XXIV

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— Dos ciudades cayeron. —Se molestó el emperador. Había recibido la noticia menos de una hora atrás por un mensajero del campamento que debía haber estado en Hwanghae.
— Los guerreros manchúes se burlan de mí mientras se asientan en las dos provincias que destrozaron.

— Su majestad, debimos verlo venir. —Anticipó uno de los concejales. — El enemigo esperaría a tener la mínima oportunidad. Quizá, si wonja se hubiese quedado...

— ¿Pretendes decir que mi hijo es responsable de esto?

— No me atrevo, majestad. Sólo quiero decir que, si el príncipe heredero se hubiese quedado junto con los vigilantes, quizá todos habrían reaccionado con más enjundia en la batalla.

— Wonja Hwan está entrando.

Escucharon desde fuera y todos los ministros presentes se pusieron de pie.

El príncipe caminó con un aire de superioridad que se resaltaba en cada paso, en su alta mirada y su expresión llena de misterio. Se arrodilló a un metro de su padre.

— Saludo al padre real. Diez mil vidas en paz. ¿Me convocaste, padre?

— Así es, hijo.

— Su majestad, por favor, considérelo un poco más. No hay nadie mejor que wonja.

— Procurará bien el futuro de esta nación. Podría solidificarse fuerte. La dinastía podría traer el orden suficiente.

Hwan escuchó atento a los ministros antes de acercarse a su padre, servir una taza de té y ofrecerla.

— ¿Qué te agobia tanto, padre? —La sutileza de su voz consiguió que su padre recibiera la bebida sin mostrar demasiada frustración.

— El príncipe Choe quiere que pactemos nuestros reinos con un matrimonio. —Espetó luego de dar un trago. Hwan paseó sus pupilas por el suelo sin mover la cabeza.

— Mm. Padre, quizás hay un detalle que no entendí, pero... ¿no son esas buenas noticias? De las ocho provincias que consolidó el rey Wang Geon desde el inicio, tres se dividieron al inicio de la dinastía de nuestra casa y, hasta ahora, no hubo ni una insinuación de pactar nuevamente.

— Seja-jeoha —Intervino uno de los ministros—, el príncipe Choe cree que los estamos abandonando. Hace ya un tiempo que los provincianos refugiados no caben en nuestras ciudades y comienzan a vivir de formas deplorables; ahora sus hombres han tenido que enfrentar a los manchúes completamente solos, así que el príncipe Choe ha solicitado pactar con un matrimonio entre su hija mayor y el heredero del emperador. —Hwan miró a un lado analizando esas palabras:

— "¿Se enfrentaron? ¿Por qué los enfrentarían solos? El tío Young Ji distribuye soldados del norte y sur de igual manera."

— Toma asiento, Hwan. —Llamó su padre de nuevo.

— Gracias, padre. —Dio un paso atrás y se sentó a la izquierda de su padre.
— ¿Dónde se dio el conflicto que enfrentó a los guerreros del príncipe Choe con los manchúes?

— Avanzó desde Gangwon. Ahora ellos tienen Gangwon y Hwanghae de nuevo. —Pedir que lo repitieran lo haría ver estúpido, o eso pensó cuando tensó su puño y torció sus labios.

— Recién recuperamos Gangwon, ¿cómo es posible que perdiéramos dos provincias en un instante?

— Nuestras tropas retrocedieron para evitar pérdidas innecesarias, wonja.

Herencia de sangre | 𝑺𝒑𝒊𝒏-𝒐𝒇𝒇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora