𝐄𝐏𝐈𝐋𝐎𝐆𝐎

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Cinco años después...

Un deslumbrante sol decoraba el cielo azul y unas cuantas nubes inocentes que se veían a lo lejos

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Un deslumbrante sol decoraba el cielo azul y unas cuantas nubes inocentes que se veían a lo lejos. Era un día hermoso para pasar un día de campo a las afueras de la ciudad, viendo el agua correr por la cascada y caer en el hermoso lago que se había formado. Deslicé la mano por mi vientre crecido, sintiendo las pataditas del bebé.

Me di vuelta sobre mi peso para llamar a Ruggero, pero este venía a lo lejos con los dos niños en sus brazos, los cuales abrieron sus brazitos para recibirme. Sonreí. Atrape a mis bebés en mis brazos, depositando un beso en la frente de cada uno.

—Hola mi amores... —murmuré.

—Mami, mami, te tengo una sorpresa —me dijo Aiden, tomando mis mejillas con sus pequeñas manitos.

—¿En serio, amor?

—Sí, papá me ayudó a hacerlo... —respondió con orgullo.

Miré a Ruggero, el cual se sentó a mi lado y deposito un beso en mi frente. Deslizó su mano por mi vientre y se sorprendió cuando sintió un empuje desde el interior. Eso me hizo sentir dichosa y me acune en su hombro.

—Ian, ¿dónde está ese amigo orejón tuyo? —le preguntó Ruggero al otro niño.

—Se quedó en casa. Ahora soy un niño grande —respondió, sentándose a mi lado y mirándome orgulloso.

—Voy a extrañar al señor orejas —se sinceró Ruggero, fingiendo derramar una lágrima.

—Yo también... —susurré.

—Debemos entrar a vestirnos, la boda comenzará en cualquier momento... —me dijo Ruggero, poniéndose de pie y estirando su mano para ayudarme a levantarme.

—Ruggero te juro que este será el último, no más bebés —gruñí, sintiendo como mi columna odiaba el peso que cargaba—. Si son gemelos otra vez voy a morir...

—Espero que sea una niña, así tendrás con quien salir de compras...

—Ya salgo de compras con Ian y Aidan...

—Lo siento. Sé que fue un descuido mío, siento que tengas que pasar por esto de nuevo. Más porque tuviste que pausar tu carrera por un tiempo y se vienen las internacionales en la academia de danza —agachó su mirada, triste. Tomé su rostro entre mis manos y levanté su cabeza para que me mirara fijamente.

—No te disculpes, amor. Soy la mujer más feliz del mundo... —besé sus labios suavemente.

—Iugh —gruñó Aiden, tapando sus ojitos y los de su hermano.

Ingresamos a la cabaña en la que nos estábamos quedando por la boda, eran hermosas y estaban al lado de un lago, así que estaba feliz de la vida. Observé una especie de nota en la cama y me acerqué para verla, notando que tan sólo decía “volteate”. Giré sobre mis tobillos, llevando inmediatamente las manos hacia mi boca por la sorpresa. La hoja de papel revoleteo y cayó al suelo.

  ➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora