➸ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ⑤④

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Vuelvo a entrar al hospital y Ruggero continúa parado en el mismo lugar de cuando me fui.

—¿Nos vamos? —pregunto y él asiente con la cabeza.

Luego de que le dijera a Alexandra que nos íbamos juntos, ella solo le advirtió que si hablaba ella misma le iba a cortar la lengua. Eso lo hizo reír y se ganó un buen golpe de parte de su productora. Caminamos hasta la cafetería más cercana, nos sentamos y pedimos.

Mire el reloj, la aguja se movió y marco las siete de la tarde. Bebí un sorbo de mi café y me dispuse a hablar.

—Ya que tú no puedes hablar, voy a hacerlo yo—digo, él se revuelve y busca su libreta.

“Yo también tengo cosas para decir, pero te las voy a tener que escribir” anota y me hace reír.

—Pero primero hablaré yo—tomo aire y me preparo—, seguro te preguntarás la razón por la que subí a ese avión con Lionel hace un mes...—asiente con la cabeza—. Yo ya me estaba yendo cuando él me confesó algo y me hizo cambiar mi perspectiva por completo. Nunca te dañaría a propósito...

Tomo su mano pero al instante me arrepiento, nuestras miradas se cruzan y lo único que llega a mi mente, son recuerdos nuestros haciendo el amor.

—Lionel está enfermo, muy enfermo. Hoy... —aguanto las ganas de llorar—, hoy casi nos deja—murmuro, veo como sus ojos se abren como platos—. Lionel tiene cáncer, una leucemia grave y me lo dijo justo cuando yo estaba por subir a ese avión.

No puedo descifrar su rostro, debe estar perdido y confundido, yo también pasé por ese momento. Toma la libreta nuevamente y anota “No puedo creerlo”, la deja sobre la mesa y me sigue mirando, sin expresión alguna. Su rostro se encuentra totalmente neutro.

—Según los médicos de Seattle no le queda mucho tiempo, pero hace unos días estuvimos en este hospital y ese doctor nos dio más esperanzas. Yo... Va a sonar horrible, pero creí que podía hacerlo feliz en el tiempo que le quedara. No he podido contarle que lo engañe, ni con quien, le dije que íbamos a intentarlo pero de verdad me está costando.

Ruggero elimina el espacio espacio que nos separaba y me abraza, siento como una lágrima moja mi hombro desnudo. Me separo para mirarlo, creo que nunca antes lo había visto llorar. Ni cuando éramos mejores amigos lo hacía, Ruggero aguantaba mis chillidos pero yo nunca a él. Levanta su libreta y me muestra “Creí que ya no me amabas, creí que había hecho algo mal yo”.

—No me digas eso—digo, mordiendo mi labio para no romperme—. No tuvimos mucho tiempo para hablar, no podía decírtelo en frente de él. El avión se iba y no contestabas ninguno de mis mensajes, nunca quise que te sintieras así. Te amo con todas las fuerzas de mi corazón, eres la razón por la que me despiertaba en las mañanas, ilusionada pensando que quizás ya te decidiste en escribirme. Pero nunca lo hiciste... —parpadeo y mi mejilla queda bañada por una lágrima.

“Siempre te escribía, pero lo borraba porque no quería molestarte. Supuse que ya te habías decidido por Lionel, suficiente mal tercio hice todos estos años”. Tomo su nota y debo leerla dos veces, para creerme lo que estaba leyendo. Ruggero creyó que yo había escogido a Lionel, de alguna forma lo hice pero no como él se imaginaba.

—No sé que haré con mi futuro. Sólo sé que Lionel está pasando por un momento horrible y solo quiero estar ahí para él.

“Eres muy buena. Lionel es muy afortunado de tenerte” Lo miro fijamente luego leer la nota, sus ojos se ven vacíos. Recuerdo el vacío que sentí hace unos momentos cuando Lionel se fue y en estos momentos, me siento plena de nuevo es más estoy llenísima. Hace mucho no me sentía así.

—Pero te perdí a ti... —murmuro.

“Aprendí a vivir sin ti Karol, éstas semanas me di cuenta que puedo hacer cosas que contigo no podía” Mi corazón se rompe al leer esa nota y desvío la mirada, en que cabeza estaba que esto iba a ser fácil. Fue una muy mala idea. Toma mi mano y pone en ella otra nota.

“Aprendí a vivir sin ti, pero no quiero hacerlo” en cuanto levanto la mirada sus labios están sobre los míos, me besa suavemente. Extrañaba tanto esta sensación, me siento como en casa...

Poco a poco el beso se va intensificando hasta que recuerdo que estamos en una cafetería.

—Vámonos de aquí—murmuro, con la voz agitada y ronca. Él asiente.

—Te extrañé demasiado—digo, quitando su playera

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—Te extrañé demasiado—digo, quitando su playera. Él asiente haciéndome entender que él también.
Agradezco que mi madre no vuelva hasta muy tarde en la noche, tenemos la casa para nosotros.
Luego tendré tiempo para sentirme mal y arrepentirme, ahora solo quiero disfrutar de Ruggero una vez más.

—Te deseo tanto —gimo cuando besa mi cuello. Sus dientes se aferran en mi clavícula mientras empiezo a desabrochar su pantalón, un casi inaudible gemido se escapa por sus labios y me pone a mil. Hace mucho que no lo hago, la última vez fue con Ruggero y hasta el intentar recordar me cuesta.

Caemos en la cama. Terminamos de deshacernos de nuestra ropa y Ruggero me hace un gesto de que no trae condon, me frustro pero de pronto recuerdo que tengo uno en mi mesa de luz. Me estiro hacia ella y lo saco, él me sonríe. Lo deja a un lado y empieza a besarme por todos lados, sus dedos rozan mis pezones los cuales al instante se endurecen. Gimo en voz alta y se detiene para colocarse el condon, lo detengo. Me tumbo con cuidado a mi pierna encima de él, coloco mi mano en su pene y comienzo a acariciarlo lentamente. Ruggero tira la cabeza hacia atrás y muerde sus nudillos para no gemir, cuando empiezo a chupar con rapidez. Sus dedos se enredan en mi cabello y me incita a seguir, hasta que me toma de los hombros y me monta encima de él.

—¿Estás...?—intenta decir y tapo su boca con mi mano.

—No hables. Si Ruggero, estoy muy segura.

En un movimiento suave, me deslizo sobre él. Me llena por completo y me siento más plena que nunca, sus brazos envuelven mi espalda. Haciendo que nuestros pechos queden pegados y levanta las caderas hacia mí, haciéndome gemir. Cada embestida era como una inyección de adrenalina que se drenaba por todo mi cuerpo, haciéndome temblar. Acelere mis saltos y nos sentí cada vez más cerca, íbamos a llegar juntos.

—Te amo, Ruggero. Más de lo que puedo soportar—digo con la voz agitada. En un rápido movimiento nos voltea y vuelve a penetrarme, con aún más fuerza—. ¡Ah, Ruggero! —grito.

Ambos nos venimos, yo gritando y él aguantando sus gritos. No creí que una de las cosas que más extrañaba de él era su voz, sus gemidos eran tan bonitos. Espero no quedarme sin ellos...

Me abraza por la cintura, acercándome a él. Nuestros cuerpos desnudos y calientes, intentamos calmar la respiración. Lo extrañe tanto, que estoy dispuesta a ir por la 2° ronda, hasta por la 3°.

—Dios. Eso fue...

Toma su libreta y anota “Increíble”. Sonrío y lo beso. “Te sigues mojando apenas de toco” escribe y se gana un golpe. Hasta sin voz tiene que agregar sus comentarios sucios. Me levanto y camino hacia el baño con la sábana enredada en mi cuerpo.

—¿Me acompañas? —digo, dejando caer la sábana en el suelo. Él levanta rápidamente la tarjeta que dice si y corre hacia mí. No podría soportar perder esto de nuevo...

  ➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora