➸ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ ①③

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—Sólo necesito un trago...

—Pero apenas son pasadas las cinco de la tarde... ¡Y apenas estamos a martes! —chilla.

—¿Y qué? —me encojo de hombros.

—¡Esa es la Karol que a mí me gusta! —exclama, acelerando el coche y poniendo la música a todo volumen.

Luego de quince minutos, estaciona a las afueras de un bar. Antes de bajar le saco el papel a la paleta de dulce que me dio Adam por portarme bien durante la sesión y desacomodo mi uniforme. Mi corbata va a parar al asiento trasero y saco mi camisa del interior de la falda. Decido que a la mierda las muletas e ingresamos al bar, pedimos unos tragos mientras nos sentamos en la barra. Esto es tan prohibido, dos alumnas de secundaria a las seis de la tarde bebiendo alcohol

—Necesito sus identificaciones, señoritas—dice el barman. Miro a Valentina asustada, iremos a la cárcel—. Estaba bromeando—dice y nos pasa nuestros tragos. Mi risa sale nerviosa y hasta ridícula.

—¿En qué piensas? —dice Valentina, mientras bebo un poco de mi trago.

—En que amo demasiado a Ruggero como para perderlo—ella me mira como si lo que dijera fuera una obviedad.

—Todo Seattle sabe lo que enamorada que estás—dice, bebiendo de su vaso.

—Ya sé, es hermoso enamorarse y sé que soy un poco intensa con esa cuestión. Pero estoy preocupada, siento una cierta dependencia a él.

—Y eso... ¿Está mal?

—Por supuesto que está mal.

—No encuentro el problema, tía.

—Nunca fui dependiente, nunca... dependí de nadie. Tuve una madre y un padre, tuve una familia feliz una cierta cantidad de tiempo. Pero jamás dependí de ellos. Desde que Carrik engañó a mi madre con Valeria, prometí no depender de nadie. Pero aquí estoy, siendo consciente que sin Ruggero no soy la misma.

—Oye, creo que deberías beber solo agua—se burla de mí.

—Valentina—gruño, rodando los ojos.

—Es que no sé qué pretendes que te diga, joder. El amor es así, te vuelve vulnerable, dependiente y hasta susceptible a las inseguridades. Pero no por eso dejamos de amar.

—Creo que tú deberías soltar ese trago—me burlo y ambas reímos a carcajadas.

Después de todo, agradezco tener a esta loca como hermana.

—Mierda—gruñe Valentina, mirando su celular—. Es papá.

—Dile que estamos en... mierda, no le contestes.

—Mierda—gruño ahora yo. Mi celular suena y el nombre de Ruggero aparece en la pantalla.

—Buenas noches chicas...

Valentina y yo levantamos la mirada al mismo tiempo, dos chicos están parados delante de nosotras. ¿Buenas noches? Miro la hora y efectivamente, son las nueve. Pero si llegamos hace nada.

—Hola—dice Valentina, moviendo con coqueteria sus pestañas.

—Creo que ya deberíamos irnos—le murmuro a mi hermana.

Mi vista analiza todo el bar, de un momento a otro se llenó de gente y anuncian que en unos minutos se abrira la pista de baile. En la barra hay diez pequeños vasos con tragos, a lo que asumo que con Valentina tomamos cinco cada una.

—La noche es virgen, nenas. Deberían hacernos compañía.

El rostro del chico es guapo, tiene la mandíbula muy marcada y unos radiantes ojos celestes. Pero no es mi Ruggero así que niego con la cabeza. Recuerdo entonces que me estaba llamando. Valentina se regala miradas con uno de los chicos y lo invita a sentarse a su lado, por lo que el otro se sienta a mi lado. Sonrío con incomodidad mientras le marco a Ruggero. A los dos tonos contesta.

  ➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora