➸ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ④⑨

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—Bueno, hola otra vez. Antes de que la novia corte el pastel, cantaré una última canción compuesta por mí. Se llama “Probablemente” la escribí, hace un par de meses, para ella. Y ahora que no la tengo más que nunca le digo “Lo que prometimos se quedó en palabras... No queda nada...”—canto, todos aplauden y comienzo con la guitarra.

Karol Sevilla:

No me dejó terminar, no me dejó decirle la verdad. No me dejó. Está enojado lo entiendo perfectamente, pero esta canción... Ruggero la escribió cuando después de lo de la cabaña me fui con Lionel y ahora que volví de nuevo con él, no puede perder oportunidad de cantarla. Me desgarra el alma escucharla, porque sé que si nosotros estamos separados es por causa mía.

—Debo ir al baño—miento, tomo mis cosas sin siquiera escuchar los gritos de Lionel. Me marcho.

Al llegar a la casa de mi madre, dejo las zapatillas en la entrada y a medida que ingreso me voy quitando el incómodo vestido. Sé que no hay nadie más en casa que pueda verme en ropa interior, Patrick está en un viaje de negocios y mi madre con Lionel no volverán en horas, espero. Saco el pote con el helado que sobró de anoche y me siento frente al televisor a llorar.

¿De ésto se tratará mi vida ahora?

¿Viviré lamentandome por lo que me perdí, las cosas que dejé de lado por complacer a los demás?

Esto no es vida...

Una vez que acabe el helado y el reloj marca las cuatro de la mañana, siento que deben estar por llegar y tendré que dar explicaciones del porqué me fui sin avisar, estaré profundamente dormida para cuando eso pase. Camino hacia mi cuarto, introduzco mi cuerpo en el pijama pero al querer colocarme los pantalones cortos mi pierna falla y termino cayendo al suelo, maldigo en voz alta. Nadie me escuchará. Me levanto adolorida, con los ojos lagrimeando y me meto en la cama.

Dormir debe ser lo más maravilloso que existe, ya no hay dolor, no hay Lionel y Ruggero, no hay nada. Solo una guerra entre mi subconsciente y yo, el cual me dice que salga de esa cama y corra tras Ruggero. Pero mi cuerpo continúa planchando en ella, sin intensiones de levantarse en al menos tres días. Mi tiempo límite está acabando, las clases empezarán en dos semanas y no quiero volver a Seattle. Pasé de querer con todas mis fuerzas vivir ahí, a en estos instantes ni siquiera querer pisar.

—¿Karol? —escucho una voz, pero continúo durmiendo.

—¿Karol estás aquí? —dice esta vez Lionel.

Escucho la puerta abrirse y los suspiros que ambos lanzan.

—Seguro estaba muy agotada—dice mi madre.

—Podría haberme avisado y la traía yo mismo, me preocupé muchísimo—lo siento más cerca hasta que su manos acaricia mi cabello y casi por impulso, me retiro pero evito mi impulsividad.

—Sabes como es Karol, no le gusta depender de nadie.

—Tiene razón—siento su sonrisa en frente cuando deja un beso en ella, al menos no está molesto y piensa que me fui por Ruggero.

—Ven, vamos a dejarla descansar—dice mi madre y lo agradezco.

De pronto, recuerdo que mañana debo acompañar a Lionel a su quimio. Creo que no estoy preparada para verlo ahí, lo quiero demasiado pero no debería ser yo la que esté ahí, no merezco acompañarlo en estos momentos pero tengo.

Al día siguiente, me despierto rápidamente para arreglarme. Me doy una larga ducha, relajo todas mis articulaciones. Debería aprovechar y comprar unas cosas para el departamento en Seattle. Finalmente, después de mucha insistencia de parte de Lionel acepte irme a vivir con él en el tiempo en que terminamos la secundaria. Sé que es muy rápido, pero a él no le queda tiempo que perder.

  ➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora