Antes de que pudiera terminar con mi súplica la puerta es golpeada brutalmente. Oh no, no ahora. Estamos en plena sala de estar en medio de un acto fogoso de pasión excitante y ambos desnudos. Ruggero abre los ojos como plantos mirándome.
—¡¿Quién es?!—grita. Le tapo la boca.
—Podríamos haber hecho de que no había nadie—lo regaño, logrando el efecto contrario. Su lengua se asoma y lame mi mano, la quito ante su acto.
—No te hagas la asquerosa que esa lengua estuvo en en otro lugar hace segundos—se acerca y me besa, sabe a salado. Introduce su lengua, pero antes de intensificar el beso la puerta es golpeada nuevamente. Ruedo los ojos y Ruggero se levanta, toma su ropa y empieza a vestirse, hago lo mismo.
—¡No habras todavía!—le grito en voz baja, él ríe mientras intenta hacer entrar su cabeza en la polo azul. Amo sus camisetas caras, le da una presencia elegante que me fascina—. ¿Mis bragas?—murmuro.
Ruggero sonríe malicioso, sacando de su bolsillo trasero las susodichas y haciéndolas girar en su dedo. Lo fulmino con la mirada, esto no es gracioso.
—Damelas—gruño.
—¿Estás Ruggero? Soy Julia—mi ceño se frunce. Tomo mi ropa y subo las escaleras con la poca dignidad que me queda.
Ruggero Pasquarelli:
Mierda Julia, ¿por qué vienes en este momento? Me acerco y abro la puerta.
—Hola, ¿por qué tardaste tanto?—entra y pasa de mí. Quizás intentaba cogerme a mi mejor amiga.
—Estaba en el baño.
—¿Y Karol?—murmura, observando el sofá. No había notado que su brasier quedó ahí, de pronto mis mejillas se ponen coloradas—. No te entiendo—dice, acercándose a mí—, terminaste conmigo porque supuestamente volvías a Italia y aquí estás—se cruza de brazos.
—Volví hace casi dos años, pero me quedé a vivir en Seattle.
—Nunca volviste por mí—el sentimiento de culpa me da una patada en los huevos.
—No creí que quisieras que lo haga.
—Te esperé, durante todo este tiempo te esperé. Cuando hoy te volví a ver casi lloro de felicidad, Ruggero. Creí que habías vuelto por mí, pero a los segundos noto a esa chica parada a tu lado, fulminándome porque estaba encima de su hombre.
—No lo entenderías.
—Ilumíname.
—Ruggero—escucho desde el piso de arriba. Karol baja por las escaleras con una de mis camisas puestas y no lleva nada abajo, lo sé porque tengo las únicas bragas que trajo en mi bolsillo y el brasier en el sofá. Me vuelve loco el imaginarme que solo arrancando esa camisa está desnuda para mi—. Oh, hola Julia—el cinismo de Karol me excita más, está haciendo esto a propósito.
—Creo que debo irme—Julia empieza a caminar a la puerta. La conozco, sé que desea que la detenga y le diga que no se marche, pero... ¿para qué alargar más esto? Se detiene en la puerta, me observa con los ojos tristes y finalmente se va.
—¡Adiós, ten un bonito día!—grita Karol desde las escaleras, se acerca a la puerta y le coloca la llave. Se voltea hacia mí y se quita la camisa de algodón, mierda está completamente desnuda. ¿En dónde quedó mi tierna virgen mejor amiga?
—¿En dónde estábamos?—murmura, tomándome por el cuello y besándome salvaje. Quiero resistirme y replantear lo que habia sucedido pero eso sería que ella salga de ese trance chica caliente y es lo que menos quiero.
—Eso fue demasiado cruel, juro que iba a quitarte esa camisa y no me importaba si Julia seguía aquí—le digo, mordiendo el lóbulo de su oreja. Rodeo su cintura desnuda con los brazos y la acerco a mí para que sienta lo dura que me la ha puesto con este simple gesto, ella gime y la tomo de los muslos.
—Una camisa por unas bragas, es un buen trueque—dice, envolviendo las piernas en mi cadera. Mi pene se clava sobre los pantalones justo en ese punto en la que la quiero sin escudos.
La llevo contra la pared, empiezo a restregarla contra ella. No voy a acostarme con ella ahora, porque estoy seguro que me diría que no, pero si voy a hacerla desear. Volverla loca hasta el punto que me ruegue que me la coja. Siento que voy a venirme solo por el simple hecho de estarnos cojiendo con ropa, teniéndola contra la pared completamente desnuda y lista para mí. No me resisto y llevo mis dedos a su vagina, ella abre grande los ojos pero no dice nada. No es mentira cuando digo que está chorreando, mis dedos se deslizan con facilidad dentro de ella. Está tan prieta y su carne jugosa abraza mis dedos, me pone más el saber como abrazaría mi pija. Voy a necesitar calzoncillos nuevos porque estos ya no están limpios.
—Ruggero. Más—su entrecortada voz me la vuelve a poner como piedra. Nunca una mujer había tenido ese efecto en mí, el hacer que acabe sin siquiera hacer méritos para hacerlo. Solo me la coji con ropa y eso fue suficiente para que me viniera en los calzoncillos.
—Karol—jadeo, ella arquea la espalda. Me observa directamente a los ojos y se muerde el labio, su pelvis se eleva y choca contra mis dedos, le gusta.
Disminuyo la velocidad en la que entro en ella y empieza a desesperarse, exactamente el efecto que quería de ella. Me siento satisfecho y excitado, vuelvo a aumentar el ritmo hasta que se viene en mis dedos. Sus jugos me empapan y me los llevo a la boca, esa acción pone a Karol a mil. Mis piernas duelen por haberla tenido contra la pared durante... ya no sé cuanto tiempo. Pero llegó a cinco clímax, es lo hermoso de una mujer en como puede tener múltiples orgasmos cuando uno ni con la mejor porno puede acabar de esa forma.
—Eso fue...
—Sí, lo fue—la interrumpo, pero la miro pícaro. Aún no acabe con ella, quiero que sienta cuanto la quiero y cuanto deseaba este momento.
Llevo la vista a sus pechos, no son muy grandes ni tampoco pequeños. Es el tamaño ideal para llenar la palma de mi mano, con los dedos aprieto sus pezones mientras me llevo uno a la boca.
—Si quiero, puedo hacer que te vengas solo con hacer esto—digo, mordiendo y chupando sus pechos. Ella se retuerce contra mí, sus gemidos hacen que vuelva a ponerse dura mi pija y apunte contra ella, acusándola por ser la causante de su despertar.
—Ruggero—tira de mi pelo con fuerza, poniéndome cada vez más caliente.
—Acabas de hacer que manche mis únicos calzoncillos, vas a pagar por eso—muerdo su pezón, ganándome una gran tirada de pelo. Se viene, soltando un gran grito de alivio, la bajo delicadamente al suelo.
—Ruggero, mierda—me observa. Ese hermoso rostro está desconocido, sus labios están hinchados y rojos, sus ojos han abandonado ese verde esmeralda para alcanzar un negro profundo e intenso.
Baja la mirada a su pecho horrorizada, pero no dice nada. Le he dejado unas cuantas marcas sin intención y ella lo sabe, el salvajismo y la excitación han ganado la batalla.
—Ahora me toca a mí—dice una vez que se recupera.
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➳ LA REINA DE LA NOCHE [Ruggarol]
أدب الهواةSer una chica con dos vidas diferentes no es fácil, ocultarle a mi novio la verdadera profesión que realizo y lo que conlleva esta no es fácil, ser testigo de que como me denigran y tratan de comprar, no es fácil «nada es fácil». Sí, ser yo no es lo...