➸ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ③②

2.2K 210 34
                                    

—Karol, Karol despierta tía.

La voz de Valentina retumba en mis oídos. Abro a duras penas los ojos para encontrarla parada delante de la cama, me enderezo con pereza y le hago un gesto para que hable.

—Tengo que contarte algo—asiento. Ella se prepara y suspira para comenzar a hablar—. Me iré a vivir con mi novio.

—¿Ah si? Ya lo sabía. ¿Por eso interrumpes mi siesta? —le digo, tumbándome de nuevo en la cama y haciéndome la de dormir.

—¿Cómo que lo sabéis?

—Toda la escuela lo sabe, Valentina.

—Pero yo no he dicho nada...

—Estás en Seattle, cariño. Aquí todo se sabe, yo me entere por Ruggero.

—Seguro también te ha contado lo de la cafetería...

—Exactamente...

—Esa chavala está chiflada, es la ex de Michael yo... nunca me enrollaria con un chico comprometido.

—¿Por qué no me lo contaste antes?

—No se lo he contado a nadie, no sabía que toda la escuela ya lo sabíais... Las cosas no son así en Texas.

—Dímelo a mi—me levanto y la miro—. ¿Quién es Michael? ¿Dónde lo conociste?

—Va a Sociales conmigo. Hablamos durante una semana y el día de esa fiesta desastrosa, me pidió que sea su novia... Yo estaba muy ebria y hasta creí que lo había soñado, pero cuando llegó su mensaje al día siguiente supe que era en serio.

—Ahora que lo recuerdo, ¿por qué no estabas con la blusa que te presté? —se me escapa.

—¿Cómo sabes que no estaba con tu blusa?

Piensa Karol, piensa, piensa.

Ruggero—digo, ella asiente un poco desconfiada.

—Llegué a esa fiesta con tu ropa, pero todas estaban vestidas tan distintas que la tía que me invitó me prestó esa ropa.

—Ahora entiendo todo. Nunca fui a una de esas fiestas, sinceramente nunca sabría como vestirme.

—Yo tampoco, mi padre nunca me dejó salir a fiestas. Y es por eso que te cuento lo de Michael. Necesito que vuestro padre siga pensando que vivo aquí, pero en realidad estaré en su apartamento.

—Se conocen hace poco Valentina. ¿Estás segura?

—Más que segura tía, es el chaval de mi vida. Y folla muy bien—ambas reímos.

Me gusta esto, esta relación con mi hermana. Nunca tuve una amiga para contarle mis dramas y ella los suyos, me gusta la confianza que ahora nos tenemos. A pesar que nos conocemos hace poco, actuamos como si nos conocieramos de toda la vida.

—¿Y tú con Ruggero?

—Ay hermanita, si te contara—suelto una risa y caigo de espaldas en la cama, ella se tumba a mi lado.

Ambas miramos el techo mientras le cuento todo lo que pasó el otro día y el corte de mi pierna que está teniendo un aspecto bastante feo. El departamento de Ruggero y el juego de espías con Lionel.

—Joder. Tu vida si es que una puta película.

—Tengo miedo. No soy capaz de contarle a Lionel que lo engañe y lo sigo engañando, Ruggero en algún momento querrá que me vaya a vivir con él y yo no puedo irme sin decirle la verdad.

—Hablé el otro día con Lionel. Me contó que fue a tomar unas cervezas en el restaurante de Ruggero, que hablaron y al parecer a tu amante se le escapó algo de lo que están pasando. Me dijo que estaba algo ebrio y ya estaba hablando incoherencias, por eso no le prestó atención a lo que decía.

—No lo puedo creer. No me contó nada.

—Seguramente no lo recuerda. ¿Fue la misma noche que te acostaste con él?

—Sí.

—Me contaste que estaba ebrio, Jorge te llamó porque quería lanzarse del balcón.

—Pero él recuerda lo de esa noche, es decir, lo que hicimos.

—Entiende a Ruggero. Debe morirse de ganas de gritarle al mundo que sale contigo.

—¿Crees que a mi me gusta el estar escondiendo mi relación con él?

—Sé que no, pero tienes que ponerle un orden a tu vida. No podéis seguir escondiéndose, joder. Vivan su amor.

—Eso intento. Pero Lionel es muy difícil de tratar, apenas empiezo con mi discurso se pone a hablar sobre algún otro tema y no me deja. Es como si supiera que terminaré con él.

—Debéis terminar con esa tortura ya. Vosotros podéis—me acaricia el hombro con dulzura y tengo la intuición de abrazarla, pero no lo hago. Ella sonríe y se levanta de la cama—. Bien, te dejo voy a por mis cosas y no te aburras sin mi mientras no esté. Me vas a extrañar, ya no estaré aquí para joderte.

—Probablemente yo tampoco esté aquí.

—¿De qué coño hablas?—la forma en la que se voltea hacia mi y sus facciones se deforman, sé que se viene lo peor.

—Ruggero alquiló una suite, en el centro de Seattle. Quiere que viva con él.

—¡Madre mía! ¿Pero qué estás haciendo aquí, tía? Yo ya tendría las maletas en el porche, joder—corre a mi armario y comienza a sacar mis maletas.

—No puedo irme sin terminar con Lionel antes, mierda. Estoy metida en un verdadero problema

—Lárgate, tía. Vete con él, sé feliz. Seréis felices, solo ve. Ahora mismo.

—Mierda, mierda, mierda—agarro mi cabeza.

—No lo pienses, actúa. ¡Ya!

Empiezo a recalcular todo. Yo amo a Ruggero, estoy perdidamente enamorada de él y por más que me duela dejar a Lionel, es lo mejor para ambos. Es mi oportunidad de ser feliz y no puedo desaprovecharla.

—¿Me ayudas a hacer las maletas?

—Nada de peros, irás quieras o... ¿Qué?—veo sus intenciones, las cuales se cumple cuando se lanza a la cama y me empieza a abrazar.

—¡Ya, para! —gruño.

—¡Enhorabuena! ¡Por supuesto que te ayudo, pero tenías que decirlo y lo dijiste!

Me da un último apretón y comenzamos a meter toda mi ropa en las maletas, ni siquiera me tomo el tiempo de pensar que llevo y que no. Solo quiero terminar para darle una sorpresa a Ruggero, se pondrá tan feliz y seguro tendremos sexo, porque cuanto lo extraño en la cama.

Cuando camino por la sala el único ruido son las rueditas de las maletas rodando por los cerámicos. Mis ojos se pierden en el lugar, donde sobreviví por ya casi dos años y por fin le voy a decir adiós.

—Hasta pronto, camarada—Valentina hace un gesto de soldado y yo la envuelvo en mis brazos, al parecer se sorprende porque tarda en reaccionar y devolverme el abrazo. Me apreta contra su pecho y cuando nos separamos una lágrima baña su mejilla.

—Oye, todavía tendrás que aguantarme en álgebra. No te librarás de mi tan fácil.

—Papá nos mataría, si supiera que con dieciséis y diecisiete años nos vamos a vivir solas con nuestra pareja. Y bueno tu, con tu amante—ambas reímos.

—Ese hombre ya no tiene control sobre nuestras vidas Valentina, somos nuestras dueñas y ni él ni ningún otro hombre va a impedir nuestra felicidad. ¿Okey? Ahora ayúdame a parar un taxi.

Pero por todos los Santos.

En el momento que abro la puerta y me choco con esa fuerte figura, mis piernas tiemblan y tengo ganas de vomitar. Me quedo atónita observándolo y esperando que mis cuerdas vocales no me fallen cuando deba empezar a hablar.

No estaba preparada para esto...

  ➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora