➸ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ ④⑥

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—Hey, tranquilo. Mira te voy a dar mi humilde opinión. Ella debe tener razones para haberlo elegido, dudo que estés enamorado de una persona tan cruel que te deja en un aeropuerto después de que hablaste por un puto micrófono.

—No tuvimos mucho tiempo para hablar tampoco.

—Bien, entonces deja de beber aquí como estúpido y ve a buscarla.

—¿Qué? Se fue a Chicago.

—Tomate un avión y vete.

—Mira, Alexandra. Te juro que el Ruggero de hace cuatro meses ya estaría con el culo planchado en un avión yendo atrás de ella, pero en estos momentos creo que debo aceptar mi derrota. Lionel ganó.

—Pero tú la amas...

—Y ella lo ama a él, nunca dejó de hacerlo. Si no, por lo contrario ya le hubiera cortado hace mucho.

—Pero me dijiste que ella descubrió algo oscuro sobre ti.

—Si y creí que ya lo había entendido, es decir, dormimos juntos después de que se lo explique. Pero prefirió irse con él, debo aceptarlo.

—Te estás rindiendo... —dice, acomodando su cabello a un lado.

—Simplemente estoy dejando de luchar...

—Esfuérzate, un poco más.

—Ya no tengo fuerzas. Necesito por una puta vez en mi vida, dejar de luchar por los demás y hacerlo por mi. Quiero ser feliz y si no es a su lado, pues ya. Debo resignarme y olvidar, a pesar que mi alma se desgarre cuando la recuerde.

—Woa, hablas muy bonito. Se nota que la amas.

—Más de lo que te imaginas, pero ya no estoy dispuesto a dejar de lado mi vida por ella—digo, en un acto impulsivo por el alcohol acorto el espacio que nos separa y la beso.

—Hey, hey—me separa—, creo que te equivocaste con mis intenciones—dice riendo.

—Lo siento, yo... Me deje llevar—digo, frotando mi rostro e intentando marcharme cuando toma mi mano.

—Acabo de salir de una relación tormentosa. Y Ruggero tú estás enamorado de Karol aún, nos debemos tiempo para nosotros mismos.

—Tienes toda la razón, Alexandra. ¿Segura que no te dolió cuando te caíste del cielo? Has sido un ángel desde que te cruce ahí abajo.

—No soporto ver personas sufriendo—suspira, mirando hacia el cielo estrellado.

—No creí que se me notara tanto lo sufrido—digo, mirando hacia ella.

—Bebes hasta emborracharte, si no te hubiera traído aquí seguro terminabas en una pelea callejera o siendo robado apenas salgas del bar.

—Justo en eso pensaba cuando llegaste.

—Sí y hablando de llegar, Cenicienta debe irse—dice, mirando el pequeño reloj de oro en su muñeca.

—¿De verdad? Pero apenas son las tres.

—Debo trabajar mañana.

—¿Trabajar? —digo incrédulo—. ¿Cuántos años tienes?

—Veinticinco—dice como si fuera una obviedad. Pero para mí es una gran sorpresa, porque su apariencia da una chica de preparatoria.

—Yo apenas tengo diecisiete.

—¡No me jodas!—dice, riendo a carcajadas—. Pero si pareces mucho mayor, ni siquiera deberías poder entrar a este bar—coloca un mechón detrás de su oreja.

  ➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora