CIX

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— ¡Quién lo hizo?

Gruñó el emperador poniéndose de pie. Su voz había sido como un rugido gutural a pesar de que había intentado mantener la calma.

Un joven soldado bajó la cabeza hasta el suelo pidiendo piedad. Tenía la boca seca, su respiración era agitada y todo su cuerpo temblaba por el cansancio y el temor de ser condenado a muerte ante la ira de su majestad. Recién había alcanzado la aldea de Yangdong y no se había dado tiempo siquiera de asimilar la situación antes de presentarla ante la corte de nobles.

— Su majestad, este soldado no conoce la situación. Nadie los vio llegar. Estaban envueltos en túnicas negras y con máscaras. Bloquearon toda la ciudad en un instante y masacraron a todos. El capitán me envió a dejar el mensaje, pero es todo lo que sé. Apenas pudimos salir de allí. Esa gente estaba armada hasta los dientes y retuvieron a más de la mitad de los habitantes. —Lloró. — Fue horrible. Los cuerpos se quemaban colgados en todos lados. No perdonaron a nadie.

— Y no lo harán. Deben ser del norte queriendo tomar el control. —Pareció poco impresionado, al mismo tiempo que alertado. Miró a un lado.
— General Song, envíe de inmediato tropas a retomar la ciudad.

— Sí, majestad.

— Tú, muchacho —Miró de nuevo al joven soldado —, dijiste que una de las murallas explotó, ¿no? ¿Cuál fue?

— Huímos por la puerta norte, majestad. Eso fue hace unos tres días.

— Los demás sobrevivientes, ¿dónde están?

— Se dispersaron, majestad. Todos huyeron en direcciones diferentes, probablemente a las otras villas y pueblos. Llegué aquí apenas con algunos heridos. Todos aquellos que fueron recibidos.

El emperador casi rabió por la boca. Sus puños se apretaron tratando de controlar los temblores que comenzaban a controlar sus brazos. Sentía el sabor amargo de su bilis en la lengua y su cabeza a punto de estallar. Todo estaba fuera de control. ¿Cómo era posible que alguien los hubiese atacado en plena nevada?

— Lord Yoon, envíe a su guardia a ubicar a los refugiados. Quiero sus relatos de los hechos. Quiero saber quién lo hizo y cómo. Alguien tuvo que ver algo.

— Sí, majestad.

— Lord Sin, ahora que se encuentra mejor de salud, quiero que inicie la investigación con los sobrevivientes que llegaron. Vea si hay algún indicio de energías malignas. No es posible que exista algo humano como lo que se ha descrito.

— Como ordene, majestad.

— Majestad, ¿qué quiere que haga con los sobrevivientes después de ubicarlos?

— Sólo recoja sus testimonios, lord Yoon y entréguelos a la oficina general del general Song. Retírense todos. Sólo se queda el general.

Los nobles reunidos se pusieron de pie y tras una venia comenzaron a salir.

— Estoy a su dispocisión, majestad.

— General Song —Lo interrumpió en la última sílaba—, demuelan las murallas. No les dejen esconderse. Incluso si es el palacio, destrúyanlo antes de que ellos lo tomen. La ciudad es grande. No podrían haberla ocupado en tres días. —Escupió esas palabras y la cara del soldado se transformó como si hubiesen sido sangre.

— Majestad, derribar las murallas supone la pérdida de, al menos, la mitad de las viviendas y… el palacio… es su palacio, majestad.

— Es mejor eso a que ellos lo ocupen. Todo se reconstruirá una vez que recuperemos la ciudad, de lo contrario, muchos más morirán cuando su ataque se extienda hacia acá. Ellos no se tentarán el corazón. Quemarán a los niños, matarán a los hombres, violarán a las mujeres. Esas personas son desalmadas como un demonio sediento de sangre.

Herencia de sangre | 𝑺𝒑𝒊𝒏-𝒐𝒇𝒇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora