➸ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ④④

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—¡Esas tetas yo ya las vi! ¡Son hermosas! —grita Ruggero y me mira.

«¿Por qué está haciendo esto?»

—Mantente quieto y callado, o te largas... —le advierte Dany.

Ruggero hace una mueca y se sienta, pero no deja de mirarme. Tengo que terminar la coreografía antes de tiempo y salir del escenario prácticamente corriendo. Eso fue tan humillante, mi Ruggero jamás me haría algo así. Debe estar borracho, drogado o loco para tener el valor de humillarme así.

—¿Estás bien? —me pregunta Dany.

Entro corriendo al camarino con él a mis espaldas, me siento en la silla y comienzo a desmaquillarme.

—Mi show terminó. ¿Puedo marcharme? —le suplico.

—Sí, claro. Pero primero debes calmarte, no puedes conducir así.

—Si es para huir de aquí, por supuesto que puedo conducir...—murmuro, agarrando mis cosas.

Dany sale para que pueda cambiarme la ropa y al cabo de unos minutos salgo yo también como alma que lleva el diablo. Me coloco un gorro de lana negro y salgo por la puerta de servicio, pero Ruggero ya me está esperando ahí.

—Ven aquí —gruñe, jalandome del brazo cuando quiero correr hacia el coche.

—¡Sueltame! —bramo, librandome de su agarre —. ¡¿Qué tienes en la cabeza?! —le grito, alejandome de él.

—Te extrañaba... —murmura, metiendo las manos en sus bolsillos.

—¿Por eso gritaste que mis tetas eran hermosas? —gruño, aguantando las ganas de llorar.

—Estoy borracho... —jadea, mientras da manotazos al aire.

—Tengo que irme... —le respondo, intentando marcharme.

—No, por favor. No te vayas, no me dejes... —susurra.

Da dos zancadas hacia mí, me agarra de las muñecas y me acorrala contra la pared del callejón. Su brutalidad me deja plasmada. Después del día que acabo de vivir, no tengo fuerzas para luchar por librarme y menos para darle a Ruggero unas buenas bofetadas, es lo que se merece. Quizás así reaccione.

—Suéltame —exijo.

—No hasta que digas que volverás conmigo...

Me mira fijamente a los ojos, los cuales están perdidos e inyectados en sangre. No son los ojos de mi... Bueno, es momento que deje de utilizar la palabra “mi” antes de su nombre. Así nada de esto funcionará.

—Volveré contigo —le respondo, los ojos se le iluminan—, pero no ahora. Te pedí un tiempo Ruggero, no lo olvides.

—¡No necesitamos tiempo! —grita, golpeando con su puño la pared detrás de mí —. Lo único que necesitamos es estar juntos, nena. Tú y yo...

Me acaricia la mejilla con la mano que acaba de golpear la pared y noto el olor metálico de la sangre que escurre por sus nudillos.

—Ven a casa, por favor. Ven a nuestra cama... —susurra, pegando la boca a mi cuello.

—Esa es tú casa Ruggero, no mía. Sólo que yo cometí el error de irme a vivir contigo antes de tiempo...

—No te atrevas a decir que fue un error. Nada que tenga que ver con nosotros fue un error —se le quiebra la voz.

—Ruggero tengo que irme, por favor.

Él me mira, fijamente varios segundos. Hasta que no me doy cuenta que el tiempo ya no transcurre y estampa sus labios contra los míos. No puedo detenerlo aunque quisiera. Le sigo el beso, enredo los dedos en su pelo y lo tiro haciéndolo gemir. Me agarra con fuerza de los muslos y los coloca en sus caderas, miro a los lados de reojo. No hay nadie que pueda mirarnos. La luna es lo único que nos ilumina cuando llevo los labios a su cuello y chupo con fuerza, luego paso la lengua por el lugar y a Ruggero se le acelera la respiración.

  ➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora