Una promesa

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"Te dejaré una ilusión envuelta en una promesa de eterna pasión."
Alejandro Sanz

Ahmed y yo nos giramos ante la nueva presencia del balcón, que hace una reverencia

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Ahmed y yo nos giramos ante la nueva presencia del balcón, que hace una reverencia.

- Su Majestad - dice Sulfikar Âga, después de la reverencia.

- Bienvenido Sulfikar- dice Ahmed - ¿Lo has traído?

- Por supuesto- le responde Sulfikar, para hacer una señal hacia el pasillo.

Por el arco aparecen dos guardias del palacio, sosteniendo a un joven alto y rubio, que mantiene la cabeza gacha en todo momento.

- Su Majestad - reverencian todos.

Los guardias sueltan a Ömer y se van de la sala, dejándonos a los cuatro solos.

No entiendo de que va esto.

Entonces Ahmed se sienta en el sillón principal del balcón y me hace sentar en uno de los sillones que hay a su lado, mientras Sulfikar y Ömer se acercan a nosotros.

- Debes dar gracias, Ömer - dice Ahmed, y Sulfikar lo mira confuso.

- ¿A que os referís, su Majestad? - pregunta el Âga.

- No serás ejecutado como estaba previsto- anuncia Ahmed.

Ambos soldados levantan la cabeza con sorpresa y entonces puedo observar por primera vez el rostro de Ömer. Su cara está apenas reconocible, tiene moratones, cortes y el labio y un ojo hinchados.

Menuda paliza le han dado.

- Majestad - empieza a decir Ömer, pero Ahmed lo corta levantando la mano.

- A quién le debes tu vida no es a mí- continua Ahmed y ambos soldados lo miran con confusión- Es a ella - dice, señalándome. - Ella fue quién pidió por tu vida.

Sulfikar me mira con sorpresa y lo que sospecho que es agradecimiento en los ojos, mientras que Ömer no se atreve a levantar la mirada de donde la tiene clavada, que es el suelo.

- Aunque deberías que serás desterrado de la capital y del cuerpo de jenízaros- anuncia Ahmed desde su sillón.

Ambos asienten sin rechistar.

- Doy gracias a Allah por esta oportunidad- dice Ömer, arrodillándose en el suelo - y gracias a la Sultana por salvarme.

Yo sonrío mirando a Ahmed y este me responde con la misma expresión.

- Bien, podéis retiraros- anuncia Ahmed y ambos soldados hacen una reverencia y se marchan.

En cuanto se van yo me levanto del sillón y le doy un abrazo a Ahmed, que este corresponde felizmente.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora