➸ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ④⑦

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Karol:

Comienzo a reaccionar con lentitud, la cabeza me duele muchísimo y no recuerdo nada de lo ocurrió. Abro los ojos y noto que todo está oscuro, me quiero mover pero estoy atada. Tironeo para zafar del agarre, pero está tan ajustado que pelliza la piel de mis brazos y piernas. Quiero pedir auxilio y gritar, pero hay una cinta en mi boca lastimando mis labios.

—La perra despertó —dijo una voz que no conozco.

—Hora de hablar con la nena —escupe otro desde el otro lado de la habitación, esta vez es una voz familiar.

Efectivamente tengo una venda en los ojos, así que cuando puedo volver a ver me quedo aterrada al notar la situación. Estoy en la sala de estar de la mansión, atada y amordazada en una silla de la cocina. Vuelvo mi mirada hacia los dos tipos con pasamontañas que me miran divertidos, hay algo en uno de ellos que me llama la atención: papeles del despacho de mi padre en sus manos. Mi vista borrosa sigue analizando la situación, intentando mantener la calma. El jardinero y la chica de la limpieza están atados en el suelo, creo que inconscientes, eso espero.

—Mira linda, no te haremos daño ¿bien? Siempre y cuando nos digas donde está tu papi —me dice el tipo, caminando lentamente hacia mí y jugando con el revolver en su mano.

—Quítale la cinta. Imbecil —le gruñe el otro tipo, haciendo que el primero ruede los ojos y me arranque de un tirón la cinta de la boca. Esa voz me parece bastante conocida.

—¡¿Qué quieren?! —gruño, respirando hondo.

—Ya te lo dijimos... queremos saber donde está Carrik Sevilla —me dice con ironía.

—¿Hola? —se escucha en el pasillo.

«¡Es Valentina por Dios!»

—¡No entres Valentina! ¡Corre...! —grito.

El tipo que antes hablaba conmigo me lanza una bofetada, dándome vuelta el rostro y haciéndome gritar de dolor. Escupo sangre. Maldito desgraciado. Valentina no es lo suficientemente rápida como para huir y terminan atrapandola, así que la unen al club de los amarrados.

—¿Qué cojones está pasando, Karol? —llora Valentina, mientras la atan en una silla a mi lado.

—No lo sé, por favor mantén la calma y no digas ni una palabra —le ruego.

—¡¿Dónde está Carrik?! —grita otro de los tipos, entrando en la sala con un arma.

—¡Ah! —gritamos, desviando la mirada.

Esa voz la conozco sin dudas, pero no demuestro nada.

—Bastante testarudas las bastardas... —gruñe el primer tipo, acercándose más de lo debido a mí.

—Y sexis... no me creo que sean hijas de ese hijo de puta —escupe el segundo hombre, acorralando a Valentina.

—Miren nenas, hablaran tarde o temprano. Quieran o no... —dice el tipo en frente de mí, deslizando la mano por mi muslo desnudo.

—¡No me toques! —chillo, intentando patalear.

—No te hagas la penosa zorrita que todos aquí sabemos en donde trabajas... —murmura, acercando su boca con mal aliento a mi oído.

—¡No sabemos a dónde se fue! —grita Valentina, logrando que el maldito delante de mí me suelte.

—Son sus malditas hijas. ¿Cómo no lo saben?

—Sí conocieras a Carrik sabrías que no tenemos la mejor de las relaciones... —le contesto, mientras intento zafar mis manos de las ataduras.

—Lo conozco y por eso sé que lo que más ama en su vida es a sus dos herederas —responde, todos en la sala ríen.

  ➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora