CXLI

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Aquel primer día de otoño, se coloreó, bajo un cielo nuboso, el paisaje costero cubierto de colores en cometas, ropas, decoraciones.

La ciudad no se detuvo al asedio por el clima friolento embraveciendo el mar, Primero se abrigaron correcta y apropiadamente. Después continuaron sus festividades.

Más reconfortada, aunque aun moviéndose entre las calles como si fuese a hurtadillas, An Iseul experimentaba por primera vez la experiencia de ese carnaval mientras buscaba con la mirada algún rostro conocido ya que, luego de salir de la mansión filarca junto a los esclavos y sirvientes, todos habían tomado rutas distintas hacia sus propios intereses.

Vio entonces a aquel chico que trabajaba para el aludido "señor maestre".

— ¡Soo-Yun! —Lo saludó levantando una mano para que pudiera reconocerla entre la multitud.

Él realmente la miró y fue a su encuentro.

— Señorita An. —La saludó con un tono tranquilo a pesar de la formalidad. — Que bueno es verla animada a venir.

— Me animé a venir.

— Es bueno. No debería haberse quedado encerrada en la mansión sola. ¿Ya recorrió el carnaval? —Ella negó.

— No todo aún. Estuve viendo un poco.

— Bueno, tiene que recorrerlo todo.

Se dio un cuarto de vuelta para invitarla a acompañarlo. Cosa que ella no rechazó.

Avanzaron lado a lado mirando y adquiriendo una que otra cosilla.

— ¿Puedo preguntar —Habló ella— cómo es que terminó aquí hoy? ¿No se supone que debería estar con el señor maestre? —El chico la miró.

— Sí, bueno... vine a ver a mi maestro. El calígrafo Bin-Woo trabaja y vive aquí, así que anoche vine a dejarle su obsequio y me quedé, pero después de desayunar algo regresaré a Gwangju con el señor maestre. ¿Quieres acompañarme?

— ¿Gwangju?

— Es el nombre de la ciudad central. ¿Qué dices? ¿Te animas? —Ella pensó.
— Anda. Seguro que te gustará. Gwangju es completamente distinta de aquí.

— De acuerdo. —Cedió sin peso.

La verdad es que la presencia carismática del chico la reconfortaba y tampoco quería pasarse el día sola; sabía que terminaría pensando en muchas cosas recluida en lo alto de la muralla de la mansión si era así.

Se dirigieron entonces a una taberna de la que emanaban olores exquisitos y llenaron allí sus estómagos compartiendo una animada charla entre la que destacaba la experiencia del chico explicando un poco sobre los visitantes y los rasgos con los que solían distinguirlos.

"Al parecer, desde que se abrió el comercio exterior, muchos vienen en esta fecha sólo por el festejo, así que todos los lugares están llenos."

Tantas personas a pesar de que muchos habían salido de la ciudad para reunirse en familia...

¿Era posible, siquiera admisible que cientos de personas fuesen allí a celebrar un día como ese y simplemente se marcharan después? An se preguntó una y otra vez por la clase de ideas que rondarían esas mentes. Debería ser todo aquello nuevo para ellos también. ¿Alguien más estarían tan fascinado como ella? Aunque todos los rostros se veían felices.

Había una vez, un deseo precioso susurrado en oídos inocentes...
Y finalmente, contra todo presagio, figuraba en la realidad...

— ¿Cómo está la comida, muchachos?

Herencia de sangre | 𝑺𝒑𝒊𝒏-𝒐𝒇𝒇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora