➸ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ⑤③

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—Debemos llevarla a un hospital —les digo, intentando hacerla reaccionar, pero nada.

—Faltan quince minutos para que aterricemos, pero una ambulancia ya nos estará esperando al llegar —dice la azafata.

—¡Pregunta si hay algún doctor en el avión! —grito, aterrorizada.

La azafata se levanta de un salto y corre hacia la parte trasera del avión, escucho sus gritos desde aquí. Luego de un minuto, un hombre junto a la mujer aparecen y me levanto para dejarlo que se arrodille a un lado de Valentina.

Las manos me tiemblan a más no poder y vuelvo a tomar asiento a pedido de las azafatas, Valeria parece preocupada pero no tanto como debería estarlo. No me sorprende, esta bruja no tiene corazón. Sólo debe amarse a sí misma.

Los quince minutos hasta aterrizar pasan volando, así que sin ni siquiera buscar mi equipaje corro detrás de los para médicos que llevan a Valentina en una camilla. Las lágrimas se derraman a toda velocidad por mis mejillas, somos el centro de atención en el aeropuerto de París. Valeria viene detrás de mí, dando saltitos con sus tacones y con una gran arruga en la frente. Ojalá y se cayera.

—No hay lugar en la ambulancia, madame —le dice un amable Francés a Valeria.

—Karol, bájate yo iré —me gruñe, haciendo gestos con sus manos.

Niego con la cabeza y el para médico le cierra la puerta en la cara, la miro victoriosa y cuando nos alejamos centro toda mi atención en Valentina. La cual está comenzando a reaccionar.

—¿Dónde estoy? —pregunta adormilada.

—No se mueva, mademoiselle —le pidió una mujer de marcado acento.

—¿Se podrá salvar al bebé? —pregunto, aterrorizada por la respuesta.

—Ya no hay bebé, lo ha perdido —responde la misma mujer, frunciendo los labios y mirándome compasivamente.

—La... —susurra mi hermana, intentando articular palabra—, la comida —balbucea.

Frunzo el ceño y la miro fijamente, me aprieta la mano con fuerza.

—Tenía algo... —agrega.

—¿La comida tenía algo? —jadeo.

Valentina asiente con la cabeza.

—¿Qué podría haber causado el aborto espontáneo? —pregunto.

—Hay muchas posibilidades... ¿Qué comió exactamente? —me mira analizando la situación.

—Ella... comió demasiado en el avión. No lo sé —balbuceo, entrando en pánico.

—Si esto fue provocado, deben realizar una denuncia. 

—Quiero realizarla y ya tengo a mi primera sospechosa —le respondo, sintiendo como la respiración se me altera al instante.

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  ➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora