XV

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Siente mi dolor
Absórbeme. Tómame

Siente mi dolor
Líbrame, líbrame
Descúbreme.
Descubre mis señales
Siente mi dolor

Líbrame.
Reconfórtame, comprende
Suaviza mi dolor
Mírame...
Mírame
Me hirieron
Me mutilaron
Suaviza mi dolor

Reconfórtame
Comprende
Libérame
Mitígalo

...

Mitígalo
Suaviza el dolor
Alivia mi dolor
Suaviza mi dolor

Libérame Dios
Alivia mi dolor, Rey
Mitiga mi dolor
Suaviza mi dolor
Alívialo

Alívialo
Ablándalo

Suavízalo
Reconfórtame
Comprende
Alíviame
Mírame...
Mírame...
Me hirieron
Me mutilaron

...

Libérame Dios
Alivia mi dolor, Rey
Suavízalo
Alivia mi dolor
Mitígalo
Ablanda mi dolor

Alivíamelo

...

Los sonidos metálicos de las campanas inundaron cada rincón del palacio, haciendo eco con las voces de los monjes apostados a los lados del templo orando al unísono por las almas inocentes de tan pequeñas criaturas. Las tormentas de otoño, casi completamente heladas por la proximidad del invierno, volvieron a acompañar el llanto desconsolado de los ocupantes del gran complejo.

En la prisión Bulhaeng, atados con cadenas y con restos de sangre seca adornando sus cuerpos, sollozaban, suplicando piedad, todos aquellos que habían servido a los pequeños príncipes cuarto y quinto y a las princesas cuarta y quinta.

Tras recibir la noticia, Eunyeong había quedado destrozada. Se había quedado en shock y después había gritado con todas sus fuerzas arrojando lejos todo lo que se atravesara en su camino y no pudiera hacerse a un lado. Sus sirvientes no habían podido calmarla por más que le suplicaron, sus doncellas intentaron sujetarla, pero incluso les fue imposible. Finalmente, se había desmayado y quedado inconsciente todo el día. Young Hwa, por otra parte, había gritado y golpeado con rabia a todos los médicos, sirvientes y guardias que debían cuidar a sus hijos, incluso a la noble consorte Pyon. Al escuchar su alegato sobre una enfermedad contraída por su madre, culpa de su humilde posición de nacimiento, sólo había enfurecido más, al punto de desenvainar su espada y acercarse dispuesto a matarla. Si la emperatriz viuda no hubiese entrado, quizá nadie habría podido detenerlo.

— Debemos investigar este asunto sin duda, pero si asesinas a la noble consorte, ganarás la desaprobación de algunos ministros de guerra, y si las cosas están en la situación que dices, es mejor no perder ningún elemento.

Había dicho. Ahora, Pyon Mina había sido separada de sus únicos dos hijos, la dama noble Ham había sido enviada al palacio de la consorte imperial y el palacio Malg-eun había sido cerrado con sólo dos eunucos y tres doncellas al servicio de la noble consorte Pyon y, cualquiera que intentara abogar por ella, no recibiría mejor respuesta. Era claro que había algo que todos estaban escondiendo y, llegados a ese punto, lo único que quedaba era descubrir de qué se trataba.

— Young Hwa hyung, quiero decirte que... lejos de lo que le hiciste a nuestra familia, no te merecías esto. Ellos menos. Eran sólo niños.

— Sí, lo eran, Young Ji. Eran mis hijos más amados. Y es por eso que estás aquí. —Lo miró.

Herencia de sangre | 𝑺𝒑𝒊𝒏-𝒐𝒇𝒇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora