XIII

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El año nuevo lunar se celebra después del solsticio de invierno, con la salida de la segunda luna llena. Se trata de una festividad inculcada por los chinos durante su paso en gran parte de Asia y tiene sus orígenes en una vieja leyenda que nos remonta a la antigua dinastía Shang, por allá del siglo XIV a.C., en cuyo desarrollo menciona que un monstruo atacaba a las aldeas en esta precisa fecha. Según se cuenta, este monstruo temía a los ruidos fuertes, las luces brillantes y el color rojo, por lo que las aldeas comenzaron a volverlos algo predominante en esa temporada para ahuyentar a la bestia, además, implementaron bailes de dragones y el famoso recorrido de un títere de dragón largo y colorido, pues este era el símbolo del poder y la buena fortuna y ellos creían fervientemente que la bestia no se atrevería a acercarse.

En la península coreana, abarcando norte y sur, la celebración dura tres días y es conocida como Seollal. En esta temporada, las familias sirven comida a sus antepasados para obtener bendiciones para el próximo año. Como dato extra, cada año se asocia con uno de los doce animales que conforman el zodiaco chino y se cree que la personalidad de los nacidos durante ese año será regida por el animal que domine desde el año nuevo lunar.

En aquel entonces, al igual que ahora, era una gran costumbre celebrar en familia con fuegos artificiales por la noche, pero primero, dentro del palacio, las esposas debían presentar sus buenos deseos a la emperatriz viuda llevando obsequios, así que, en cuanto el cielo estuvo claro y su excelencia presentable, las concubinas pudieron entrar en la sala principal del palacio cheongug.

— Saludo a la emperatriz viuda. Que la emperatriz viuda tenga una larga vida sin preocupaciones, llena de dichas y buenaventura. —Resonaron las voces de las damas al tiempo que se inclinaban frente al trono donde se encontraba la aludida.

— El invierno ya nos ha alcanzado, aún así se han centrado en mantener las tradiciones y han sido diligentes al venir hasta aquí muy temprano.

— Madre real —Le llamó Jin Kyong—, entiendo la importancia de las tradiciones y me aseguré de que todas mis hermanas estuvieran al tanto de cada una.

— Eres diligente, Jin Kyong. —Sonrió satisfecha hacia ella.

— Gracias a la emperatriz viuda por su halago. —Hizo una leve reverencia y prosiguió a mostrar a sus compañeras con una mano.
— Todas hemos preparado un obsequio para la madre real. Estos son conseguidos por nosotras especialmente para su alteza. ¿Quiere comenzar a revisarlos? —La emperatriz asintió una vez.

— Aquella caja tan grande me causa intriga. ¿Qué es lo que contiene? —Eunyeong se puso de pie. Hizo una leve flexión con sus rodillas y presentó:

— Su majestad, este obsequio lo he traído para usted. —La criada de la emperatriz viuda transportó la caja hasta que fuera posible para Eunyeong remover personalmente la pequeña tapa de madera. Era una costumbre de la nobleza que, al presentar un obsequio, fuera el remitente quien lo presentara y entregara en las manos ajenas. — Este gache está hecho de hebras finas, bien teñidas para preservar su color por muchos años. Fue decorado con una selección cuidadosa de *dwikkoji. —La emperatriz, que había estado observando el momento de revelar la peluca, desvío la mirada resoplando molesta.

— La clase baja impone los artículos de la nobleza ahora. —Ironizó dando un claro rechazo. — ¿Estás tratando de decir que la emperatriz viuda debe usar un accesorio que es más aludido a las casas kisaeng sólo porque te pareció bien a ti? — Eunyeong bajó la mirada y pensó con cuidado sus palabras. Comenzó por arrodillarse manteniendo los brazos extendidos hasta el frente para mostrar su regalo.

Herencia de sangre | 𝑺𝒑𝒊𝒏-𝒐𝒇𝒇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora