➸ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ⑤⑦

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—Creo que debería volver a casa... ya que no habrá aviones—digo.

—Nosotros haremos lo mismo—dice Alexandra.

Ruggero toma mi mano, intentando detenerme. Me tira hacia su pecho pero no puede decirme nada. Lo miro a los ojos y sé que no puedo molestarme con él, no por esto. Entiendo perfectamente que no me lo haya querido decir, nuestra relación tiende de un hilo y no está siendo la mejor. Pero no deja de dolerme.

—¿Qué harás con las clases? —le pregunto, intentando separarme un poco pero no lo logro.

—Las seguirá por vía online, sólo serán dos meses—contesta Alexandra.

—¿A dónde te irás?—sorbo mi nariz. El frío está logrando que me enferme o es el hecho de que no lo veré por dos meses.

—Primero tiene un concierto en Washington, luego en New York y otro en California. Luego, nos vamos a México, Argentina, Chile, España, Italia e Inglaterra.

—Es... No puedo decir que es increíble, porque por supuesto lo creo. Eres capaz de todo lo que te propones—le digo y él me sonríe. Siento que tiene tanto para decir y no puede hacerlo.

—Ruggero me dijo que cantas también—me dice Alexandra.

—Oh, sí. Pero solo por diversión, no lo hago tan bien... —murmuro, poniendome colorada.

No podría imaginarme en un show, frente a miles de personas. En el club con una máscara y disfraz apenas logro pararme a bailar, además de que solo son unos cuantos hombres y ya.

—No seas modesta, deberíamos aprovechar el día perdido y pasarnos por el estudio—me ofrece.

Ruggero toma mi mano con fuerza y me suplica con la mirada que diga que si, cuando mi celular empieza a sonar. De verdad, agradezco la llamada ya que esto se estaba poniendo incómodo.

—Es Lionel—murmuro. Alexandra frunce el ceño mientras toma su celular y se aleja.

—¿Hola? —respondo, Ruggero se ve frustrado.

—Karol, vi lo del atentado en la televisión. ¿Estás bien? —dice.

—Sí, claro solo fue una amenaza. Pero no podré viajar—le digo.

—¿Estás con Ruggero? —dice para mi sorpresa.

—Emm... ¿por qué? —digo nerviosa.

—Los estoy viendo.

De pronto me asusto y miro hacia nuestras espaldas, una reportera está dando una nota y yo estoy en los brazos de Ruggero. Me separo de él y me hago la tengo mala recepción.

—Claro, me lo encontré aquí —le digo.

—¿Estaba abrazándote? —su voz suena grave.

—Estaba asustada, no sabía que ocurría—le digo, aunque en gran parte es verdad.

—Claro... —murmura—. ¿Quieres que mande un avión privado por ti? —dice.

—No Lionel, como crees...

—Insisto Karol. Necesito que estés aquí conmigo—dudo varios segundos, no estoy segura de que sea una buena idea.

—Lo pensaré y te llamaré—le digo.

—Está bien, te echo mucho de menos...

—Yo también—respondo, con la voz más seria de lo que debería.

—Entonces espero tu llamada. Te amo—dice y cuelga. Agradezco que no haya esperado una respuesta porque dudo haber podido dársela.

“¿Está todo bien?” me manda Ruggero.

  ➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora