CXXV

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Despertó con el repique metálico sintiéndose muy cansada. Era lógico. Si tuviese un reloj se habría enterado de que había dormido apenas una hora.

Sus compañeras se levantaron adormiladas, pero más frescas que ella. Una se encargó de encender un par de linternas y pasar una a la otra.

— Ven conmigo, Iseul —La invitó en un bostezo—. Te mostraré cómo preparar el agua para lavarte y el enjuague de dientes.

— ¿Un enjuague de dientes?

— Sí. Es una mezcla viscosa de sabor fuerte y que se siente horrible las primeras veces, pero no te preocupes; con el paso del tiempo te acostumbras y hasta se siente cómodo.

Mientras explicaba, Iseul también se levantó y la siguió fuera de la pieza, por el largo pasillo hasta la zona detrás del comedor de los esclavos. La cocina. Allí había algunas personas ya, que estaban ocupadas cortando verduras, carnes, hirviendo guisos y machacando especias.

— Buenos días, In-Ha. —Había saludado un chico ocupado en envolver albóndigas de carne y verduras.

— Cho-Hyun. —Sonrió ella al llamarlo. — Ella es la chica nueva. Voy a enseñarle cómo preparar su agua para lavarse.

— ¿Es la chica del sur? —La miró curioso y deteniendo sus manos. La otra chica le dio un golpe suave con su codo para reprenderlo.

— Sí. Tuvo un inicio fuerte ayer, así que no la hagas sentir incómoda.

— No dije nada. —Se fingió desinteresado volviendo a su trabajo.

La chica le llamó a seguirla y explicó con paciencia que debía acarrear el agua de la pileta que estaba afuera y ponerla a tibiar en una cazuela de barro. Le mostró otro recipiente donde almacenaban la mezcla de la que habló y le advirtió también de no usar los que estuvieran en un mueble específico, pues eran pesticidas que podrían enfermar a cualquier humano.

Luego la llevó de vuelta a la pieza de dormir con una bandeja con dos cazos apilados, dos toallas, dos vasos de enjuague y una jarra llena de agua, que repartió entre Iseul y ella misma, pues la otra bandeja la habían compartido con las dos chicas que se habían encargado de asear la habitación mientras ellas estuvieron fuera.

Después de nuevo a vestirse, luego al comedor, esta vez en compañía de las tres chicas. El ambiente no se vio afectado por la ausencia de su participación, ni por esa actitud asocial con la que evadía dar respuesta a cualquier pregunta o intento de conversación que los otros le hicieran. Tampoco insistieron demasiado. De vez en vez le hicieron preguntas y cuando ella no respondió simplemente se quedaron conversando abiertamente.

— An Iseul. —La saludó amable la matrona cuando todos se fueron a sus labores. — Sígueme. Te instruiré en tus labores básicas.

— ¿Básicas?

— Sí. Debo enseñarte antes de que se levanten los soldados. Anoche el magistrado superior me dijo que te presentes en su oficina cuando la mañana ya esté bien entrada. —Caminaron juntas por el comedor hacia el atrio. — Te enseñaré la rutina de servicio del magistrado, ya que ahora le servirás hasta que él te permita ir a descansar. Tu día comenzará con el sonido de las campanas. Tres repiques pausados significan hora de levantarse, cuatro es el llamado al comedor. Después de desayunar, te darás un baño y te cambiarás de ropa. Normalmente sólo nos lavamos porque todos nos bañamos al terminar el día, pero el magistrado prefiere que te asees al despertar ya que él es una persona ocupada y es probable que tengas que hacer muchas cosas. Si terminas muy cansada podrías no lavarte y eso te daría un aspecto malo. —Entraron en un almacén y la mayor revisó una caja de madera. La tomó con ambas manos y la entregó a la joven. — Estas son prendas para ti. Acaban de llegar. Cinco mudas que debes lavar por ti misma, coserlas si necesitan arreglos o ajustes; es probable que te queden grandes, pero será mejor así, también deberás asegurarte de presentarte siempre limpia en la oficina del magistrado. Encontrarás tres horquillas para recoger tu cabello, además de la que tienes puesta ahora. Los zapatos cerrados son para el exterior —Mostró unas pantuflas—, estos son para el interior en estas temporadas de frío. —Volvió hacia la puerta y esperó a que la joven la siguiera.
— Después de que termine de explicarte todo esto irás a guardar tus cosas y volverás. —Continuó cuando volvieron a salir del almacén. — Ayer ya no te mostré todo el lugar, pero no creo que tengas inconveniente en moverte si sabes en qué atrio te encuentras. —La llevó hasta la cocina de nuevo.
— El magistrado superior se baña temprano. Ahora alguien ya habrá ido a preparar su baño, pero te explicaré cómo hacerlo porque mañana lo harás tú. —Se acercó al fogón de chimenea y movió un brazo de metal donde quedaba una olla vacía y que aún exhalaba humo. — Tendrás que acarrear el agua de la pileta y traerla a esta olla. ¿Sabes encender un fogón? —La chica negó.
— Es fácil. Mira. —Tomó un fósforo, objeto que Iseul no conocía; lo encendió y lo colocó sobre la leña en el fogón. Movió la madera y colocó algo más diciendo que era para que el fuego ardiera.
— Deja que el agua se caliente hasta hervir, entonces tendrás que vaciarla en una cubeta de madera y llevarla hasta el cuarto de baño. Te enseñaré dónde es. La viertes en la tina y luego la templas con agua fría destapando el conducto de bambú que ya está allá. Te lo mostraré después de que el joven amo haya salido. Se viste solo, pero tendrás que peinarlo si él lo manda. —Volvió a apagar el fogón y condujo a la chica a otro lado dentro de la cocina.
— Después de eso vendrás a recoger su desayuno. El magistrado superior es el único que a veces desayuna separado de los soldados, dependiendo de sus ocupaciones, así que siempre asegúrate de saber dónde estará después de vestirse. A veces tendrás que seguirlo con la bandeja a todos lados, porque él se mueve mucho. Si estará fuera de la mansión entonces tendrás que saber si te llevará con él o no. Su bandeja siempre es la primera en servirse, así que en cuanto escuches mi voz anunciando que es hora de servir el desayuno, toma la primera bandeja y camina justo detrás de mí hasta el comedor de los soldados. Allí seguirás el camino al centro de las mesas hasta la mesa superior. El magistrado se sienta al centro, así que lleva la bandeja directamente hasta él. Después sigue el camino por tu izquierda y te colocarás a su espalda en caso de que él te necesite. Luego del desayuno el magistrado superior debe hacer diversas actividades, pero al mediodía se presenta en el atrio para supervisar el entrenamiento de los soldados. Eso suele durar hasta la hora de la comida. Quédate siempre cerca de él y obedece bien. ¿Ya leíste los reglamentos? —Ella se alzó de hombros.

Herencia de sangre | 𝑺𝒑𝒊𝒏-𝒐𝒇𝒇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora