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En silencio total, Yoon Kyung Gi yacía de rodillas, con la cabeza baja y ambas palmas sobre el suelo ante Yul. Todo lo que parecía resonar en esa habitación eran las últimas palabras que el joven le había dedicado:

"Usted decidió venir como un hombre, así que pórtese como uno y admita sus errores o no vuelva a presentarse ante mi familia."

Yul estaba sentado ante la mesa, que los dividía, con un plato de bocadillos y un par de vasos de té. Extendió su abanico y se airó lentamente. 

— Bien. —Sonrió cerrando sus felinos ojos y tomando, con su otra mano, su té.
— Ya que le di mi palabra, vuelva a sentarse y continuemos de manera amena, ¿le parece?

El noble se volvió a levantar y ocupó su lugar tragando los trozos rotos de su orgullo y pensando:

— "Una vez que me case con ella, usted será quien pague esta humillación. Soy el hombre más poderoso. Sólo ahora tienes alcance sobre mí, mocoso insolente."—Miró una vez al castaño.
— Me enteré de que le robaron ayer, lord Yul. ¿Puedo preguntarle al respecto?

— De hecho, quiero olvidar ese tema.

— No debería dejarlo pasar fácilmente. ¿Por qué decidió venir sólo con un sirviente en lugar de todo su séquito? Habría sido más seguro para usted.

— Porque así lo indica nuestra tradición. Si un ojo, la veracidad del oro ha de evaluar, el otro cubierto debe estar para no errar. En nuestro hogar siempre se ha dicho que, cuando uno busca a un esposo para una dama de su casa, debe ser el jefe de la familia quien le evalúe, por lo tanto, la opinión de otros no debe influir.

— Parece un consejo acertado. Y ¿por qué le interesó nuestra región, joven? Si es posible esa respuesta. —Yul sonrió.

— Porque su región es buena. Mi hermana ha sido muy elogiada por todos los varones de nuestro hogar por ser una dama de rectitud y carisma indudables, pero no hay muchos buenos partidos que consideraría para ella. Es inquieta, y escuché que en la zona sur las mujeres tienen principios más recatados. Ella aprende rápido y es comprometida con todos los deberes que se le atribuyen, así que un esposo, en cuya casa le sean inculcados esos principios será bueno para equilibrar su espíritu y comportamiento. —Dejó el vaso vacío de nuevo en la mesa.
— Ahora dígame —Elevó sus pupilas hacía él juzgándolo—: ¿por qué habría de considerar, yo, que es usted el adecuado para desposar a mi única hermana?

— La simple pregunta me ofende, joven. Soy el noble más poderoso de toda la región sur. —Yul sonrió inclinando su cabeza ligeramente hacia abajo.

— Puede ser, pero poderoso, en mis términos, no significa adecuado. Busco lo mejor para mi hermana, no lo más poderoso. Si fuera así, la habría enviado a la selección de esposas del príncipe Choe o incluso a la del emperador del sur o su heredero. —Colocó en su rostro esa expresión intrigante, astuta y misteriosa.
— Dígame, ¿qué puede ofrecerle a mi hermana en su vida que lo haga merecedor de desposarla? —Vio una gota de sudor bajar por la frente del lord.

Después de la introducción de ese día, era comprensible que estuviese nervioso. No sólo había confirmado que estaba en el último lugar contra los otros pretendientes, sino había sido obligado a disculparse de rodillas y ahora su posición y todo de lo que hacía alarde eran insignificantes para aquel joven.

— Dinero. Que original.
— Mansiones. Podría dárselas yo mismo.
— Ya ha sido mimada toda su vida y traerá a otros para que sigan haciéndolo.
— Parece, lord Yoon, que no puede ofrecer nada distinto de los otros.

Había dicho haciéndolo sentir como si cayera desde el cielo hasta el suelo.

— Quizá. —Continuó nervioso. — Pero yo la quiero. — Yul detuvo el vasito sobre sus labios.
— La quiero bien, joven. Nos hemos enamorado profundamente. —Devolvió el vasito a la mesa.

Herencia de sangre | 𝑺𝒑𝒊𝒏-𝒐𝒇𝒇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora