➸ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ⑥⓪

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El reloj de la sala marca las once y media de la mañana, mi cabello ha secado pero el frizz lo ha vuelto inmanejable. Tomo la plancha e intento arreglarlo pero es en vano, hasta creo que lo empeore. Subo para avisarle a Lionel que me marcho pero aún continúa dormido, estoy bajando las escaleras. Hasta que un pensamiento descabellado me golpea y trompiezo al querer subir los escalones de a dos, salto sobre la cama y lo remuevo.

—¿Qué ocurre? —dice asustado, mirando hacia todos lados.

—Ay, por Dios que susto—lloriqueo mientras me abrazo a su cuello.

—Si no me mata el cáncer, vas a matarme tú—dice Lionel entre carcajadas—. ¿Qué sucedió, linda? —dice limpiando una lágrima en mi mejilla—. No pretendo irme aún—murmura y mi corazón se estruja.

—Casi me matas a mí—lloriqueo.

—Tranquila, bonita. Yo estoy bien.

—Bueno, Dios. Regreso en unas horas. ¿Bien?

—Claro, aquí estaré—ríe.

—Adiós—le murmuro y me da un beso suave en los labios.

Me levanto de la cama y salgo de la habitación. Llamo rápidamente a su madre para que venga con él, ella no me contesta muy bien pero no busco pelea. Me coloco las sandalias y tomo mi bolso, peino mi cabello con los dedos, mientras espero al Uber. Luego de unos cinco minutos, el coche está en frente de la casa. Mientras nos acercamos al restaurante, chequeo mis redes sociales. Hay varias fotos de Ruggero en páginas de chismes, anuncian al nuevo artista del momento, su gira y sus sospechas de una nueva relación con... Jazmín Carbajal. Frunzo el ceño.

Le pago al uber y me bajo hecha una furia, lo más rápido que mi pierna me lo permite; necesito calmarme. Continuo bajando en la publicación, hay fotos de ellos en un café. Ellos están sonriendose y con las manos entrelazadas sobre la mesa, son de hoy. Cuando entro al restaurante, alguien me toma del brazo y me arrastra hacia la planta de arriba. Intento safarme pero él tiene más fuerza, cuando me suelta veo que es Ruggero. Le doy un gran empujón.

—¿Qué te sucede? —gruño.

—Ya debes haber visto las fotos—ambos nos callamos cuando vemos que su madre se acerca.

—Hola, linda. Tanto tiempo—dice Antonella abrazándome.

—Hola, Anto. ¡Te ves radiante! —la alago.

—La verdad que sí, el divorcio me ha sentado de maravilla—sonríe y asiento. Ruggero rueda los ojos—. ¿Interrumpo algo? —dice apenada.

—Sí —dice Ruggero.

—No, claro que no—lo corrijo.

—Entonces los espero abajo para almorzar—sonríe y baja las escaleras. En cuanto ya no hay rastro de ella, me giro hacia Ruggero.

—¡Me dijiste que no habías vuelto a verla desde aquella vez! ¡Me mentiste! ¡Otra vez! —grito, llamando la atención sin querer de las personas que comen tranquilamente.

—Perdóname.

¿Qué?

Ciertamente estoy desconcertada, creí que iba a desmetirlo o darme una explicación. Pero eso significa que pasó más que una simple charla.

—¿Qué quieres decir con eso? —frunzo el ceño, dando un paso hacia atrás alejandome de él. Estoy recibiendo el golpe.

—Si me acosté con Jazmín aquella vez que Lionel nos vio en el cuarto del conserje... y hoy también—mi mandíbula va a parar al suelo y siento que la presión se me ha bajado. Ruggero intenta acercarse pero lo aparto.

  ➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora