➸ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ⑤③

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Ruggero Pasquarelli:

Mientras el doctor continúa revisando mis cuerdas vocales, veo a Alexandra pasar de largo, ir y venir varias veces. Quiero gritarle que aquí estoy pero lamentablemente no puedo hacerlo, ni siquiera decirle al médico que le diga que estoy aquí. Después de unos minutos la cortina en emergencias se abre y una sudada Alexandra se acerca a mí.

-¡Cariño! Este hospital es enorme, la verdad. Nadie me decía nada de ti-dice tirando su bolso en la silla a mi lado-. ¿Cómo te sientes? -pregunto, le hago un gesto de que no puedo hablar-. Perdón, soy muy estúpida, perdón.

Se disculpa al darse cuenta de la pregunta que había hecho.

-¿Cómo se encuentra? -le pregunto al doctor.

-Según por lo que veo, se presenta una lesión en las cuerdas vocales. Pudo haber sido causada por el mal uso de la voz o por forzarla demasiado.

-Él es cantante...

-No debe haber vocalizado correctamente antes de cantar.

Entonces recuerdo el día de la boda, para la primera canción si había vocalizado pero la segunda, todo fue muy rápido y ni siquiera me detuve a pensarlo. Mierda.

-Ay, Ruggero. Fue mi culpa-dice Alexandra al parecer recordando lo que yo-, no debí presionarte ese día, discúlpame -le hago un gesto para que se calme y ella asiente.

-Tranquilos, según por lo que observé debe ser algo temporal. Con reposar la voz, al menos por dos días y seguir otra serie de indicaciones, estará cantando en una semana. Por supuesto, si vocalizas antes de hacerlo-dice, sacando una libreta y anotando todo.

-Debemos volver a Seattle mañana, en caso y él no recupera la voz en una semana. ¿Qué hago?

-Mientras él no hable al menos 48 horas y siga este recetario, no hará falta que regrese. Si en caso y aún su voz no vuelve, lo que es muy improbable, les recomendaré por las dudas un doctor en el hospital de Seattle.

-Muchas gracias -dice Alexandra y toma la receta.

-Te regalaré esto para que puedas comunicarte con las personas-dice, me acerca una pequeña libreta y una pluma-. Bien, ya puedes ir a casa-me dice el doctor golpeando suavemente mi hombro.

Me levanto de la camilla y veo que Alexandra evita mi mirada, se ve extraña. Tomo la libreta y anoto un "¿Te encuentras bien?". Ella lo lee y sonríe.

-Sí, es sólo que tardé mucho en encontrar un talento como tú y no quiero perderte por una equivocación mía.

Continúo escribiendo y coloco "No fue tu culpa".

-Por supuesto que fue mi culpa, ese día te grité y dejé que mis problemas personales interfieran en mi trabajo-ella se detiene y mira por el pasillo-. No vayas a hablar, ni a intentar gritar, ni siquiera un ruido-me advierte-. Karol está aquí-dice y sofoco un grito.

Rápidamente escribo un "¿¡ESTÁ BIEN?!" Ella asiente y sonríe. Mira a mis espaldas y me giro ahí está ella, parada sola en el pasillo, como esperando respuestas. De pronto, Lionel sale de la habitación de adelante y se abrazan. Karol le dice algo al oído, lo cual hace que él sonría. Me quedo plasmado observando aquella escena, cualquiera que los viera diría que son la pareja ideal. Pero ella es «mí» pareja ideal.

Después me pongo a pensar ¿Qué hacen en un hospital? Karol no estará... Eso es imposible, si ella está embarazada debe ser mío, es decir... ¿Se habrá acostado con él? La cabeza me da mil vueltas cuando empiezo a sacar posibilidades.

-Deberías ir a hablar con ella, recuerda que para Lionel ustedes aún son los mejores amigos-me dice Alexandra-. Te espero en el coche-agrega y camina hacia el estacionamiento.

Camino hacia ellos, Karol limpia una lágrima de la mejilla de Lionel y besa sus labios. ¿A quién engaño? Ella ya tomó su decisión, debo irme a la mierda. Cuando giro sobre mis talones para marcharme, me detengo cuando su voz acaricia mis oídos.

-¿Ruggero? -me volteo hacia su dirección y le regalo mi sonrisa más falsa. Ella camina hacia mí con rapidez. Lionel me saluda con la mano desde donde está parado y le devuelvo el saludo. Él se ve muy pálido, es decir, más de lo normal.

Rápidamente anoto en mi libreta "Hola".

-Es verdad, Alexandra me dijo que perdiste la voz...

¿Qué más te habrá dicho esa loca, Karol?

-¿Qué te dijeron? -me pregunta. Se ve tan hermosa, pero en sus ojos nota que ha llorado mucho-. ¿Me esperas? Debo acompañar a Lionel a su taxi y si quieres tomamos un café-yo asiento repetidas veces, eso no me lo esperaba.

"¿No te vas con él?" Anotó y alzo la libreta para que pueda leerlo.

-Me voy mañana, en el primer vuelvo. Sus padres se lo llevan ahora, en su avión privado-dice y rueda los ojos-. Luego te explico mejor-agrega y me hace un gesto de que lo espere.

Karol Sevilla:

Finalmente, después de media hora discutiendo. Convenzo a Lionel de que se vaya con sus padres a Seattle hoy mismo, no soportaría tantas horas de vuelo con ese hombre. Le cantaría las cuarentas y seguro terminaríamos derribando el avión, le prometí a Lionel que me tomaría el primer vuelvo y así lo haré.

Estoy en el pasillo esperando que den de alta a Lionel, mi pie golpetea el suelo con nerviosisimo. Cada vez está más cerca el momento en el que le diré toda la verdad a Lionel y temo por como vaya a reaccionar, aunque aún no se si seré capaz de hacerlo. Él sale, en cuanto lo hace lo abrazo no muy fuerte ya que no quiero lastimarlo. Se encuentra bastante débil, pero el doctor nos recomendó que si tenía que viajar lo hiciera ya, porque luego todo se complicaría. El vuelo más próximo era para mañana y como sus padres vinieron en su caro jet privado, le dije que se fuera con ellos. Con la excusa de que mi madre me pidió que me quede un día más con ella, la verdad es que tengo el presentimiento de que no debo irme aún. Algo me aferra a Chicago.

Luego ese algo hace que mi cabeza gira hacia el pasillo y reconozco al instante esa espalda, su cabello con pequeño rizos y sus raras camisas. Era él.

-¿Ruggero? -digo. Miro a Lionel y me murmura un "Ve, estoy bien".

Empiezo a caminar rápidamente hacia él, no me contesta pero después de unos segundos en los que nos miramos profundamente, veo que toma una libreta y empieza a escribir. Levanta la misma y un "Hola" está escrito en ella.

-Es verdad, Alexandra me dijo que perdiste la voz... -digo, recordando. La veo a la lejos escondida detrás de una pared-. ¿Qué te dijeron? -le pregunto, pero entonces volteo para a ver a Leticia y su arrogante marido salir de la habitación-. ¿Me esperas? Debo acompañar a Lionel a su taxi y si quieres tomamos un café-digo sin pensar, quizás luego me arrepienta.

Pero quiero imaginarme que lo que me aferra a Chicago es Ruggero. Él me asiente repetidas veces, será algo incómodo hablar a través de notas pero seguro tiene instrucciones de reposar su voz. Entonces empieza a escribir y me muestra un "¿No te vas con él?".

-Me voy mañana, en el primer vuelvo. Sus padres se lo llevan ahora, en su avión privado-ruedo los ojos con ironía, los ricos y sus lujos-. Luego te explico-digo y le hago un gesto para que me espere.

Camino hacia Lionel y él me mira fijamente.

-¿Qué hace aquí? ¿Le contaste de... mí? -le tiembla la voz.

-Por lo que me contó su productora, estaba ensayando y se le fue la voz-le contesto-. No le conté nada, aún. ¿Hay algún problema con eso?

-No ninguno. Es que no los veo muy cercanos últimamente-me dice y empezamos a caminar hacia la calle. Sus padres esperan impacientes al taxi, me sorprende que no hayan traído a su chófer privado.

-Nos veremos mañana entonces-le digo, él se acerca y me besa suavemente. Nuestras lenguas apenas se tocan.

-Adiós, hermosa-murmura. Y camina hacia sus padres.

-Gracias por todo linda-dice Leticia.

-Sí, gracias-murmura ese horrible señor. Ruedo los ojos y una vez que el taxi se aleja. De pronto, siento que algo me falta.

  ➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora