➸ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ④⑤

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—¿Qué? —mi voz sale quebrada.

—Tienes razón, lo mejor será que te vayas... —murmura, colocando la cabeza entre sus piernas—. Si quieres puedes llevarte a Luna hoy, así mañana ya no tienes que buscarla —me dice.

—¿Estás seguro? —pregunto, con la esperanza de que me diga que no.

—Sí.

Asiento, el corazón echo trizas.

«¿Cómo pasé de querer marcharme o desear que me diga que me quede?»

Me doy media vuelta, recogiendo mis cosas y saliendo de su habitación. Cierro la puerta y asiento la espalda en ella, las lágrimas ruedan por mis mejillas y una desesperación me golpea.

«La desesperación de perder a Ruggero.»

La puerta se abre a mis espaldas de golpe y me separo con velocidad, Ruggero me mira y me envuelve en sus brazos. Me sorprendo pero lo aprieto contra mi pecho, sus lágrimas caen en mi hombro y solloza:

—Podremos superar esto, ¿verdad?

—No lo sé... —murmuro.

Sostengo su rostro entre mis manos y lo miro fijamente a esos ojos mieles hermosos, uno nuestras frentes y le susurró:

—No sé qué hacer con lo que siento por ti...

—Yo tampoco —responde, acariciando mi mano en su mejilla.

—Ruggero yo te amo, más de lo que soy capaz de soportar —le confieso, haciendo que se le iluminen los ojos—. Pero tenemos que ser sinceros y si de verdad queremos salvar lo nuestro, debemos darnos un tiempo —me sincero.

—Lo sé —contesta para mí sorpresa—, pero tenemos que poner condiciones para que este tiempo pase y no empeore las cosas... —ofrece.

—¿Cómo cuáles? —pregunto intrigada.

—Si nos tomamos un tiempo, es para arreglar nuestras diferencias, no para ver a otras personas —asiento—. Es obvio que tenemos que abstenernos de tener sexo, creo que es lo que más nos costará —dice entre risas—. Nos seguiremos viendo. Será inevitable. Vamos a la misma escuela, cursamos casi las mismas clases y tenemos una hija en común...

La forma en que se refiere a Luna me hace reír y hundo la cabeza en su pecho. Nos quedamos ahí inmóviles, disfrutando de nuestro calor corporal por última vez.

—No te vuelvas a aparecer en mi trabajo. Tienes que dejar de beber —le advierto, mirándolo a los ojos.

—Sí, por supuesto. No sé qué me ocurrió hoy... —agacha la mirada.

—Tranquilo, pero que no vuelva a suceder. Por favor —suplico. Ruggero asiente.

—¿Se lo dirás a Lionel? —pregunta, rascando su nuca.

—Creo que debe saberlo... —murmuro.

—Sí, opino lo mismo. Pero déjame a mí que hable con él, por favor —me dice.

Dudo unos segundos pero finalmente asiento. Nos separamos y me envuelvo el cuerpo con mis brazos.

—Entonces... Adiós —le digo, sintiendo como los ojos se me humedecen.

—Adiós —responde, sentándose en los pies de la cama.

Trago saliva con dificultad, me acerco a la puerta y la cierro. Esta vez no miro atrás y bajo las escaleras de a dos donde la pequeña bulldog me ladra juguetona.

—¿Lista nena? —le digo con voz chillona.

Visualizo en la mesa que Ruggero ha preparado todas las cosas de Luna para que estuvieran listas para mañana, sonrío débilmente. Recojo todas las cosas y le pongo a la pequeña su correa rosa con brillitos, Ruggero pensó en todo.

  ➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora