LIX

13 2 15
                                    

Luego de horas de camino, la carreta pasaba por un sendero serpenteante, de superficie plana, rodeado de troncos sin follaje, con el olor del petricor inundando sus fosas nasales. A lo lejos se podían ver tres casitas situadas a distinta altura. La primera era la más estable. La segunda estaba casi desecha y la tercera, aunque no parecía estar cerca de derrumbarse, tampoco tenía un techo.

Cuando se acercó un poco más contempló primero el pequeño poblado. No se veía ni un alma en las calles, por lo que intuyó que sería difícil pedir ayuda a alguien, ya fuera para tener un hospedaje o para dar con un rastro de "el hombre de los vendajes".

— "Si los guardias pasaron ya por aquí, nadie dirá una palabra sin que yo diga lo que sé." —Miró al cielo resplandeciendo por los relámpagos.
— "Ya he recorrido mucho. El siguiente pueblo es donde está mi casa. Haré una última búsqueda aquí, si no lo encuentro daré por entendido que no es él y sólo me iré."

La tierra húmeda le amenazó con volverse una trampa de lodo si comenzaba a llover. La temperatura también había bajado mucho. En cualquier momento caería la primera nevada. Las nubes advertían de una grande que congelaría las patas del caballo y los sentenciaría a ambos, así que no deseaba quedarse mucho tiempo.

Estaba por apresurar al animal cuando vio a una niña salir corriendo desde detrás de la primera casa. Llevaba un abrigo sencillo de lana y un gorro de invierno decorado con bordados coloridos de flores. Parecía estar jugando porque se reía, aunque no era claro con qué o quién. Hyun Sik se quedó asombrado por la simple imagen de la niña acercándose divertida. Era pequeña, pero no parecía preocupada ni por el clima ni por lo que pudiera haber alrededor.

— Niña. —Le llamó desde su carreta y ella detuvo su carrera y su risa a un metro mirándolo con los ojos bien abiertos y una expresión sorprendida.
— ¿No ves el clima? Está por llover.

— Unas gotas de lluvia no hacen daño a nadie, señor. Mi papá siempre dice que heredamos por la sangre una gran resistencia al frío, como un témpano. —Esas palabras golpearon en la cabeza de Hyun Sik devolviendo el recuerdo de su hermana, orgullosa, diciendo que podía resistir el frío con facilidad por haber nacido en pleno invierno.
— Además, no estoy lejos de casa. Si comienza a llover simplemente volveré.

— ¿Qui-quién es tu padre? ¿Dónde vives?

— Mi papá se llama…

— ¡Ari! —Un niño un poco mayor había llegado desde la misma dirección. Tomó a la niña del brazo y la jaló hacia sí mismo mirando desafiante al extraño. Esos ojos finos estallaron de nuevo en la memoria de Hyun Sik. Se les quedó mirando. Indudablemente se parecían, pero… ¿era esa imagen tan similar a sus recuerdos?

— Hermano, este señor dice que lloverá.

— Sí lo hará. —Continuó el niño mirando al adulto. — Por eso debe seguir su camino. Vámonos, Ari. Papá quiere que entremos ya.

— ¿Ustedes son hermanos? ¿Hermanos de sangre? —Yul retrocedió un paso empujando suavemente a la niña hacia atrás también.
— ¿Su papá está en casa ahora? ¿Pueden decirme su nombre? —Sentía como si preguntara cosas demasiado rápido, quizá no analizaba siquiera sus palabras. Bajó de la carreta y los niños retrocedieron varios pasos más.
— No. No se asusten, no les haré daño. ¿Dónde viven? ¿Quién es su papá?

— E-eso no es necesario de decir. —Resolvió Yul entrelazando sus dedos con los de su hermana.
— Siga su camino. Nosotros no debemos hablar con extraños. —Continuó retrocediendo.

— Esperen. No los lastimaré. —Dio un paso hacia ellos intentando no alarmarlos, pero el niño se echó a correr jalando a su hermana por detrás.

— ¡Aléjese! —Advirtió sin detenerse.

Herencia de sangre | 𝑺𝒑𝒊𝒏-𝒐𝒇𝒇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora