➸ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ①⑤

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Ruggero

Abro la puerta del departamento, viendo como Verónica da un brinco del sofá y corre hacia mí. También visualizo al doctor Walker con una taza de té en la mano, la deja en la pequeña mesa delante de él y se acerca también.

—¿Y? ¿La has visto? —pregunta.

—Llegué tarde, el avión de Borja despegó y di unas vueltas por el aeropuerto pero no la encontré —respondo cabizbajo.

—Hostia —jadea frustrada—. Es que seguro ese tío la ha confundido o era alguien parecida.

—No lo sé, nunca lo sabré —respondo.

—Ven, cariño. Hay panqueques en la isla y café en la cocina... —coloca la mano en mi espalda baja, haciéndome ingresar a la sala.

—Doctor Walker —lo saludo, alcanzando mi mano hacia él.

—Benicio, es un gusto volver a verte. Lamento lo de tu amiga —responde. La confusión de pronto se apodera de mi rostro y es hasta que pasan unos segundos que comprendo. Miro a Verónica y asiento.

—Iré a desayunar, pero me gustaría hablar con usted acerca de la operación.

—Vale, de todas formas bebía té con tu madre dándole la noticia de que todo el papeleo está listo... —agrega.

¿Madre?

Oh, ya he entendido.

Verónica ha presentado la identificación y apta de nacimiento de su hijo como si yo lo fuera. Al parecer el doctor Walker y todos se la creyeron, lo cual es una muy buena noticia ya que podré hacerme esa operación.

Karol

—Vamos tía que ya ha amenecido. Debemos ir al nuevo instituto —escucho la voz de Valentina a lo lejos.

El ruido de las cortinas siendo corridas hace que mi cerebro duela, saco la almohada de que cubría mi cabeza para que mis ojos choquen con la dura realidad.

—¡Cierra eso, carajo! —gimoteo, cubriéndome los ojos.

—Anda, debes alistarte. El chofer nos llevará en treinta minutos —indica.

—No tengo fuerzas... —gruño, cayendo de espaldas en la cama—. Me siento... embarazada —bufo.

—Ya que si lo estás —dice entre risas.

Ruedo los ojos. Me veo obligada a salir de la cama, arreglarme a duras penas y desayunar cereal con leche. Valentina me mira horrorizada en cuanto baja de las escaleras.

—¿No iras así o no?

—¿Qué? El instituto no tiene uniforme, debo aprovechar para llevar lo que quiera —le respondo con la boca llena de cereal.

—Tía estás embarazada, no eres una vagabunda. Sube y te dejaré ropa en tu cama para que te cambies.

—Oh, no. Eso sí que no. Siempre que eliges mi ropa termino en minifaldas y accesorios de cuero.

—Te dejaré unos jeans y una playera, mucho mejor que esas calzas de yoga y tu sudadera de One Direction.

—¡Oye! Con mis chicos no —le advierto.

—Ya como digas... ahora levanta ese culo y ve arriba.

—Estoy tan hinchada... —sollozo.

—Lo que estás es insoportable, chavala. Ni quien te aguante.

El nuevo instituto es bastante apagado, paredes altas y varios pisos, pintura amarilla cubre la mayoría de las superficies y una bandera española flamea en el estacionamiento. Es raro pensar en mi instituto estadounidense anterior, las cosas si que son diferentes aquí. No hay porritas o jugadores de fútbol americano yendo y viniendo. Sólo personas normales con vidas normales y un acento muy hermoso. Me acostumbre al gallego y todas sus palabras, ya casi un año de convivencia con Valentina casi ha hecho que se me pegue su tonada.

  ➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora