Una semana después...
—Vas excelente, Karol—dice Josephine, igual de entusiasta que siempre—. A este paso, en unas semanas ya podrás volver a bailar—me sonríe abiertamente y me pone feliz, al fin.
—Gracias—murmuro con timidez. Ruggero está a unos metros de mí con su celular. Me distraigo y trompiezo—. ¡Carajo! —jadeo, golpeando las barras de metal a mis lados—. Disculpa—digo rápidamente.
—No te preocupes, vamos de nuevo—propone.
—Creo que es suficiente por hoy—niego con la cabeza y limpio con la toalla el sudor de mi frente. Al parecer Ruggero no se ha dado cuenta de mi caída.
—Ruggero—gruñe Josephine, llamando por fin su atención—. Karol no se siente bien, así que hasta aquí la sesión de hoy. Te veo mañana—habla y asiento.
—¿Qué ocurre? —le pregunto, colocandome sobre las muletas de nuevo.
—¿Por qué?
Parece bastante confundido, como si no hubiera notado el hecho de que no me ha prestado ni un poco de atención desde el día de mi rebeldía. Me asegura que no está molesto, pero algo le fastidia y no me lo cuenta. Pero lo que más me duele de todo esto, es que ha olvidado que hoy era mi cumpleaños. Puede que esté molesta, pero nunca olvidaría el día en el vino al mundo.
—Nada, sólo vámonos—inquiero.
—Valentina me dijo que te vería en el spa.
—No tengo ganas de spa—murmuro, cuando subimos al coche.
—Vamos, Karol. Necesitas relajarte y tomarte un tiempo para ti.
—Tuve mucho tiempo esta última semana, te lo aseguro. Sólo que has estado tan ocupado que ni prestas atención.
—Karol, tú tienes un pie en Stanford. Pero a mí aún no me han notificado y algo debe estar pasando, solo es eso.
—¿Seguro? —inquiero.
—Sí, tranquila.
Se acerca a mí, besa suavemente mis labios, acariciando mi muslo sobre el pantalón. De repente una corriente eléctrica me atraviesa, pero se detiene, apagando con agua fría el fuego. Después de unos minutos Ruggero se detiene en frente de la estética. Ruedo los ojos.
—Te dije que no quería venir...
—Y yo no me iré de aquí hasta que tú entres, o bajaré y te meteré en esa piscina de barro yo mismo—su elección de palabras me hace reír—. Mira ese es el coche de Valentina. Baja ya, anda—me insita y termino cediendo—. Espero que te diviertas, te amo—murmura, lo cual me hace muy feliz de escuchar.
—Necesitaba que dijeras eso... —susurro, acariciando su mejilla.
—¿Qué cosa? —inquiere.
—Que me amas...
—¿Ah, eso? —se burla.
—Sí—murmuro, sonrojada hasta el culo. Lame sus labios y me sonríe.
—Entonces lo diré de nuevo... Te amo—acaricia mi mejilla—. Te amo, te amo, te amo—repite besando mi cuello.
—Ya, ya... —lo separo—. Te amo—murmuro, acariciando nuestros labios y separandome.
—Oye... —se queja.
—Hasta la noche... —anuncio, bajándome del coche.
Valentina me ayuda con las muletas y entramos al spa, he de aceptar que es muy incómodo venir a un spa cuando soy casi una inválida. Por suerte las empleadas me ayudan con mis idas y venidas. Unas nos hacen unas mascarillas, mientras otras están masajeando mi espalda llena de tensiones.
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➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol]
أدب الهواةSer una chica con dos vidas diferentes no es fácil, ocultarle a mi novio la verdadera profesión que realizo y lo que conlleva esta no es fácil, ser testigo de que como me denigran y tratan de comprar, no es fácil «nada es fácil». Sí, ser yo no es lo...