➸ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ①⓪

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Maldito seas trueno de mierda.

El sonido nos hace saltar a ambos, separándonos por completo. Él se rasca la nuca, sé que es un reflejo de nerviosismo, recuerdo cada uno de sus movimientos cuando se encuentra incómodo. Yo también lo estoy, pero ni siquiera puedo moverme.

—Bueno. Emm, buenas noches.

—Sí, claro. ¡Buenas noches!—mi voz sale temblorosa, él retrocede y sale de la habitación.

Uf, eso estuvo tan cerca.

—Demasiado cerca...

Al día siguiente

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Al día siguiente...

Abro los ojos débilmente, sentándome en la cama con toda la pereza del mundo. Mi cuerpo se niega a seder y vuelve a caer acostado, busco mi celular pero recuerdo que está sin batería. Genial.

Un olor a hotcakes inunda la habitación, huele riquísimo. Mi locura y yo con los olores. Doy una vuelta en la cama, pero entonces recuerdo que esto es muy cómodo para ser mi viejo colchón. ¡Cierto! Todavía estoy en la casa de campo con Ruggero, me levanto rápidamente. Recordando que aún sigo con su camiseta, no quiero quitármela jamás, pero debo hacerlo. Quitándomela lentamente, la doblo, luego de acomodar y tender la cama. Desato mi cabello y camino hacia el cuarto de baño, una vez ahí dejo que el agua tibia me termine de mojar por completo.

—¡Karol! ¿Ya despertaste?

Escucho desde el piso de abajo, para ser una casa tan grande el sonido es como si estuviera muy cerca...

—¡Karol! ¡Jesús!—la puerta se abre dejándome espantada, cierro la cortina.

Un grito sale desde la profundidad de mi garganta, por poco me ve completamente desnuda. Lo peor es que no me quita los ojos de encima.

—¡Lárgate!—grito.

—¡Perdón, perdón, perdón!—escucho sus disculpas desde el otro lado.

—¡Ruggero!—me burlo, no puedo evitar reír.

—¡Perdóname!—él también está riendo.

Termino de ducharme rápidamente, envuelvo mi cuerpo en una toalla que encontré por ahí y salgo a la habitación. No hay nadie, se fue, busco mis jeans y no están, los dejé sobre la cama. ¿Dónde están? Escucho unos golpes en la puerta.

—¿Ahora tocas la puerta?—me burlo, él vuelve a golpear—. ¡Pasa!

—Bien, te traje algo de ropa de mi madre. Creo que va a entrarte, bueno, espero...—entra y deja unas prendas sobre la cama, lo miro. Sus mejillas están coloradas, no me mira a los ojos. Es más, evade mi mirada.

—Nunca nadie sabrá lo que acaba de pasar, ¿okey?—le digo, pero en ese momento sus ojos café me penetraron.

En dos pasos, quizás... en cuestión de segundos, estaba parado frente a mi. Con sus manos en mis mejillas y sus labios sobre los míos, estoy quieta, plasmada, en estado de shock. Su boca dulce, con sabor a mantequilla de maní y miel, sus brazos en mi cintura. Pongo mis manos en sus hombros empujándolo solo un poco para observarlo, me mira. Esos labios ahora rojos e hinchados por nuestro flamante beso, sus ojos café ahora negros y profundos, su pulgar acaricia mi pómulo negando con la cabeza. Antes de que intente arrepentirse o disculparse, tomo el  cuello de su polo azul y lo beso.

  ➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora