➸ᴇᴘíʟᴏɢᴏ

1K 133 179
                                    

Ruggero:

Me arden los ojos por la fuerte luz que está entrando por la ventana, doy manotazos para encontrar mi celular y es entonces cuando me doy cuenta que no estoy en mi departamento. Abro los ojos de golpe y me siento en la cama. Entonces comienzo a recordar todo lo que sucedió.

—Hasta que al fin despiertas —dice una chica a mi lado.

—¿Dónde... Dónde es.. toy? —balbuceo.

—Estás en Ibiza, os encontraron a mitad de la calle junto con tus amigos... Yo soy Verónica tu enfermera —murmura.

—¿Calle? Yo iba en un avión —contesto confundido.

—Mmm, no. Unas personas llamaron a emergencias cuando os vieron en la calle tirados con sobredosis de sustancias.

—¿Sobredosis? Eso es imposible —gruño, intentando levantarme de la cama.

—¿Cómo te llamas? —pregunta.

—No... No lo sé —contesto.

No tengo idea de como llegué ahí o quien soy, pero solo recuerdo que iba en un maldito avión y de la nada empezamos a caer en picada.

—¿Dónde están mis amigos? —pregunto.

—Uno de ellos está en un coma inducido, tenía varias quemaduras sin tratar en su pecho y abdomen. El otro sobrevivió pero está en un especie de shock desde hace semanas, no habla ni come, así que tuvieron que entubarlo para así alimentarlo.

—¿Puedo ir a verlos? —pregunto. Ella asiente.

Me ayuda a sentarme en una silla de ruedas debido a que aún estoy muy débil para pararme y mucho menos para caminar.

—¿Qué día es hoy? —le pregunto mientras avanzamos por el pasillo.

—Es primero de enero. Feliz año nuevo, tío —dice con una sonrisa.

—¿Hace cuánto tiempo estoy aquí?

—Vosotros llegaros hace dos semanas, pero su recuperación ha sido muy dura y os tuvieron que manterner sedados para que pudieran sobrevivir. Estabais golpeados y muy drogados.

—Es imposible que hayamos estado drogados, Lionel es atleta y Michael está en recuperación de una operación —le digo.

—¿Lionel? ¿Michael? —pregunta—. Al parecer estás comenzando a recordar... —me sonríe abiertamente. Me pongo rojo como un tomate.

Ni siquiera sé como supe esos nombres, es como si todos mis recuerdos estuvieran en una parte de mi cerebro a la que no tengo completo acceso. Solo surgen momentáneamente.

—¿Recuerdas sus apellidos? —indaga.

—No.

Me esfuerzo para intentar recordar pero nada, apenas sé sus nombres y si me los pusieran en frente no podría decir cual es cual.

—Mira este es uno de tus amigos. Los médicos tuvieron que colocarlo en un coma inducido por la gravedad de sus quemaduras, aún no sabemos como fue que se las hizo —me cuenta, abriendo una puerta.

Entramos y noto que el rostro de ese chico me parece muy conocido. Siento que una sensación en mi pecho, siento aprecio y hasta... ¿amor?, pero no lo conozco. Lo miro fijamente, lleva al pelo rubio largo despeinado y tiene un tatuaje detrás de la oreja de lo que parece ser una estrella pintada de tinta negra.

—Nos besamos —murmuro.

En mi mente una imagen de él y yo besándonos se repite.

—¿Qué? —pregunta la enfermera confundida.

—Él y yo, nos besamos... —respondo.

—Es gay. Oh, no. Eso no le gustará a Cintia, su enfermera, ya hasta se había enamorado de él —dice con una risita.

—Ah.

—¿Él es Michael o Lionel?

—No lo sé... —respondo.

—¿Dónde se besaron? —pregunta.

Entonces pequeños flashbacks se pierden en mi mente, estamos sentados en una banca en lo que parece la entrada de un hospital. Recuerdo sentir mucha alegría en ese momento, había deseado mucho ese momento desde hace tiempo y al fin me había sucedido. Es demasiado extraña la sensación que llega a mí cuando lo veo y pienso en él.

—¿Es tu... novio o algo así? —continúa, al no obtener respuesta de mi parte.

—No lo sé, creo que sí... —murmuro.

—Eso es tan tierno. Hacéis una pareja muy mona.

—¿Gracias? —balbuceo.

—Ven, te llevaré con el otro chico —me avisa y jala de la silla para sacarme de la habitación.

Seguimos unos pasillos más, en los que todos me miran como si fuera un bicho raro y no entiendo porque. Entonces me observo en el reflejo de una ventana. Mierda. Tengo el rostro golpeado a más no poder, ni siquiera podría considerarse un rostro y me entra una gran desesperación al saber que todo el mundo me está viendo así.

—Quiero volver a mi habitación —le digo a Verónica.

—¿De verdad? Son sólo unos pasillos más y llegaremos a la habitación de tu amigo...

—Quiero volver a mi habitación —repito en un gruñido.

Ella asiente disconforme, me la da vuelta para dirigirse al lado opuesto del pasillo y regresamos a la primera habitación. Rápidamente me ayuda a acostarme en la cama y me tapo hasta la cabeza con las cobijas.

—¿Qué le sucedió a mi rostro? —gruño.

—Sufriste demasiados golpes, pero te recuperarás. Tenías una lesión en el tabique, por lo que tuvieron que intervenirte. A parte de la operación que te hicieron porque llegaste con una emorragia interna en el abdomen. Casi que cuelgas lo botines, tío.

—¿Tabique? —murmuro, ignorando gran parte de sus palabras.

—Sí, te rompieron la nariz.

—¿Por eso está tan hinchado mi rostro? —pregunto.

—Sí, tardará un mes aproximadamente en sanar.

—¿Nadie nos está buscando? ¿No tenemos familias? —pregunto, sintiendo que los ojos se me llenan de lágrimas.

—Yo he insistido en que intentaran averiguar de vosotros, pero es un hospital público y os han tildados de yonquis. Normalmente los yonquis no tienen hogar...

—No soy un drogadicto... —gruño.

—¿Cómo lo sabes? —cuestiona.

—¡No lo sé!, pero mira mi cuerpo debo haber practicado deportes o algo así... —replico—. Si fuera un drogadicto estaría flaco y moribundo.

—Nunca te dije que pasara lo mismo, pero puedo ayudar a averiguar quien eres y quienes son ellos —me asegura. Toma mi mano con fuerza y asiento.

—No estoy seguro de que nos sucedió, solo sé que fue algo muy malo...

  ➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora