Mar POV.
Era de noche. Me puse la ropa más comoda que tenía y salí de mi habitación libremente. Por orden de Snape, todos estaban avisado que podía moverme libremente por el castillo esta noche, ya que tenía que limpiar las cocinas. Snape también se había encargado de prohibirle a todos los elfos que me ayudasen, tendría que limpiar toda la cocina de forma muggle yo solita.
Camine por los pasillos solitarios rapidamente, no me gustaba estar sola y con poca luz por estos pasillos. Aceleré mi paso aún más, casi corriendo, y me adentre en las cocinas, donde los elfos domésticos se encontraban recogiendo la comida de la cena.
Señorita Blackesley, ¿Que hacé usted aquí? —me pregunto Dobby, acercandose a mi—
Estoy castigada, Dobby. —respondí, encogiendome de hombros— ¿Te gustarón nuestros regalos de navidad?
Claro que si, señorita. Tanto usted como su hermana me regalaron unos regalos geniales. —respondió Dobby con una sonrisa—
Me alegro de que te gustaran y ya sabes que puedes llamarme Mar. —le dije, con una sonrisa— Ya sabes que si algún día te cansas de todo esto, puedes venir a nuestra casa.
Lose, señorita. Usted y su hermana son igual de amables y compasivas que sus padres. —comentó Dobby—
Dobby me llevó con el elfo doméstico que se encargaría de mi castigo y luego volvió con los demás elfos para continuar retirando la cena. Cogí un cubo y unas cuantas cosas más de limpieza y me fui junto al elfo. Comencé limpiando todos los muebles de la cocina. Ya solo con eso quería morirme. La cocina era enorme y debía tener por lo menos unos cincuenta muebles.
Después de tres horas, cuando erán las dos de la mañana, había terminado solamente de limpiar todos los muebles. Suspire agotada y me dirigí para limpiar todos los platos y cubiertos de la cena. Me puse unos guantes y comencé a fregar todos los platos. Mientras los fregaba, escuche como alguien entraba en la cocina. Rapidamente me gire, consiguiendo que se me cayera el plato de las manos. Mire por toda la cocina, pero no vi a nadie.
¿Asustada, bebe? —pregunto Ron quitándose la capa de invisibilidad frente a mi—
¡Casi me matas de un maldito infarto! —exclame, mientras él me daba un casto beso— ¿Que haces aquí?
Bueno, mi novia tiene que limpiar toda la cocina y no pensaba dejarla sola. —dijo Ron con una sonrisa— Así que le pedí a Harry la capa de invisibilidad y el mapa del merodeador y vine a ayudarte.
Tu no tienes porque cargar con esto, amor. Este es mi castigo y debo hacerlo yo sola. —le dije, dándole un beso en la punta de la nariz—
Aún así quiero ayduarte y tu no puedes impedirmelo. —prosiguió Ron, coguiendo uno de los cubos—
Continué fregando los platos mientras Ron se dedicaba a fregar los suelos con la fregona. Para las seis de la mañana, yo había terminado de fregar los platos, secarlos y colocarlos, mientras que Ron había terminado de fregar el suelo y unas cuantas mesas que había en medio de la cocina. Gracias al cielo que era la madrudaga del domingo, por lo que después de esto podría tirarme en la cama para dormir durante casi todo el día.
Ambos salimos de la cocina, exhaustos de tanto trabajo. Pareciamos zombies en busca de comida. Puesto que la cocina había abierto hacía poco, Ron y yo tomamos un poco de comida que Dobby nos preparo con gusto y nos fuimos a la sala común sin hacer ruido alguno. Sentandos en el sofá, con una manta sobre nosotros, comenzamos a tomar el desayuno entre bostezo y bostezo. Nos costaba mucho mantenernos en pie, pero sin saber como, conseguíamos mantenernos durante todo el tiempo posible
Mar, se que no suelo ser muy romántico y se que la carta no vale, que a ti tengo que demostrarte mi amor cada día. —dijo Ron una vez que terminamos el desayuno— Quiero que sepas que puedes tomar mi mano, mi corazón y mi alma, porque solo tendré estos ojos para ti.
Ronald Bilius Weasley, tu eres romántico la mayoría del tiempo pero no te das cuenta de ello. —le dije con una sonrisa, pasando mis brazos por su cuello— Ahora yo quiero que sepas que quiero que me beses hasta que mis labios tengan tu nombre.
Atraje a Ron hacía mi, capturando sus labios con los míos. Le besé, deleitandome de aquellos labios que tanto amaba y que había deseado besar durante muchos años. Con cada beso me daba cuenta de que por mucho tiempo que pasara jamás me cansaría de sus labios ni de él. Ronald me sorprendía día a día y eso me encantaba. Cada día me enamoraba más, si es que eso era posible. Me senté en sus piernas, continuando el beso y enredando mis manos en su pelo. Ese pelo tan suave y largo que tanto amaba tener entre mis manos. Cuando la falta de aire se hizo presente, mordí suavemente el labio de Ron mientras me separaba de él, observando sus inchados labios.
Buenos días. —dijo Hermione mientras se acercaba a nosotros—
Buenos días, Hermione. ¿Que haces levantada tan temprano un domingo? —le pregunto Ron mientras me daba suave caricias en la espalda—
Tengo un poco de hambre. Además quería ir a la biblioteca y aprovechar todo el tiempo posible para estudiar. —respondió Hermione cogiendo unos libros—
Tu y yo también iremos a estudiar cuando descansemos un poco, que lo sepas. —le dije a Ron—
Es domingo, cariño. Tenemos más tiempo para estudiar. —murmuró Ron—
Voy a descansar y en cuanto estemos listos vamos a la biblioteca. —le dije, dándole un casto beso— Descansa tu también. Te veo luego, Hermione.
Descansa, Mar. Nos vemos luego. —dijo Hermione—
Subí a mi cuarto y descanse durante unas cuantas horas. A la hora de la comida, Ron también había descansado lo suficiente, por lo que fuimos a comer junto a todos los demás. Tras la comida, mucho de nosotros nos fuimos a la biblioteca, donde pasamos la tarde entera estudiando. Estuvimos allí hasta la hora de la cena, cuando volvimos al gran comedor para tomar la cena. Después de todo eso, todos nos dimos las buenas noches y nos fuimos a nuestras habitaciones. Sin duda alguna, esta noche fue una de las que mejor logre descansar.
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Complicated Love
RandomMar y Nazaret Blackesley son dos hermanas con una familia bastante conocida. Toda su familia había contado siempre con una buena fortuna, por lo que ambas eran por así decirlo ricas, pero eso no les hacían creerse más que nadie. Mar era una chica de...