Sobrevivir

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''No se forma una cicatriz al morir. Una cicatriz significa que sobreviví"
Chris Cleave

(TW: Se hace mención de escenas que podrían resultar desagradables, relacionadas con sangre, etc

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(TW: Se hace mención de escenas que podrían resultar desagradables, relacionadas con sangre, etc. Así pues, si estas escenas os producen alguna incomodidad, deberíais saltaros el capítulo)

Ayas y yo llegamos al fin a los alrededores de los aposentos de Kösem, donde unos llantos se escuchaban. Ambos nos apresuramos a caminar más rápido en dirección a los gritos, que supongo que serían de Gevherhan.

El pasillo está casi como todo el palacio, lleno de cosas rotas y gente muerta. Entre los cadáveres reconozco a Mihrünissa, una de las criadas de Kösem. Hasta que de la habitación, un grito, esta vez de adulto, se cuela en nuestros oídos.

- Dejad en paz a las Sultanas - dice una voz femenina, al tiempo que nos apresuramos a llegar a la habitación.

En el interior de la habitación vemos a dos hombres, que se acercan a una muchacha, cuyo nombre desconozco, que sostiene a la Sultana Ayşe y arrastra con la otra mano la cuna de la Sultana Gevherhan, que llora como una loca.

Ayas y yo entramos en la habitación con las espadas en alto, dispuestos a batirnos en combate por segunda vez en la velada. Ayas termina con un corte feo en la cara y yo con parte de mi manga rasgada, pero nada preocupante. La muchacha, aún contra un rincón llora aliviada, apretando la cabeza de Ayşe contra sus hombros.

- ¿Estás bien? - pregunto, mientras levanto a Gevherhan de la cuna y la mezo.

- Sí Sultana, gracias por venir a rescatarnos - contesta la muchacha - Temía que mis Sultanas murieran.

- No entiendo como Kösem ha podido dejar a sus hijas y solo llevarse a Bayezid - murmuro, disgustada, haciendo que los llantos de Gevherhan cesaran.

- La Sultana no quiere mucho a sus hijas - contesta la muchacha - Apenas las ve, yo soy la que cuida de ellas.

Miro con pena a la bebé que hay en mis brazos y después a Ayşe, cuya expresión está totalmente petrificada.

- Pues menos mal que te tienen a ti - digo - ¿Cual es tu nombre?

- Emine, Sultana - contesta la muchacha, dejando a la pequeña en el suelo.

- Bien Emine, ¿puedes encargarte de las dos Sultanas al mismo tiempo? - pregunto, y ella asiente - Perfecto.

- Tenemos que darnos prisa Sultana - dice Ayas, yo asiento.

- Ten - digo, entregándole una daga a Emine - Escóndete en el armario con las Sultanas y no abras a menos que sea yo quien te lo ordene. ¿Entendido?

- ¿Volverá a por nosotras, verdad Sultana? - pregunta, metiéndose en el pequeño espacio con las dos niñas.

- Por supuesto que lo haré - respondo, atrancando la puerta del armario de madera.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora