II

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Doce años después

— Saludos al padre real. Diez mil vidas en paz. —Un joven de 20 años radiantes se hincó sobre una rodilla para saludar al emperador. Él dejó su pequeña taza de té a un lado y sostuvo sus manos sobre su regazo.

— Young Soo —Llamó a su hijo con paciencia—, eres el mayor de los príncipes y un adulto ahora, ¿cómo es que sigues siendo tan imprudente para ni siquiera mirar a la noble consorte Woo?

— Me disculpo con el padre real si mi actitud lo ha ofendido —Respondió sin levantar la mirada—, pero aún hay resentimiento en mi corazón. No puedo tolerar a quien traiciona.

— ¡Imprudente! —Resonó la voz de la mujer junto al emperador.

— Young soo —Le llamó nuevamente su padre—, debes actuar con madurez. Durante estos años no te he renegado más que esa actitud. Eres un hijo muy bien educado, pero no seguiré siendo suave si no respetas a tu madre Woo.

— Es por respeto a mi madre que no dirijo siquiera la mirada a la noble consorte, padre. No desafío tus deseos, así que la saludo, noble consorte Woo. —Ni siquiera se giró un poco hacia ella.

— Vaya, si el cuarto príncipe es un rebelde aún. —Repuso la siguiente mujer que recién accedía a la sala asistida en su caminar por su leal doncella. La dama vestía un hanbok rojo y amarillo con el estampado dorado de la realeza, sus tocados resaltaban su preciosa posición como emperatriz, al igual que lo hacían las joyas que llevaba puestas.

— Saludos a la madre real. Diez mil vidas en paz. —Dirigió su cuerpo hacia ella e inclinó su cabeza para saludarla.

— Ponte de pie, Young Soo. —Invitó ella tomando asiento. — Ha sido un largo tiempo mientras estuviste fuera.

— Gracias, madre real.

— ¡Hermano! —Resonaron una voz fina y gentil y otra más grave, varonil. El joven príncipe miró a un lado y recibió a dos jovencitos que lo abrazaron. El mayor era de dieciséis años y la más joven tenía apenas trece.

— Young Yeom. Hayun. —Los sostuvo con alegría.

— Hyung, que bueno es verte.

— Te extrañamos mucho, oppa. ¿Por qué pasaste tanto tiempo sin darnos noticias?

— Hayun —Se dirigió a su hermana—, estuve al frente de la defensa de nuestro hogar. No podía enviarles noticias todos los días.

— Hayun estaba asustada, hyung. Creyó que no volverías. —El mayor sonrió y acarició el cabello de la niña.

— Siempre que recuerdes lo que he hecho por ti y lo que te he enseñado no me iré.

— Pero yo quiero que estés aquí con nosotros, oppa.

— Y aquí estaré, Hayun. Ya no volveré a irme por una larga temporada, espero. —Se volvió hacia su padre y anunció golpeando suavemente su puño izquierdo con su palma derecha: — Informando a mi emperador: las tropas de *Zhōng gúo han retrocedido en paz. Nuestras costas están a salvo y hemos enviado a los médicos y despensas suficientes para un año.

— Tengo a un hijo sabio con el que contar en batalla. —Felicitó el emperador. — Mejora tu actitud, cuarto príncipe.

— Haré lo que ordene, padre real. —Bajó la cabeza en señal de obediencia y su progenitor asintió satisfecho.

— Cuarto príncipe —Volvió a llamarle la emperatriz—, debes haber tenido un viaje largo y seguramente estarás exhausto. El palacio Bosu tiene lista tu habitación.

Herencia de sangre | 𝑺𝒑𝒊𝒏-𝒐𝒇𝒇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora