LXXXIII

28 2 79
                                    

En lo alto de la montaña salvaje, espesa y brumosa, rodeado de árboles y acompañado únicamente de la luz creciente, vaga, del alba y los truenos y relámpagos que anunciaban una tormenta en algún sitio próximo, Yul cortaba el viento con poderosos golpes al blandir las dos espadas en sus manos.

Giró en el aire y golpeó una de las ramas con tal furia que esta se desprendió del tronco poco después.

Él respiró profundamente por la nariz y la boca. Del filo de su barbilla y su perfilada nariz caían pequeñas gotas de sudor, que fácilmente viajaban por todo su cuerpo humedeciendo de a poco sus ropas. Su trenza caía sobre su hombro izquierdo, despeinada y llena de polvo, como lo estaban sus manos y zapatos. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? No estaba seguro. Sólo recordaba que había estado con Ari y Jeong recibiendo noticias sobre algo que podría arruinar sus planes o, por lo menos, perturbarlos. Después se habían separado y él había pasado todo ese tiempo entre los árboles, tratando de desquitar un enojo que no sabía de dónde venía.

| — Tenía que bajar, Yul. Tenía que investigar el movimiento en la ciudad hoy. Dicen que los exorcistas pretendían tomarse al menos diez días en las montañas para recorrer pico a pico, así que no han alertado a nadie, pero también me enteré de que Sin llegó a Hanyang esta mañana. Lord Song se encontró con él. Y, al parecer, planea subir la montaña porque no ha recibido noticias de su hijo. |

Recordó. Cerró los ojos apretando sus párpados.

— Maldición. —Gruñó entre dientes.
— ¡Maldita sea! —Y liberó un nuevo ataque que combinó una fuerte patada, un giro y después un golpe con sus espadas.
— "¿Por qué hoy parece que estoy tan molesto? Ni siquiera ha sucedido algo que realmente no tenga solución. Incluso ayer, cuando Ari se escabulló de nuevo, no estuve así." Maldición. —Volvió a murmurar. Normalmente no maldeciría tanto, así que él mismo se preocupaba. — "Tengo que calmarme. Hay mucho que cubrir antes de bajar con él. Jeong." —Tensó sus puños. — "¿Por qué? No debería... No debo."

Mirando hacia atrás, pudo notar los estragos que había hecho durante el entrenamiento. Ramas, hojas, tierra e incluso los gruesos troncos estaban marcados por sus espadas. Habría suficiente madera para todo el día.

Exhausto y un poco más tranquilo, comenzó a reunir la leña y los ató con el fino hilo que llevaba en la cintura, originalmente destinado a impedir que su cinturón de estilo corsé se moviera.

Decir que no tenía ánimos de nada era exageradamente vago a lo que sentía. No era que se desalentara de todo, sino que sólo quería no hacer nada más que sentarse a solas y hundirse en sus pensamientos.

Caminó de vuelta a la aldea con la cuerda sobre su hombro y la leña contra su espalda. Sus piernas avanzaban con naturalidad, mientras que sus ojos lloraban con cada bostezo.

— "No es que este sentimiento se haya ido, sólo tengo mucho sueño."

Miró una vez el camino del río hacia abajo de la montaña. La bruma matutina entre los árboles le impedía ver más allá de un par de metros, pero sus atentos oídos podían percibir el canto de los grillos y el movimiento de las hojas con el viento.

Cruzó el puente que lo devolvería al punto de partida. Su aldea. Su hogar.

Bajo la montaña seguramente las tormentas no serían tan ensordecedoras, tal vez no serían tan violentas. Tal vez el otoño luciría el sol de vez en vez y el invierno no necesitaría que todos se encerraran juntos. Sabía que la nieve se acumulaba y que la temperatura bajaba, pero no había tenido necesidad de pasar un sólo día entero bajo la montaña.

— "Si esta es nuestra situación... tal vez tengamos que pasar todo el otoño entre ellos." —Torció los labios de nuevo. — "Maldición." —Exhaló.
— "Debería obtener algunas ropas cálidas para Jeong. Es demasiado friolento."

Herencia de sangre | 𝑺𝒑𝒊𝒏-𝒐𝒇𝒇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora