XCII

31 2 71
                                    

"No confío en él porque es torpe. He tenido que cuidarlo pretendiendo que me importa que siga con vida cuando no es así. Si tan sólo papá no se hubiera empeñado en salvarlo también; si tan sólo el tío Seung Ju no se fuera a molestar, quizá le habría roto las piernas y podría arrumbarlo por ahí como algo molesto e inútil de lo que ya no tuviera que ocuparme. Tal vez hubiese muerto hace mucho. ¡Ah! Sería libre al fin de esa carga."

Por lo que pareció una eternidad, no fue claro si el sentimiento aferrado a su corazón y cerebro era aturdimiento, vergüenza o furia. Y no era debido sólo a esas palabras que seguían resonando en su cabeza como un martilleo.

"No te importa que él pueda hacer el trabajo, sólo te importa que no lo haga porque lo detestas..."

"Sí: lo hago."

Retuvo su llanto.

— "Debería haber salido en cuanto lo escuché mencionar a Ari. No debería haber pretendido que seguía durmiendo. ¿Por qué lo hice desde el principio?" —Se regañó. Más aún lo hizo por saber la respuesta.

Despertó esa mañana al sentir el movimiento y se descubrió en la espalda del moreno, andando por el bosque de vuelta a la aldea. Decidió no decir nada. Fingió mientras él lo arropaba porque le gustaba sentir sus cuidados. Fingió porque quería que el primer momento en que se vieran fuera especial. Despertar y, a escondidas en la calidez de su hogar, con el aroma de la comida hirviendo, compartir un beso antes de dedicarse las primeras palabras.

— "Debí salir." —Se culpó de nuevo mirando el brasero arder.

Escuchó la madera correrse y después pasos. No se molestó en alzar la mirada antes de que los bordados azules en una falda blanca entraran en su campo de visión. Ari estaba allí. Lo miraba casi impactada. Quizá preocupada, mas él no dijo nada al respecto.

— Preparé estofado de pollo para cenar. El arroz está en la cazuela y el té está caliente, en el punto exacto. —Se limpió las manos con una franela húmeda y la dejó sobre la mesa al tiempo que se ponía de pie.
— Por favor, asegúrate de que Yul coma un plato entero al menos. No ha comido desde ayer.

— ¿Y tú?

— Me duele el estómago. —Sonrió forzosamente.
— Quizá más tarde. Coman.

— Jeong, ¿de verdad se la pasaron fuera anoche? —Él bajó la cabeza con la mirada ensombrecida.
— Puedes decírmelo. —Se acercó más para tomar su mano. — ¿Yul te hizo algo? —Jeong desvió su rostro hacia un lado. Sus ojos se llenaban de lágrimas lentamente y sus labios empezaban a temblar.
— ¿Qué te hizo? ¿Te lastimó? —Intentó mirarlo a los ojos, pero él sólo inhaló por la boca y habló bajito, casi en un susurro forzando su voz a salir:

— N-no me siento bien. Me iré a acostar.

Se apartó de ella unos pasos antes de girarse con la cabeza gacha y correr a su habitación bajo la atenta y angustiada mirada de Ari.

— "Yul... ¿tanto lo odias?"

Un nuevo arrastre y un chasquido advirtieron de la puerta cerrándose. Ella miró a su espalda. Era su hermano quien había entrado.

— Ya volví. —Anunció.

— ¿Qué le hiciste? —Reclamó de inmediato ella acercándose rápidamente a él.

— ¿Qué?

— No me tomes por tonta, Yul. ¿Qué fue lo que le hiciste a Jeong? Está pálido y tembloroso. Dijo que no se siente bien y corrió a su habitación, creo que a punto de vomitar. ¿Qué le hiciste?

— Creí haberte dicho que quizá se enfermaría por la lluvia. En cualquier caso, si no se siente bien iré a verlo... —Ari bloqueó su paso y le colocó una mano en el pecho. Él la miró de pies a cabeza en silencio. Luego abrió la boca entendiéndola:
— ¿Piensas que lo mataré si voy a verlo ahora?

Herencia de sangre | 𝑺𝒑𝒊𝒏-𝒐𝒇𝒇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora