Dioses a mí

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"Dioses a mí"
Hulk

Sentía el ruido de los cascos de los caballos sobre la tierra como un tambor que no cesaba en anunciar que la batalla se acercaba

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Sentía el ruido de los cascos de los caballos sobre la tierra como un tambor que no cesaba en anunciar que la batalla se acercaba. Observo desde la entrada de mi tienda como los soldados se van colocando en filas, poniendo sus armaduras y rezando.

- Sultana - la voz de Ayas me sorprende, y me giro, para ver a Ayas y a Halil Pasha en la otra entrada de la tienda, vestidos de armadura. - Ya casi está todo listo.

Yo asiento, sintiendo como los nervios me carcomen.

Era todo o nada.

- Sultana, no deberíais hacer esto - murmura Halil Pasha, observando con énfasis la armadura plateada que me recubría el pecho. - Una mujer no debería estar en el campo de batalla.

- La idea ha sido mía Pasha y no puedo dejar que mueran por mi culpa sin estar yo a la cabeza - respondo, suspirando porque la armadura era pesada.

Pero yo sabía luchar, me habían entrenado como a un soldado por voluntad propia y no iba a dejar que inocentes perecieran por poner en práctica una idea sacada de un libro antiguo.

- Os he mandado llamar porque quiero pediros algo - digo, apartando la tela de la entrada.

Ambos Pashas me miran confusos.

- Voy a entrar en combate y no se si saldré con vida - digo, y ambos hombres me miran con tristeza.

- Allah mediante no le ocurrirá nada Sultana - dice Halil Pasha.

- Pero si lo hace necesito que me prometáis una cosa, sé que a ti no te caigo muy bien Halil - el hombre muestra una mueca algo incómoda - Pero si perezco ahí fuera quiero que me prometáis que mantendréis a salvo a mis hijos.

- Sultana - el susurro de Ayas es lastimero.

- No os estoy pidiendo esto como una Sultana que desea que su hijo llegue al poder - digo, con los ojos fijos en los dos hombres - Sino como una madre que quiere protegerlos de los horrores que el trono encierra.

Ambos hombres se miran entre sí, y proceden a hacer una reverencia.

- Lo juramos Sultana - dicen, con la cabeza gacha.

En ese instante, Hadgi llega a la tienda con la noticia de que todos estabamos preparados. Yo asiento y todos salimos al exterior, donde con ayuda de Hadgi, monto en el caballo que me llevó por primera vez hasta Ahmed.

- Vamos Gideon, nosotros podemos - con una palmadita, empiezo a cabalgar colina abajo, junto a los Pashas.

Los ojos de los soldados se van llenando de sorpresa al ver como avanzo entre las filas, deteniéndome al inicio.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora