XCV

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"La ciudad de Hanyang recibe a un adinerado lord desconocido."
"Anunciado como Lord Yul de Hwang, el joven señor ha proclamado su llegada a la capital para la iniciación de los ritos matrimoniales en torno a su hermana, Ari de Hwang. El señor de Hwang ha seleccionado el mesón "Noche brillante" para reunirse este día por primera vez con los pretendientes de la joven señora. El encuentro tendrá lugar al crepúsculo."

Las tres mujeres alrededor de la mesa en la que reposaba el enorme cartel tardaron un poco en reaccionar. La noticia ya tapizaba la ciudadela atrayendo la atención de cientos de curiosos, incluso de aquellos analfabetos que quisieran escuchar algo para correr el chismorreo.

— Efectuar un matrimonio de una casa noble sin anunciarlo al emperador es un delito punible, mi señor. —Inquirió una finalmente. — Su majestad está ahora fuera de la ciudad. No creo que este desconocido esté siendo propio al venir ahora y sin previo aviso.

— La hermana mayor tiene razón, mi señor. —Apoyó otra bajando la cabeza ante el hombre al hablar. — Cualquiera que quisiera dañar su reputación aprovechará esto.

— Agh. —Él movió una mano cual abanico. — No quiero escuchar sus sermones. No fue por eso por lo que mandé traer estos anuncios.

— Que mi señor nos perdone. Estamos preocupadas por mi señor.

— No es necesario. No soy ningún tonto. Envié de anticipo la noticia al emperador. Él está al tanto, pero con el nacimiento de la séptima princesa tan próximo sólo ha enviado a un emisario a supervisar el resultado de la unión. Un enlace con el norte será bastante benéfico para todos nosotros. No ha habido uno desde la muerte de la última princesa que se casó en esta región. —Se levantó de su asiento y avanzó hacia las puertas desde donde admiró sus jardines.
— La dama en cuestión es distinguida y de una buena familia. Su llegada a nuestras tierras supondrá, además de mi felicidad, una posible mejora para nuestra sociedad. Quizá solidifique una estabilidad comercial y económica, así que lo he decidido. La haré mi esposa. —La dama con el rango más alto entre las tres fue la primera en elevar su mirada.

— No puede hacer eso, mi señor. —Se alteró y las otras dos la miraron.

— ¿Y por qué no podría?

— Mi señor, esa mujer no es más que una hiedra venenosa. —Se acercó a él por la espalda buscando que él se volviera a mirarla. — Lo persigue por riqueza, no por amor. Ella no le es sincera, ni mucho menos es adecuada. Es una mujer que ha pasado noches con otros hombres y tardes enteras con usted. Sin nadie más que pueda asegurar que es casta. Es una prostituta del norte que se envuelve en seda... —La mano de su esposo la abofeteó con fuerza desequilibrando su posición y haciéndola caer.

— Disipe su ira, mi señor. —Suplicaron y se inclinaron de inmediato las otras dos.

— ¿Cómo te atreves!

— Mi señor... —Se levantó y, sujetándole el final de la ropa, imploró— por favor, desista de este deseo. Esa mujer no hará más que traer la ruina para usted. No es adecuada. No sabe nada sobre nuestras tradiciones ni sobre el pudor de una mujer. Tal parece, que todas las mujeres en el norte son diestras solamente en desatar males a dónde vayan. Se lo ruego, mi señor. Por favor, desista.

— ¡Cállate! —Soltó sus ropas de ella dando un paso atrás. — Considérate afortunada de no recibir un castigo porque mi estado de ánimo es bueno y no dejaré que lo arruines. Esta noche me reuniré con este noble, hermano de la joven Ari, para que me la conceda por esposa según sus tradiciones y no toleraré que arruines todo con tus palabras sin sentido.

— Mi señor...

— Vete. Si veo tu cara en lo que resta de este día serás castigada.

— Pero, mi señor...

Herencia de sangre | 𝑺𝒑𝒊𝒏-𝒐𝒇𝒇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora