la mano. El sol iluminaba las calles y muchos niños jugaban en estas. Draco y yo fuimos a muchas tiendas y aprovechando el calor nos tomamos un helado en mi heladería favorita. Compramos los helados y nos sentamos en uno de los bancos del parque más cercano para disfrutar del sol y de las hermosas vistas que el parque tenía.
No me importaría pasar el resto de mi vida así. —comento Draco de repente—
¿A que te refieres?—pregunte tomando otro trozo de mi helado—
A vivir contigo en un barrio muggle, a llevar una vida normal fuera de todo lo mágico. —respondió Draco— Se que mi padre me crio para que odiase todo esto y hasta hace poco fue así, pero estar contigo estas vacaciones me ha demostrado que cambiar de aires siempre viene genial.
