III

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Entre las residencias más próximas al palacio, resaltaba una de estilo bastante tradicional. Su fachada había sido de las pocas que se habían preservado durante más de cincuenta años desde su construcción, su techado de madera y los muros de piedras cubrían de la vista las tres grandes piezas horizontales y el enorme jardín. La residencia de la familia noble de un ministro de apellido Kim.

— ¿El cuarto príncipe está de regreso?

— Sí, señorita. —La doncella se encontraba de pie, con la cabeza inclinada ante su joven ama. Una chica de 18 años que disfrutaba de vestir colores claros como el verde pistache y blanco, su piel tersa y pálida sólo era decorada por los colores de su maquillaje y resaltada por los detalles en su cabello.
— Vine a avisarle en cuanto lo supe.

— Ha pasado mucho tiempo. —La joven se puso de pie y caminó por la habitación con su abanico en las manos. Lo movía ligeramente sin intenciones de crear una fuerte ola.
— ¿Ya hay alguna noticia del palacio?

— Creo que aún no, señorita.

— Entonces, ¿cómo es que tú lo sabes primero que mi padre?

— Fui a recojer la tela para sus ropas, señorita, y vi al cuarto príncipe cabalgando junto a otros tres príncipes. Sus sirvientes también iban, así que sólo puedo deducir que acaba de volver. —La joven se detuvo al centro de la pieza.

Años atrás había cruzado caminos con el príncipe y guardaba un profundo amor por él desde entonces. Habían cambiado sólo unas palabras, pero le era suficiente para decidirse a hablar con su padre antes de que fuese llamado para reunirse con el emperador a discutir los resultados del enfrentamiento o las razones por las que el cuarto príncipe habría vuelto en ese momento.





— ¡Hyung, allí hay una! —El mayor se acercó y asomó apenas un poco. — ¡Iré por ella!

— Espera un momento, Young Bae. —Lo detuvo por el brazo. — No debes asustarla. Primero que nada, las liebres son rápidas y tienen un gran oído. Si corres hacia ella, huirá antes de que te acerques lo suficiente.

— El décimo quinto príncipe es joven aún. —Los dos chicos se giraron. Tras ellos se acercó uno de sus hermanos, cuya presencia había pasado inadvertida hasta ese momento. — Nunca ha cazado, hyung. —El cuarto príncipe y su hermano menor hicieron una venia en saludo.

— Es por eso que le explico esto, quinto príncipe. —El otro sonrió nervioso.

— Hyung, eres mayor que yo; siempre me llamaste Young Hwa, ¿por qué ahora es distinto?

— Porque, quinto príncipe, todos afirman que estás por ser proclamado *wonja. Eres hijo legítimo de la madre real y favorecido por el padre real, pero no puedo confirmar nada ya que no son temas que debamos hablar, así que guardaré mis respetos hasta que sea el padre real quien lo aclare.

— Hyung —Terminó su acercamiento hasta él— yo no he recibido el título, ¿por qué deberías guardar esas formalidades ahora?

— Es deber de los demás príncipes rendir sus respetos a wonja para ejemplo del pueblo. —El segundo sonrió aún incómodo.

— Hyung, mi madre es la madre real, ella ve por todos nosotros y naturalmente me ha enseñado en favor de nuestra gente y el imperio, pero aún eres mayor que yo. Tú siempre has cuidado bien de nosotros y, aunque estuviste fuera los últimos tres años, nada debe ser distinto.

— Eso no es así, quinto príncipe. Wonja debe exigir el respeto que merece como sucesor del padre de la nación, independientemente de cuál príncipe sea, ahora los rumores te titulan a ti, así que no atraeré la ira del padre real al afirmarlo o negarlo antes de que lo haga él mismo.

Herencia de sangre | 𝑺𝒑𝒊𝒏-𝒐𝒇𝒇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora