Karol Sevilla:
—Carajo —escucho a lo lejos, luego de un ruido de un vidrio rompiéndose.
Abro los ojos lentamente, agradeciendo que las cortinas estén cerradas así mis ojos no se derritan. La resaca me culmina y la cabeza me pesa cuando tomo asiento. Observo la habitación con detenimiento. No es el departamento de Ruggero, ni la casa de mi padre. Es pequeña, con un escritorio lleno de papeles y una biblioteca repleta de libros viejos. Intento recordar algo de la noche anterior, mientras miro horrorizada lo que llevo puesto. Sólo estoy en bragas y con una camiseta de hombre que no es de Ruggero. Recuerdo la competencia de baile con Jazmín, la huida de Ruggero y la charla con Dario. Esperen ¡Dario!
Me levanto de la cama de un salto, mareandome al instante. La camiseta me queda lo suficientemente larga como para tapar mis muslos mientras camino por un angosto pasillo, no sé a donde me dirijo exactamente pero tengo varias dudas que aclarar.
—Ella está dormida en este momento. ¿Quién habla? —escucho a Dario y entonces mis ojos se abren como platos, corriendo hacia donde escuché esa voz—. Oh, pero miren quien despertó —me sonríe, mientras agarra por el mango el sarten y le da unas vueltas a los hotcakes.
—¿Atendiste mi celular? —gruño, ignorando sus palabras.
—No ha parado de sonar en toda la mañana. No quería hacerlo, pero tú no te despertabas—lo observo y noto que solo lleva unos calzoncillos.
—Acaso... ¿tú y yo? —pregunto horrorizada, tapandome la boca con terror a la respuesta.
—No, claro que no. Dejaste muy claras las cosas anoche. Yo dormí en el sofá —responde, señalando la almohada en el. Ciertamente me alivia el saber que no engañe a Ruggero.
—¿Por qué me trajiste aquí? —le digo, tomando asiento en una de las banquetas de la isla.
—No tuve opción. Te quedaste dormida en el coche y jamás me diste una dirección para llevarte.
—Ah —me limito a responder.
—Por cierto. Feliz día de los muertos —me dice riendo—. En estos momentos pareces un zombie—se burla. Lo fulmino con la mirada y se acerca con un plato de hotcakes para cada uno. Me sirve café.
—¿Tú me cambiaste de ropa? —indago, mientras le doy un sorbo al café.
—Fue mi compañera de departamento. Ella se marchó hace unas horas al cementerio —asiento y agradezco aunque recordando mi numerito de ayer, mostré más de lo que puede dejarse a la imaginación.
—¿Hablaste con Ruggero? —le pregunto. Pescando mi celular de la mesa y viendo que se apagó por falta de batería.
—Creo que era él. Se escuchaba furioso y apenas contesté cortó.
—¿Me prestas un cargador? —le pregunto. Mientras tomo un sorbo de café.
—Por supuesto, en la habitación está cargando el mío. Puedes cargarlo ahí —me dice y asiento.
Caminando por el pasillo nuevamente, me acerco al enchufe y conecto mi celular. Intento encenderlo en el mismo instante, pero entonces me doy cuenta que la ubicación en tiempo real quedó activada. Unos golpes increíbles en la puerta del departamento me hacen dar un salto, dejo el celular y corro por el pasillo. Me tiembla el cuerpo y entonces me encuentro con los ojos de Ruggero. Mirándome como si fuera otra persona, luego mira a Dario y se va sobre él.
—¡Ruggero! —grito. Con el corazón casi saliendose de mi pecho. Lo empuja contra la isla, haciéndolo caer al suelo.
—¿Por eso no contestabas tu celular? ¡Estabas cogiendo con este! —grita, los ojos parece que van a salirse de sus orbitas.
—Por supuesto que no, tranquilizate—insisto. Intentando acercarme a él. Veo la rabia en sus ojos y siento que no es una buena idea.
Entonces Lionel también aparece en la sala, me mira sorprendido al notar que voy en ropa interior y con una camiseta ajena.
—Ruggero debes tranquilizarte. La gente ya salió de sus departamentos al pasillo para ver que sucede —le dice Lionel, agarrandolo de los hombros cuando intenta ir contra Dario otra vez.
Lionel voltea a Ruggero y lo agarra de la cabeza, uniendo sus frentes mientras le susurra “tranquilo” frenéticamente. Me quedo plasmada al ver la situación. ¿Qué carajos sucede con estos dos?
—¡Sueltame! —le gruñe Ruggero y entonces me mira a mí —. Sabía que si lo hacías una vez, lo volverías a hacer. Por tu sangre fluye la infidelidad —escupe. Sé que está molesto y dirá todas esas cosas para herirme.
—Lo único que hizo Dario fue cuidarme y no dejarme sola cuando tú si lo hiciste. Me dejaste en esa habitación sola, confundida y drogada. ¡Podría haberme pasado cualquier cosa! —le grito.
—¡¿Y por eso te lo cogiste?! —grita. Parpadeo por el volumen de su voz y como retumba en mi cabeza.
—No, no es lo que parece —murmura Dario, poniéndose de pie.
—Vete a la mierda, Ruggero. No dejaré que me faltes el respeto —muerdo mi labio para no llorar y camino hacia Dario, el cual ahora está de pie—. Lo siento mucho de verdad —le digo y vuelvo a caminar hacia la habitación.
Me coloco la ropa de la noche anterior mientras llevo en mi mano un sólo tacón, Ruggero al parecer ya se calmó y espera en la puerta mientras Lionel está a su lado. Esos dos se traen algo y no tengo idea de que es. Me acerco a Dario nuevamente y lo abrazo, sabiendo que a Ruggero va a molestarle y no me interesa.
—Muchas gracias por lo de anoche. De verdad, no sé que habría hecho sin ti —le digo y me separo.
—Cuídate, por favor —me dice mientras acaricia mi mejilla y siento la mirada de Ruggero sobre nosotros.
Me separo de Dario y paso por al lado de Ruggero y Lionel, no los miro y me doy cuenta que el pasillo del departamento está repleto de gente chismosa. En el ascensor nadie dice nada y evito el contacto visual con mi “novio”. No sé si lo seguirá siendo después de esto.
—Dario nos explicó todo —dice Lionel, cuando subimos al coche.
—Lo siento, Karol —murmura Ruggero y me mira con los ojos llorosos.
—Ajam—miro hacia otro lado y cierro los ojos, clavando las uñas en mis manos para aguantar las ganas de llorar. Maldita sea, odio ser tan sensible.
El resto del camino nadie dice nada, me alegra porque eso me ayuda a calmarme y evitar llorar por Ruggero otra vez. Pero entonces Lionel dice:
—La policía nos corrió como a las cuatro y media. ¿Dónde estabas? —al ver que no respondo vuelve a insistir —: ¿Karol? —pregunta mientras frena en un semáforo en rojo. Ambos chicos voltean sus cabezas para mirarme.
—No lo sé. No lo recuerdo —miento. Para evitar más preguntas.
—¿Y tu otro zapato? —pregunta y ruedo los ojos.
—No lo sé —me abstengo a decir. El semáforo se vuelve a cambiar y arranca nuevamente—. Déjame en casa de mi padre—agrego.
—Está bien —contesta Lionel, pero Ruggero se voltea a mirarme.
—No hace falta. Ven a casa —dice con la voz quebrada.
—No quiero —murmuro, no aguanto más y lloro—. No quiero estar contigo ahora —muerdo mi labio inferior y miro en otra dirección.
—Karol, por favor. Perdoname —intenta agarrar mi mano pero me alejo.
—Me duele demasiado la cabeza, Ruggero. Ahora no.
Niego con la cabeza y miro por la ventanilla. Todas las personas con sus vidas comunes y corrientes. Y yo aquí, mientras intento descifrar lo que oculta mi novio. No quiero más esta vida.
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➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol]
FanfictionSer una chica con dos vidas diferentes no es fácil, ocultarle a mi novio la verdadera profesión que realizo y lo que conlleva esta no es fácil, ser testigo de que como me denigran y tratan de comprar, no es fácil «nada es fácil». Sí, ser yo no es lo...