CXI

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Como la nieve que cayó aquella noche, el corazón de la hija mayor de la familia Sin se volvió pesado. Parecía, de hecho, que aquellos copos lo estaban enterrando. Nunca había escuchado algo que le apuñalara en el cerebro para obligarla a recordar, hasta esas palabras. De hecho, ella sabía que su padre había sido elogiado y ascendido con el reconocimiento de un exorcista, pero no entendía de dónde había salido tal idea.

¿Será cierto?

Le había cruzado la mente toda la noche, siendo la única voz que le acompañó en su insomnio.

Miles de pensamientos le llenaron la mente, aunque ninguno concluyó en nada. La sola idea de que pudiera ser verdad le aterrorizaba como un firme golpe que le agrietaba la presa de sus lágrimas. Estallaba en sus oídos como bombas o truenos.

Hwan.

Claro que recordaba ese nombre. No conocía a su portador, pero lo había escuchado, de hecho, de los labios de su padre aquel día en que... sí, se reunió y encabezó el movimiento de los hombres de su aldea natal para subir un cerro en el que dijeron que se escondía un asesino peligroso. Ella se había quedado en casa cuidando de sus hermanos mientras sus dos padres habían ido a la plaza. Unos días después habían recibido el edicto imperial y se habían movido hacia Hanyang en un viaje de varios días para que su padre fuese promovido y presentado ante toda la sociedad.

— "No." —Suplicó volviendo a llorar.

Para ese momento pasaba un poco del mediodía. Sus sirvientas la habían descubierto esa mañana sentada sobre el yo, aún con la ropa del día anterior y con manchas de sangre que parecían no preocuparle a ella. De inmediato, llenas de angustia, habían corrido a dar aviso y el médico imperial había sido llamado.

Al ver sus lágrimas, se entendió que eran por el dolor de las curaciones. Después de todo, se le había hallado un hueso roto en el brazo izquierdo y una seria rasgadura en la pierna, en la que se alcanzaba a apreciar algo blanco después de retirar la sangre seca en el hueco que había perdido piel.

— Tendrá que estar en cama los siguientes días. —Explicó el médico a la madre de la chica en la entrada de la habitación. — Dejaré algunas medicinas para evitar que se infecte la herida, pero seguramente quedará una cicatriz. —La madre miró a su hija. Después se volvió hacia el médico y agradeció despidiéndolo al mismo tiempo.

Sin Ha Hyun seguía recostada en silencio cuando su madre se acercó hasta su lado.

— ¿Cómo te fuiste a lastimar, hija? —Se lamentó mirando hacia su brazo. Le tocó la frente y las mejillas.
— Estás pálida. Y tan callada desde que volviste ayer. Ni siquiera apareciste en la cena. Hija, dime algo. ¿Por qué no nos dijiste que te lastimaste?

Ella continuó en silencio. Cada palabra de su madre sólo la hacía volver a esa incolora explicación. Un asesino.

— Mamá... —Articuló bajo y esta se acercó para escucharla mejor— ¿por qué, papá, recibió el reconocimiento del emperador?

— Que pregunta más extraña, hija. Por su esfuerzo, por supuesto.

— ¿Esfuerzo en qué? —Finalmente la miró. — ¿Tú lo sabes?

— Hija...

— ¡Dime, mamá! ¿Es verdad que papá asesinó para obtener este título? —Su madre quedó perpleja. En años, ni siquiera ella y su marido habían hablado al respecto, mucho menos lo habrían mencionado más que a su hijo varón cuando fue mayor.

— ¿Quién te dijo eso?

— ¿Lo hizo?

— Ha Hyun, ¿dónde escuchaste algo así?

Herencia de sangre | 𝑺𝒑𝒊𝒏-𝒐𝒇𝒇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora