➸ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ②④

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Me siento perdida y hasta un poco mareada entre tanta gente. He estado buscando a Ruggero desde hace quince minutos y nada, Valentina no contesta mis mensajes y deambulo sola como si fuera un perro de la calle. Me siento totalmente fuera de lugar y más con lo formal que estoy vestida. Maldita sea, Ruggero tenía razón. No debimos venir. Me resigno de encontrarlos, así que busco algo para beber. Quizás así halle algo positivo en toda esta mierda.

—¡Fondo! ¡Fondo! —le gritan unos chicos a otro que está parado de manos mientras toma, nunca enteré a los universitarios y sus formas extrañas de alcoholizarse.

Entro en la cocina, en busca de algo que me embriague rápidamente y me deje sin conciencia por un rato. Pesco un vaso de plástico limpio y le coloco un poco de todo lo que encuentro, sé que está mal y no debería hacer esto. Pero al demonio, me acaban de tirar una bomba en la cara y sólo podré asimilarla si la ahogo en alcohol. Me bebo tres vasos iguales. El sabor es bastante interesante, una mezcla del vodka de sandia con el sabor agrio de la cerveza y el limón de los tequilas. Debería existir una bebida así.

—Tranquila Kitty... —dice Dario. Mierda, parece que me persiguiera para atormentarme.

—No me llames así —gruño, poniéndome de pie de golpe y mareandome al instante.

—Error de novatos. Beber sentados —dice mientras ríe—. Si de verdad quieres olvidarte del mundo y sus horribles cosas. Prueba esto... —rebusca en su bolsillo y agarra un porro.

—Tampoco estoy tan desesperada —le digo, mientras sirvo otro de mis tragos especiales.

—Déjame probar.

Sin que pueda negarme, me arrebata el vaso y le da un trago. Lo saborea y parece analizarlo. Maldito chico analiza todo.

—Hey, sabe bastante bien —me sonríe. Dientes blancos y perfectos, seguramente en algún momento de su vida utilizó brackets.

—Por supuesto —respondo con indiferencia, le quito el vaso y termino el contenido de el.

—No le diré a nadie de donde te conozco —dice entonces, lo miro con atención —. No es que me sienta orgulloso de ir a esos lugares y tampoco quiero que la gente lo sepa —añade, bebiendo de su vaso y mirando a los lados —. Sólo que se me fue imposible ignorarte cuando te vi llegar con tu amigo. Llevo enamorado bastante de ti... o bueno... de Kitty —enarco una ceja.

—No es mi amigo. Es mi novio —lo corrijo. Mientras sirvo otro vaso. La verdad, es que el sabor se volvió muy agradable y el tatuado también lo es.

—Ah —responde y mira hacia otro lado—. Es que te tiré onda y él ni siquiera reaccionó.

—Lo note, estaba con su celular.

—Yo no podría distraerme con nada si estuvieras tú a mi lado—dice y mis mejillas se ruborizan, miro hacia otro lugar. Entonces mi celular vibra y el nombre de Ruggero hace que me llene de alivio.

—Disculpa —le digo a Dario. Mientras contesto y salgo a otro lugar para escuchar mejor.

—¿Dónde carajos te metiste? —gruño, mientras bebo de mi vaso.

—Volví a donde te dejé, pero ya no estabas.

—¿Dónde estás ahora? —le digo, mientras noto que Dario metió el porro en mi escote sin que me diera cuenta.

—Iré hacia el patio —dice y corta.

Gruño. Mientras me imagino las mil posibilidades de donde estaba y con quien. El alcohol se apoderó de mi cuerpo y no soy consciente cuando le pido fuego a uno de los universitarios guapos. Enciendo el porro, dando calada tras calada y sintiendo como el cuerpo de pronto se me convierte en gelatina. No literal, soy de gelatina rosa y blanda.

  ➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora