CXXXIV

13 2 38
                                    

Crip. Crip.

La cocina, vacía. Cada minúsculo movimiento resonaba en los altos muros y techo. Las sombras de la ropa, tendida en una cuerda sobre los fogones hacía parecer que hubiera una multitud de fantasmas reunidos. Por la temporada, el fuego se volvía imprescindible, al igual que la leñera llena. De vez en vez, cuando el viento era más frío, sin importar si también era agresivo o sutil, tenía que quedarse alguno cuidando que el fogón no se apagara, con nada más que el canto de los grillos y el crepitar de la madera como compañía.

Esa noche había sido An Iseul la valiente voluntaria para la tarea.

Necesitaba estar sola. Lo había necesitado todo el día. Necesitaba sumergirse en sus pensamientos que eran nada menos que un caos. Cientos y miles de preguntas le habían revoloteado como avispas furiosas desde que no consiguió conciliar el sueño tras su fallido intento de escape. Había tenido que soportar la incomodidad de escuchar conversaciones y risas de aquellos con quienes nunca hablaba y que parecían burlarse de ella.

Tan molesto.

Hasta que finalmente se había quedado sola.

Completamente sola ante el fuego de la cocina; sentada con las piernas encogidas y un rollo de papel en las manos.

Finalizan las pruebas de la mansión kyriotés septuagésima primera.
Tras casi un mes de pruebas, los ministros de la ubicada como septuagésima primera mansión kyriotés, a disposición de las investigaciones científicas, finalmente han anunciado la culminación del análisis del prototipo de arma que habría atacado las costas al norte del estado hace menos de dos meses.
Provenido el ataque de navíos de Yi, la mansión ha declarado estado de alerta para las zonas costeras y fronterizas haciendo énfasis en el riesgo y la creciente posibilidad de un nuevo ataque de esta magnitud.
Aunque ahora la información presentada es plenamente minúscula, se espera que tras la reunión de los comandantes del día de hoy, se esclarezcan las medidas a tomar para cada zona del estado...

Desalentador, pero era la noticia que tomaba toda la primera parte de aquel "diario".

Tanto como los magistrados, eruditos, comandantes y regentes se enviaban cartas e informes con los detalles de eventos y desarrollos convenientes a cada puesto y breves resúmenes sobre lo general ocurrido en cada puesto de vigilancia; para el resto de la sociedad había un diario llamado "voces en alto" para recorrer con las "nuevas" cada rincón del estado. Si bien, los voceros eran una buena oportunidad laboral, en realidad era más preocupante cuántas personas tendrían que quedarse afónicas, cuántas tendrían que exponerse a los rudos climas para que todos se enterasen, así que en Hwang habían optado por reportar todo en rollos de papel de arroz, a veces más largos, a veces más cortos. Siempre documentados de principio a fin con todo lo que fuese información concreta y completa, por lo que resultó aún más imposible que se ocultaran los hechos consecuentes al ataque que por poco mató a decenas de personas.

— "Siempre creí en monstruos... pero parece que nunca supe identificarlos."

El horror y desaliento habían bloqueado su garganta haciendo que esas pocas palabras pesaran y ardieran como si fuesen navajas cortándole las cuerdas vocales.

Colocó cuidadosa el diario en el fuego una vez que se levantó. En otra ocasión, quizá lo habría arrojado con fuerza, aunque ella misma no se detuvo a pensar en la razón que lo habría cambiado.

Cabizbaja, con pasos lentos como los que nunca hubiese podido dar en sus ajetreados días laborales, salió de la cocina colocándose sobre los hombros su cálido paño.

Dio un vistazo alrededor alcanzando a percibir fugazmente una silueta de forma extraña en el acceso principal de la mansión. Era Namoo bajando de la calesa. No le vio la cara, pero pudo distinguirlo, tan elegante y gentil al dirigirse a los otros que lo acompañaban.

Herencia de sangre | 𝑺𝒑𝒊𝒏-𝒐𝒇𝒇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora