➸ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ ⑦

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Ruggero

—¿Qué clase de persona eres? —chilla Verónica con diversión.

—¡No lo sé! —respondo, exasperado.

—Debería echarte de mi apartamento por lo que me acabas de contar —dice entre risas.

—Eres muy graciosa, contando con el hecho de que no tengo a dónde más ir —bufo.

Caigo sentado en el sofá. Mi cerebro casi de inmediato comienza a analizar los recuerdos, intentando reemplazar las incógnitas de mi memoria y el resultado final es absolutamente nada. Lo único que contribuye a la causa de mis recientes recuerdos, es el saber que soy un libertino, ebrio, drogado y que practica los trios.

—Lo decía en broma, tío. No podría echarte ni aunque que quisiera... —responde.

Se sienta a mi lado en el sofá, mirándome apenada. De pronto me siento mal, no debí hablarle así. Verónica ha sido la única persona amable conmigo desde que desperté en aquel hospital, la única que no me juzgó y me dio una oportunidad.

—Lo siento. Por hablarte así... —murmuro.

—Ya, no pasó nada. A comer.

Verónica se levanta del sofá, emprendiendo camino a la cocina. Mi estómago ruge de hambre, lo que me obliga a seguirla casi pisandole los talones. Eso la hace reír, lo que me termina haciéndome reír a mi también.

—¿Planeas hacer algo para tu cumpleaños? Ya sabes... tú y vuestros amigos...

La fulmino con la mirada.

—Vale. Lo siento. Nada de bromas acerca de tu memoria —dice rápidamente.

—La verdad que no tengo nada en mente, tu tienes que trabajar así que creo que será un día común y corriente. A veces siento que mi rutina se ha vuelto un bucle diario.

—Bienvenido a la vida real, cielo.

La miro confundido. No siento que esta fuera la vida real, al menos no la que yo vivía antes de lo que sea que me sucedió. Desde que desperté todo se siente tan ordinario y aburrido. Debo haber vivido momentos muy extraordinarios y divertidos antes de caer en ese hospital.

Aunque me gustaría compartir mis pensamientos con Verónica, siento que no es el momento para hacerlo y menos con las ideas dementes que pasan por mi mente. Me echaría y hasta creo que me internaria en psiquiatría junto con Michael.

Oh... Michael.

—¿Y... El chico moreno? —indago.

—No dice ni una palabra, a veces hasta creo que nunca lo hará... —murmura.

—¿No saben lo que tiene?

Levanto un poco de pasta del plato, haciendo un rollito en mi cubierto y llevándolo a mi boca. Sabe fenomenal, demasiado rico, pero siento que ya lo he probado aún mejor.

—Por lo que pude averiguar... Está en una especie de shock post traumatico. No sé qué os pasó a vosotros, pero habéis vivido algo muy mogollón para que ese tío esté así y el otro con aquellas quemaduras.

—La mia fottuta merda. Se solo potessi...

Me tapo la boca sorprendido, mis cubiertos caen en seco al suelo junto a la mandíbula de Verónica. La cual parece que vio un fantasma.

—Vale. Noté que tenías un acento un poco extraño, pero que hablaras italiano con tal fluidez... Me estás enloqueciendo —sentencia.

Por mi parte, aún tengo las manos en la boca. Es como si una parte de mi cerebro, la que controla mis lenguas e idiomas aprendidos se haya encendido.

  ➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora