Había, entre el helado páramo, pueblos y pueblos. Para unos, sus habitantes eran una minoría, aferrados a la zona por la imposibilidad de moverse o la pésima idea que ello representaba, especialmente en un clima como aquel. Para los otros su minoría se compuso de cinco a diez centenas de casitas albergando a la gente que, muy a su gusto, se sostuvo en cómoda tranquilidad; donde la nieve era una manifestación artística de la naturaleza. Se desplazaba por los tejados, se recostó en las calles, abrazaba las casas, los teatros, hasta los más súbitos rincones tal como la lluvia, el viento y el sol. Reunía a las familias y las encerraba, como si sus convivencias diarias no fuesen suficiente y esperase provocarlos a compartir bocadillos calientes y mantas ante el cálido rostro del fuego, no rechazando que se le necesitaba para sobrevivir al frío, pero tampoco dejando que este le provocara la distancia con cuantos la apreciasen. Se decía felizmente que "después de la música, es la nieve la responsable de aflorar los sentimientos más profundos".
Si en ese momento, muchos fueran los que pudiesen entenderla así, seguramente el hombre habría alcanzado la cima del Everest muchos años antes.
Su canto era el viento y su rostro pálido formado por neblina o bruma se asomaba curioso a descubrir los rostros de quienes se habían reunido a orillas de una cuenca natural aún congelada y animaban con olas de gritos y manos a otros que patinaban ágilmente. Gracias a las brillantes linternas, para los frágiles humanos, la nube se disolvía dejando visible el amplio lago que cortaba el círculo helado en medio de un llano; allí se centraba el espectáculo que tanto aclamaban. Un juego que mezclaría perfectamente el croquet, el hockey de hielo y el lacrosse.
El "campo" era la zona de patinaje sembrada con seis arcos por pares de poco menos de medio metro de altura, tres azules y tres verdes correspondiendo a los equipos; y alrededor se habían colocado: una barda para que no cayera la gente entre tanta emoción y gradas de diferentes niveles para facilitar la visión de todos.
El juego era simple según le habían explicado a Iseul: dos equipos de nueve miembros cada uno, vestidos con largas capas negras para sobrellevar el frío, rodilleras y coderas para defenderse del clima y las caídas, ropas azules o verdes abombadas, de algodón y cuero con altos cuellos, guantes gruesos de color negro; en los zapatos relucían suelas con tacones gruesos que se aferraban con fuerza a un par de cuchillas delgadas por zapato; y llevaban una máscara bien formada sin expresión porque no tenía cejas ni boca, sólo dos agujeros en el área de los ojos y tres pequeños orificios en la nariz y la boca para despejar sus respiraciones, estas eran blancas con líneas en las mejillas que parecían rasguños o delgados cortes de los colores de sus uniformes. Su utensilio de juego era un palo largo que terminaba en una red pequeña donde trasladaban una pequeña pelota de tela y aserrín. Los jugadores se repartían entre "dominios", que eran cinco, armados con sus redes buscaban ensartar la pelotita por debajo de los aros del equipo contrario; luego dos denominados "vigías" que debían arreglárselas para proteger los tres aros que les correspondían (y que se separaban por lo menos por un metro uno de otro) de algún tiro del equipo contrario; y los otros dos, "colectores", eran la ofensiva de sus equipos y debían buscar proteger al jugador que transportara la pelota o robarla del equipo opuesto y pasarla a alguno de los cinco dominios.
Al principio se había asustado. Sería lo más lógico. En su vida, jamás había visto a personas deslizándose sobre un lago congelado usando cuchillas en los zapatos para perseguir o pasarse una pelotita, mas, incitada por el ánimo de las chicas que la habían invitado a ir, pronto perdió preocupación y se emocionó al perseguir con la mirada el movimiento, animando cuando algún jugador en el equipo del pretendiente de una de sus conocidas llevaba ventaja y sintiendo tensión cuando la llevaba el equipo contrario.
Los espectadores ovacionaron con entusiasmo.
Al final, el equipo de uniformes verdes y negro había ganado por puntuación provocando que aquellas a las que acompañaba Iseul gritaran muy fuerte por la emoción, apenas alcanzando a escucharse por encima de los otros vítores y la fuerza del viento.
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Herencia de sangre | 𝑺𝒑𝒊𝒏-𝒐𝒇𝒇
Historical FictionHay quienes dicen que la mala sangre se hereda, que si has nacido con un corazón negro así será para siempre, pero lo cierto es que nadie nace odiando, mucho menos deseando ver a todos a su alrededor muriendo en soledad y agonía, en el olvido, la de...