➸ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ ④④

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Ruggero Pasquarelli:

No voy a llegar, no voy a llegar.

Siento que mi cabeza va a explotar al igual que el neumático del coche, me resigno a que no llegaré para despedirme. Para colmo estos días mi madre me convenció de irme con ella a Marruecos para conocer a mi medio hermano, con lo que terminó con mi celular echo trizas en el suelo. Si otro celular que rompo de todas formas es algo de lo que hablaré más tarde.

Toda mi concentración se encuentra en la llanta del coche la cual al parecer tardarán al menos una hora en arreglar. En un ataque de desesperación le grito al mecánico que se tome su tiempo y corro por las calles en busca de un taxi, para peor sólo estoy a unas treinta y cuatro cuadras del aeropuerto.

Cruzo un semáforo en verde y me gano unos buenos bocinazos, continúo mi trote por las aceras pobladas de gente a las doce del mediodía. En mi camino a lo lejos se mete un hombre en una silla de ruedas, por lo que salgo brevemente a la calle y vuelvo a subir a la acera. Espero que sea el último obstáculo en mi camino. No tengo una muy buena actividad física, por lo que me detengo a comprar una botella de agua y a tomar aire.

En cuanto me recupero, continuo corriendo. Su avión sale a las doce y media, tengo que llegar.

—¡Cuidado! —grito cuando un hombre con bolsa de compras se mete en mi camino, el cual por el susto retrocede cayendo sobre una floreria. Me disculpo y sigo corriendo.

Ella es mi motivo, ella es lo que me hace sacar fuerzas de donde no sabía que las tenía. Verla por última vez. No quiero pensar en que no iba a venir, pero sus palabras hace unos meses me empujaron a levantar el culo de la cama y correr tras ella.

La semana que pasamos en la caballa encerrados en el pueblo, cuando ella se fue con Lionel y luego nos reencontramos en el restaurante de mis padres. Ella me dijo “tiendo a huir cuando las cosas se ponen feas” eso está haciendo, eso hizo siempre. A lo que yo le respondí que nunca más se vaya de mi lado, que la necesitaba como el aire para respirar. No cumplió su promesa, está huyendo de nuevo.

Me faltan tan solo cinco cuadras para llegar y son las 12:24, tengo seis minutos antes de que embarque. Al llegar veo el coche de Lionel estacionado y no me importa, no me importa que me vea corriendo tras Karol. No me importa que sea testigo cuando la bese por última vez, no me importa nada. Solo Karol.

Entro al aeropuerto y veo a lo lejos, en las escaleras mecánicas a Karol subir con sus maletas. Del fondo de mi alma sale un grito con su nombre, todos voltean a verme menos ella que al parecer no me escuchó. Corro rápidamente hacia las escaleras, con las últimas fuerzas que me quedan y cuando creo que voy a alcanzarla un guardia me detiene.

—Para entrar a la zona de abordaje necesita su boleto—dice.

—Necesito hablar con esa chica—digo, pero cuando señalo Karol ya se perdió de nuestra vista.

—Lo siento no puedo dejarlo pasar—me contesta, asiento.

No puedo hacer más, hasta aquí llegue y todo el esfuerzo que hice para estar aquí fue en vano, no pude despedirme. Pero... voy a hacer una locura, pero vi esto en varias películas. Me acerco sigilosamente al micrófono de la mujer que habla sobre los vuelos, el de seguridad se da cuenta y va tras mi.

—Karol. Karol. Llegué. Tarde pero llegué bonita, buen viaje y voy a estar aquí esperándote cuando desees volver. Te amo. Solo quiero que seas feliz te am... —el micrófono me es retirado con brutalidad.

—Basta, si no se retira tendré que llevarlo con la policía —me dice el hombre. Me resigno y miro hacia las escaleras. Quizás y ni siquiera me escucho.

Giro sobre mis talones, mostrándole mi hermoso dedo del medio al estúpido guardia sin sentimientos y seguro cero vida amorosa. Me decido a marcharme cuando su voz me detiene.

—¡Ruggero! —dice esa bella voz que es melodia para mis oídos, me volteo y ella baja corriendo las escaleras.

Se acerca a mí y me abraza, siento como sus lágrimas mojan mi hombro y la aprieto con fuerza a mi pecho. Ella solloza un “te amo” y es todo lo que necesito para que mi corazón explote de amor, por mi loca mejor amiga.

—Yo también te amo—cuando voy a besarla ella me esquiva. Mirando a su espalda. Es Lionel.

—No puedo explicartelo ahora, con lujo de detalles. Sólo puedo decirte que te amo y espero que me perdones—murmura en mi oído, su voz se quiebra. Sé exactamente lo que quiere decir. Ella ya decidió...

Retrocedo unos pasos para observarla, se está yendo a Chicago con Lionel y yo corrí miles de cuadras para poder despedirme.

—Por favor perdóname—dice otra vez. Limpiando sus lágrimas con rabia.

No puedo decir nada y quedarme parado ahí como un idiota solo haría que el estúpido ego de Lionel crezca. Ahora sí me volteo y espero no saber nunca nada más de estos par de infelices.

  ➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora